Del Viernes, 22 de Agosto de 2025 al Martes, 23 de Septiembre de 2025

Historia
El sahagunense Fernando de Castro y Pajares: de capellán en la corte a inspiración en las aulas
El intelectual pondrá nombre al Instituto de Educación Secundaria de Sahagún
“Lo que más necesitan, aun los mejores de nuestros buenos estudiantes, es mayor intensidad de vida, mayor actividad para todo, en espíritu y cuerpo: trabajar más, sentir más, pensar más, querer más, jugar más, dormir más, comer más, lavarse más, divertirse más”
Francisco Giner de los Ríos (Málaga, 1839 – Madrid, 1915)
Como ya se anunció en un reciente y destacado artículo de esta misma editorial, durante el presente curso toda la comunidad educativa del Instituto de Educación Secundaria de Sahagún ha sido partícipe de un proceso electivo con el propósito de elegir un nombre para nuestro instituto. De tal procedimiento, resultó elegida la opción que proponía al intelectual decimonónico Fernando de Castro y Pajares. Algo que, según el proceder de la Administración, tampoco será inmediato, pues se deberá de satisfacer el correspondiente trámite, por lo que su elección, solo ha sido el inicio.
Los vecinos de Sahagún paseamos por la avenida con el nombre de nuestro ilustre paisano, los alumnos del instituto, según el nivel que estén cursando o en alguna ocasión especial, acuden al edificio con esa denominación. Pero ¿quién fue Fernando de Castro?
Corría el año 1814, ya con la Guerra de la Independencia finalizada, y en un Sahagún aún dolorido por los abusos de las tropas francesas, en una casa de soportales, entre lo que fue el bar de Java (hoy sucursal del Banco Santander) y el bar Casa Simón (1), nacía Fernando de Castro. Disfrutaría su infancia por las calles de la villa hasta que, a la temprana edad de 12 años, huérfano de ambos progenitores, quedó a cargo de su hermano José, trasladándose al poco tiempo a los Gilitos de San Diego de Valladolid (2), donde dio comienzo su carrera eclesiástica, su dilatada formación académica y su periplo de vida.
Exclaustrado por Mendizábal antes de cantar misa, fue ordenado sacerdote a los 24 años en el Seminario Mayor de San Froilán en León, del que un año después era nombrado vicerrector. En la misma ciudad, fue fundador de la Biblioteca Provincial, miembro de la Comisión Artística y secretario de la Comisión Central de Monumentos Históricos y Artísticos, además de formar parte de la Sociedad Económica del País. En 1845 Fernando de Castro decidió trasladarse a Madrid. Allí ejerció como profesor sustituto de Historia de la Universidad Central, precedente de la actual Universidad Complutense, hasta que en 1847 conseguía obtener la cátedra. En 1850, siete años después de que Isabel II hubiese sido declarada mayor de edad, nuestro insigne personaje ya desempeñaba los cargos de capellán de honor de la corte y predicador de su Majestad. No consiguió, sin embargo, acceder a la sede episcopal de Orihuela. Por entonces eran muchos sus méritos, pero lo más excepcional de su trayectoria académica y vital aún estaba por suceder.
A mitad de la década de los años cincuenta, Fernando de Castro es comisionado a visitar los principales colegios de Francia, Suiza y Alemania. La experiencia de este viaje por Europa le hace consciente del problema educacional español. Poco después entra en contacto con el ideario krausista de la mano de Sanz del Río (3), lo que supone un punto de inflexión en su vida. Es entonces cuando se activa su conciencia política, comienza el cuestionamiento de su ortodoxia religiosa y su lucha a favor de las causas sociales, entre las que la educativa se convertirá en una verdadera prioridad.
Respecto a su intuición política, queda bien evidenciada en su ‘sermón de las barricadas’ de 1861 (4), donde previó la Revolución la Gloriosa del 68 y el derrocamiento de la reina. En 1863 dimite de su título de capellán de corte. Hacía tiempo que se iba separando de la Iglesia institucional.
