Cristina Domínguez Cristina Domínguez
Viernes, 15 de Abril de 2022
Los Pasos

Un veranillo en abril bendice la procesión más ‘sahagunera’ de la Semana Santa

Pan de Jesús para una virtuosa puesta en escena

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Ya auguraba día de calor el termómetro de la Plaza Mayor de Sahagún cuando las puertas de la Capilla de Jesús Nazareno se abrían animadas por las voces de la juventud que, madrugadora, daba inicio con ‘La Isa’ a la primera de las dos jornadas procesionales del Viernes Santo. 
 
A las diez de la mañana arrancaba así la Procesión de los Pasos, sin duda, la procesión ‘sahagunera’ por excelencia. Sin desprenderse de su significado penitencial, esta marcha solemne y algo rebelde, deja de lado los protocolos más estrictos y se abre a cualquiera que quiera, y nunca mejor dicho, prestar su hombro. Es más, no hace muchos años que los penitentes salían en procesión vestidos ‘de calle’ si bien acabaron por chocar los que defendía dar un carácter más institucional a la Semana Santa y hacer de ella un producto de interés turístico contra los que apostaban por conservar la popularidad y el desenfado, a veces cuestionado, del ritual de los Pasos. 
 
A pesar de las túnicas, el orden y el concierto, la Procesión de los Pasos mantiene esa frescura primitiva, de hermanos y de hermanas que se encuentran cada año para compartir dolor, aplauso, y la recompensa del Pan de Jesús, pan regado con orujo, con el que se paga su virtuosa puesta en escena. Y es que, las marchas, de hasta cuatro horas, también tienen otro toque mágico. Gracias a la habilidad de los portadores, los pasos bailan, giran, se elevan y se retuercen haciendo ligera la mole lignaria, que levita y parece tan frágil como imbatible a pesar de las cuestas, de los obstáculos, de las altísimas temperaturas, de los cientos de espectadores y de las pisadas del compañero. Una suerte de mañas heredadas vía ADN que, sin ensayo previo, siempre salen bien. 
 
Con punto de salida y llegada en la iglesia de San Lorenzo, la Procesión de los Pasos permitió así contemplar cinco de las piezas que integran el rico patrimonio local: Nuestro Padre Jesús Nazareno, talla titular de la cofradía homónima; Jesús en el Gólgota, el conocido como ‘Majito Barreno’, liderado por las mujeres de las cofradías; las Tres Marías con San Juan, portada por los quintos y quintas y, por su envergadura y plasticidad, las ‘joyas’ de la macha: La Crucifixión, conocida como Caballo de Longino y El Descendimiento, todas ellas, de la escuela castellana del siglo XVII. 
 
En cuanto a la escenificación de ‘La Isa’, de origen incierto, cuenta la tradición que a los forasteros incautos que pasaban delante de la capilla se les cogía en volandas y, con los pies por delante, se atizaban las puertas tras las que se cobijaban los pasos procesionales.
 
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