Violencia juvenil: futura violencia sexista

Estamos oyendo, leyendo, viendo noticias todos los días sobre nuevos casos de violencia contra las mujeres. Y parece que contra más medidas se pretenden tomar, menos soluciones tenemos para evitar otro caso más.

Yo no voy a hablar de si la crisis merma los recursos económicos, de si hay menos pulseras que controlen a los acosadores, de si la justicia es justa en las sentencias que se dictan. Hablaré de educar en igualdad en los menores.

Cuántas veces habremos dicho eso de “los niños no lloran”... Qué pasa,  ¿las niñas sí lloran y los niños no? Pues claro que los niños también lloramos. Esta primitiva frase puede ser una de las causas por las que cada vez existen más casos de violencia contra las mujeres más jóvenes.

Educar en valores, en igualdad, en que todos somos iguales y no pertenecemos a nadie se me antoja fundamental en la prevención de la violencia machista. La sociedad ha cambiado en muchos aspectos y las relaciones sentimentales entre los jóvenes comienzan a edades muy tempranas, como pasa con el consumo de alcohol o el tabaco. No me parece malo que la gente se relacione a edades tempranas, pero las consecuencias de una mala relación a estas edades pueden resultar muy perjudiciales. Una chica joven es muy difícil que vea los celos de su novio como el comienzo de una violencia hacia ella. Y no quiero generalizar, pero tampoco pasarlo por alto. Un ejemplo: ese novio que le dice a su chica que ciertas cosas no se las puede poner por qué está demasiado guapa con ella, o que por qué queda con sus amigas tantas veces o con quien ‘guasapea’ mientras está con él tomando un café. Estos casos, a una mujer joven, le puede parecer una muestra de amor, pero es todo lo contrario. 

No pertenecemos a nadie, por mucho que seamos ‘sus’ novios, novias, maridos, esposas, hombres o mujeres. La violencia física no es el comienzo de la violencia de género o machista. Este tipo de violencia es el final de una serie de actos que ha sufrido la víctima. Seguro que antes ha habido violencia psíquica, social, económica… y es aquí donde la familia, amigos y queridos tienen que estar cerca para hacérselo ver.

Desde pequeños tenemos que aprender a que en casa se colabora, no se ayuda al otro. Que todos podemos hacer las mismas tareas, que no hay tareas de chicas y de chicos. Miles de actividades se hacen en los colegios de toda España para enseñar que todos somos iguales y que los derechos y obligaciones son las mismas. No podemos dejar de trabajar en ello. Como todo, es por el bien común.