En la convulsa España de finales de los años sesenta del siglo XIX, las intrigas políticas se alternaban con pronunciamientos militares. Tras la intentona frustrada del general Prim de 1866 y entre las consecuencias reaccionarias que se sucedieron, Fernando de Castro fue separado de su cátedra por la negativa a firmar el decreto de adhesión a Isabel II, así como por no declarar si era o no católico (5), restituido tras el triunfo de la revolución contra Isabel II. Apenas inaugurado el Sexenio Democrático, pasó a ser nombrado rector de la universidad madrileña, dignidad de la que tomó posesión con un memorable discurso exaltando la libertad de enseñanza. El desempeño de este cargo le permitió abrir la institución a diversas asociaciones involucradas en la educación popular en una España donde imperaba el analfabetismo. A las clases de impresores y linotipistas tuvo oportunidad de acudir un joven Pablo Iglesias Posse, más adelante fundador del Partido Socialista Obrero Español.
Su compromiso con el pensamiento progresista no fue meramente circunstancial. La admiración con que defiende la postura de Nicolás Salmerón respecto a su defensa de la legalidad de la Internacional y su liderazgo de la causa antiesclavista presidiendo la Sociedad Abolicionista (6), son muestras de ese progresivo posicionamiento.
Ahora bien, toda esta brillante trayectoria podría haberse visto ya reconocida al nombrar una avenida, una asociación cultural o la dedicatoria de algún merecido artículo como el publicado en este mismo periódico en febrero de 2018, por lo que nuestro propósito aquí es explicar un poco mejor por qué Fernando de Castro fue propuesto y finalmente elegido como denominación de nuestro instituto, un pequeño centro rural que da servicio a toda la comarca, y para ello principalmente hemos de apelar a cuestiones prioritariamente vinculadas al mundo de la enseñanza.
En primer lugar hemos de destacar su importante aportación en defensa del derecho de cátedra, es decir, de la libre expresión del profesor para cumplir con el ejercicio de su profesión, en palabras del propio Fernando de Castro, “bajo la salvaguardia de la libertad científica y de su conciencia moral” y en contra de la censura, el control institucional y de todo aquello que redirija el aprendizaje del alumno hacia el adoctrinamiento e interfiera en el conocimiento racional y el pensamiento crítico.
Su inquietud por mejorar la educación e instrucción de la mujer, que le llevó a promover la creación de escuelas y actividades como el Aula Abierta Dominical, con especial afluencia femenina, y finalmente, en 1870, la fundación de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer (7), lo que supone un hito en su acceso a las aulas. Sin embargo, no podemos calificar su postura como feminista en los términos actuales sin caer en un anacronismo histórico-conceptual. Su paradigma de la sociedad y la familia en un contexto decimonónico, no le permitieron desligar el roll femenino del ámbito familiar y privado en su ideario, pero sus proyectos supusieron un importante resorte para la integración de la mujer, como reconocería su amiga y admiradora Concepción Arenal (8).
Sin embargo, en lo más profundo de su ánimo, lo que tramaba Fernando de Castro era una modernización integral de la enseñanza. En un complicado panorama político, con la abdicación de Amadeo de Saboya ante las hostilidades de carlistas, alfonsinos y republicanos como fondo, Fernando de Castro se centra sobre todo en favorecer, desde la comisión de apoyo a la Dirección de Instrucción Pública, que se pongan en práctica las reformas educativas de Giner de los Ríos. Se estaba gestando un nuevo modelo de enseñanza que se materializaría con la fundación en 1876 de la Institución Libre de la Enseñanza, el primer proyecto en España que recogía las ideas educativas que fluían en Europa a partir de principios pedagógicos innovadores y apartados del dogmatismo, como la formación más allá de las aulas, proyectos interdisciplinares y con la colaboración con las familias como pilar fundamental.
El derrocamiento de la I República en enero de 1874 a partir del golpe de estado del General Pavía quebró toda esperanza de concordia en España. Los docentes krausistas se vieron sometidos a una severa purga, la memoria de Fernando de Castro vilipendiada por los juicios de valor infundados sobre todo de Menéndez Pelayo, su memoria vetada.
Con el cuerpo y el espíritu quebrados y sin ver materializados todos los proyectos que inspiró, Fernando de Castro muere en mayo de ese mismo año, iniciada la Restauración. Las instrucciones en su testamento para su funeral llevaron a un reducido, pero muy apenado, cortejo fúnebre al cementerio civil donde ya reposaba su amigo Sanz del Río. No había olvidado a su pueblo natal, en su Memoria Testamentaria destina parte de su dinero al socorro de alguna familia pobre de Sahagún.
