Emilio Vilar Emilio Vilar
Sábado, 25 de Junio de 2016

Veinticinco de junio

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Conmovedora historia del mendigo exguardia civil enfermo.
 
25.06.1908 – El Día
 
“Guardia Civil. ¡Caridad!. Luis del Alamo Martin, después de más de veinte años de servicios en la Guardia civil, á la que había dedicado toda su vida, enfermó gravemente y fué expulsado del Instituto. Tiene esposa y cinco hijos y el desventurado se va consumiendo por la fiebre y por la traidora enfermedad que mina su existencia. Implorando una limosna vino el matrimonio desde Sahagun á Madrid sufriendo las consiguientes fatigas. En la Dirección general fueron socorridos por todos, generales, jefes, oficiales y tropa, reuniendo unas pesetas para poder regresar y siendo el pobre Luis del Alamo autorizado para que se dirija á sus compañeros del Instituto en demanda de socorro. Honda pena nos produjo la visita. Demacrado, fatigoso, extenuado por la anemia, apenas podía tenerse en pie el que había sido un buen soldado de la patria. Le socorrimos con una pequeñez y le ofrecimos llamar al corazón de los que ayer fueron sus compañeros. Así lo hacemos, rogando á todos una limosna para el infortunado Luis del Alamo Martin, que se encuentra gravemente enfermo, inútil para el trabajo y en la miseria más espantosa. Pueden enviar su socorro al cajero de la Comandancia de León, cada cual en la medida de sus fuerzas, diez céntimos, veinte, cincuenta, una peseta, lo que sea. Realizarán, á la vez que una obra de caridad, un acto hermoso de fraternal compañerismo”. 
 

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Parece que la afición taurina no se limitaba a las fiestas patronales, según nos cuenta esta revista madrileña con una tirada de 4.000 ejemplares.
 
25.06.1910 – El Toreo 
 
“Contratas. El matador de novillos toros Vicente Sanz (Matapozuelos), toreará el 3 de Julio en Sahagún”.
 

 
En este periódico de Gerona aparece la curiosa historia de 'El Quincle' de Joarilla.
 
25.06.1963 – Los Sitios
 
“Hablando solo. Tipejos. “El Quincle” –debía tener nombre además de apodo pero yo no lo sé-, era un bárbaro en la mitad de lo que hacía que era hablar. Tenía para su uso un fraseo que debía producirle envidia al mismo Satanás. ¡Con decir que no había palabra desvergonzada de criatura que no se cargara en la cuenta de habérsela oído a “El Quincle”, está dicho todo!.
El pueblo se había acostumbrado a oírle. El pueblo y su par de bueyes, con los que el hombre labraba cuatro tierras y otros tantos majuelos, en los que cada año, esperaban los aldeanos ver florecer el castigo de Dios con una filoxera que les adejara para el arrastre. Por el contrario, le daban un vinillo dulzón, como si no hubieran sido arados entre amargura de blasfemias. De tal forma su yunta se había acostumbrado a obedecerle con música de malas palabras que no se movía mientras no oyera algo que ofendiera.
El pueblo estaba metido y sigue estando a pesar de los años y los gobiernos, lejos de todo camino decente y en invierno rodeado de agua y barro por todas las partes.
Y nada menos que en invierno se le ocurrió al bueno del Señor Obispo, ir al pueblo para lo de la visita pastoral. No había en Joarilla mejor yunta ni mejor carro de labranza que el de “El Quincle”. De forma que se acudió a él.
-No te vendría bien ir a buscar a la estación de Sahagún al señor Obispo? 
El hombre, de la manera que él sabía decirlo, dijo que sí. Y por aquel atolladero del camino de Sahagún, salió de anoche aún, para estar con tiempo en la estación, a la llegada del correo de Asturias. 
Llegó el señor Obispo, “El Quincle” puso los bueyes de cara a Joarilla, y aguantándose las ganas de maldecir como jamás lo había hecho, dejó que la yunta fuera recorriendo el sendero con el peor paso. Como los bueyes no oían hablar mal, se creían en buen caminar. 
Pero llegó la dehesa de Valdelaguna, con el valle, el torrente y la mar de barro, y el carro se atascó en medio del arroyo.
-¡Arre! ¡Arre! –animaba “El Quincle”, sin que los bueyes se dieran por aludidos.
Bien sabía el labriego, cómo tenía que hablar para salir de allí pronto y bien, pero eso de estar allí el señor Obispo…
-¿Me deja decir una palabrota? –se atrevió al fin “El Quincle” viendo que la noche se les echaba encima.
- Pero hijo…
- ¡Tápese los oídos!
Obedeció el Obispo y vió cómo los bueyes  se estiraban y arrancaban el carro de entre aquel lodazal.
-¿Qué les has dicho, hijo?
-Nada: la costumbre –contestó tranquilo “El Quincle”.
 

NUEVAS INCORPORACIONES 

 
A ver, señor ministro, no tenemos paciencia franciscana porque somos benedictinas, de manera que o nos arregla el techo o no tendrá nuestras bendiciones. 
 
25.06.1887 – La Correspondencia Eclesiástica 
 
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Desconocemos más detalles de Francisco Cortezo, en todo caso descartamos cualquier vinculación con el que fuera diputado cunero por Sahagún en 1891, Carlos María Cortezo, médico ilustre que posteriormente fue diputado por Pontevedra y por Orense en cuatro ocasiones.
 
25.06.1930 – El Día de Palencia 
 
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