La personalidad de Fernando de Castro y Pajares asume en sí misma unos principios profundamente inspiradores para todos los docentes, vigentes hoy en día, y que representan un modelo de enseñanza a tener en cuenta en la actualidad, a fin de no olvidar la prioridad que nos mueve, nuestros alumnos, por encima de todo, incluso de la propia institución.
Adenda: Entre la prolífica obra de Fernando de Castro, repleta de impactantes sermones, acertados discursos, obras filosóficas y de historia, podemos destacar por su relación al tema: El Quijote para todos, anotado y prologado; El Quijote de los niños y para el pueblo, abreviado y prologado; Compendio razonado de historia general; Carácter de la educación de la mujer (discurso); Concepto fundamental de la segunda enseñanza, Boletín Revista de la Universidad de Madrid, número uno, 1869; pero sobre todo Memoria Testamentaria, reivindicado como testimonio autobiográfico.
(1) Al parecer, una placa conmemorativa daba fe de ello antes del derribo del edificio que hoy se conserva como solar.
(2) Hace referencia al monasterio de franciscanos descalzos de San Diego de Valladolid.
(3) El Krausismo español, inspirado en el filósofo alemán postkantiano Karl Christian Friedrich Krause, fue, más que una escuela filosófica, un movimiento intelectual, religioso y político que agrupó a la izquierda burguesa liberal y propugnó la racionalización de la cultura, sustituyendo la religiosidad española por una moral austera, además de hacer de la cuestión pedagógica uno de sus fundamentos. Tuvo su apogeo entre los años 1850 y 1880 y como figura líder podemos considerar a Sanz del Río, coetáneo y amigo de Fernando de Castro. Otros krausistas destacados fueron Giner de los Ríos, Nicolás Salmerón o Gumersindo de Azcárate.
(4) Considerado como un gran predicador, tuvo la misión de intervenir en señaladas ocasiones. De especial importancia fue el pronunciado de 1861 para la celebración de agradecimiento por haber librado a España del terremoto de Lisboa, conocido como el Sermón de las barricadas, su contenido ocasionó un gran impacto en la Corte.
(5) Este episodio de censura y autoritarismo fue compartido con Sanz del Río, Giner de los Ríos o Castelar, y se produce derivado del contexto de lo que se conoce como la cuestión universitaria, las imposiciones derivadas de la Ley Moyano contra la libertad de enseñanza y las consecuencias de las revueltas estudiantiles de la Noche de San Daniel, combinada con las medidas represivas de O’Donell tras el fracaso del pronunciamiento.
(6) Del núcleo krausista surgieron buena parte del grupo antiesclavista español, además de Fernando de Castro se comprometieron con esta causa y formaron parte de la Sociedad Abolicionista Española Emilio Castelar, Giner de los Ríos o Rafael María de Labra. En España, no era legal esclavizar a los indios, pero a mediados del siglo XIX aún se mantenía la trata de negros en Cuba y Santo domingo.
(7) De la agrupación de todas las actividades, empresas y proyectos promovidas por Fernando de Castro en relación a la educación de la mujer desde 1861, surge la Fundación Fernando de Castro y que se erige en testimonio del avance del pensamiento y la pedagogía manteniendo vivos los ideales de su fundador, quien finalmente no pudo ver terminado su proyecto.
(8) La estrecha relación entre Fernando de Castro y Concepción Arenal queda testificada en La Voz de la Caridad del 15-05-1874 donde se comenta que en 1874, al fallecer Fernando de Castro, Arenal, pierde un gran amigo, y se recuerda cómo durante cuatro años fue una de las dos personas que aportaron fondos para publicar La Voz de la Caridad y que pertenecía a Dos Decenas, un organismo creado por ella, por el que diez personas se hacían cargo de una familia, además de ofrecer frecuentes limosnas para los pobres.
■ Carmen Rebollo Gutiérrez es profesora de Geografía e Historia en el Instituto de Educación Secundaria de Sahagún
“Lo que más necesitan, aun los mejores de nuestros buenos estudiantes, es mayor intensidad de vida, mayor actividad para todo, en espíritu y cuerpo: trabajar más, sentir más, pensar más, querer más, jugar más, dormir más, comer más, lavarse más, divertirse más”
Francisco Giner de los Ríos (Málaga, 1839 – Madrid, 1915)
Como ya se anunció en un reciente y destacado artículo de esta misma editorial, durante el presente curso toda la comunidad educativa del Instituto de Educación Secundaria de Sahagún ha sido partícipe de un proceso electivo con el propósito de elegir un nombre para nuestro instituto. De tal procedimiento, resultó elegida la opción que proponía al intelectual decimonónico Fernando de Castro y Pajares. Algo que, según el proceder de la Administración, tampoco será inmediato, pues se deberá de satisfacer el correspondiente trámite, por lo que su elección, solo ha sido el inicio.
![[Img #26381]](http://sahagundigital.com/upload/images/07_2023/92_fernando-castro-pajares.jpg)
Los vecinos de Sahagún paseamos por la avenida con el nombre de nuestro ilustre paisano, los alumnos del instituto, según el nivel que estén cursando o en alguna ocasión especial, acuden al edificio con esa denominación. Pero ¿quién fue Fernando de Castro?
Corría el año 1814, ya con la Guerra de la Independencia finalizada, y en un Sahagún aún dolorido por los abusos de las tropas francesas, en una casa de soportales, entre lo que fue el bar de Java (hoy sucursal del Banco Santander) y el bar Casa Simón (1), nacía Fernando de Castro. Disfrutaría su infancia por las calles de la villa hasta que, a la temprana edad de 12 años, huérfano de ambos progenitores, quedó a cargo de su hermano José, trasladándose al poco tiempo a los Gilitos de San Diego de Valladolid (2), donde dio comienzo su carrera eclesiástica, su dilatada formación académica y su periplo de vida.
![[Img #26383]](http://sahagundigital.com/upload/images/07_2023/5648_fernando-castro-2.jpg)
Exclaustrado por Mendizábal antes de cantar misa, fue ordenado sacerdote a los 24 años en el Seminario Mayor de San Froilán en León, del que un año después era nombrado vicerrector. En la misma ciudad, fue fundador de la Biblioteca Provincial, miembro de la Comisión Artística y secretario de la Comisión Central de Monumentos Históricos y Artísticos, además de formar parte de la Sociedad Económica del País. En 1845 Fernando de Castro decidió trasladarse a Madrid. Allí ejerció como profesor sustituto de Historia de la Universidad Central, precedente de la actual Universidad Complutense, hasta que en 1847 conseguía obtener la cátedra. En 1850, siete años después de que Isabel II hubiese sido declarada mayor de edad, nuestro insigne personaje ya desempeñaba los cargos de capellán de honor de la corte y predicador de su Majestad. No consiguió, sin embargo, acceder a la sede episcopal de Orihuela. Por entonces eran muchos sus méritos, pero lo más excepcional de su trayectoria académica y vital aún estaba por suceder.
A mitad de la década de los años cincuenta, Fernando de Castro es comisionado a visitar los principales colegios de Francia, Suiza y Alemania. La experiencia de este viaje por Europa le hace consciente del problema educacional español. Poco después entra en contacto con el ideario krausista de la mano de Sanz del Río (3), lo que supone un punto de inflexión en su vida. Es entonces cuando se activa su conciencia política, comienza el cuestionamiento de su ortodoxia religiosa y su lucha a favor de las causas sociales, entre las que la educativa se convertirá en una verdadera prioridad.
![[Img #26384]](http://sahagundigital.com/upload/images/07_2023/6870_fernando-castro-3.jpg)
Respecto a su intuición política, queda bien evidenciada en su ‘sermón de las barricadas’ de 1861 (4), donde previó la Revolución la Gloriosa del 68 y el derrocamiento de la reina. En 1863 dimite de su título de capellán de corte. Hacía tiempo que se iba separando de la Iglesia institucional.
En la convulsa España de finales de los años sesenta del siglo XIX, las intrigas políticas se alternaban con pronunciamientos militares. Tras la intentona frustrada del general Prim de 1866 y entre las consecuencias reaccionarias que se sucedieron, Fernando de Castro fue separado de su cátedra por la negativa a firmar el decreto de adhesión a Isabel II, así como por no declarar si era o no católico (5), restituido tras el triunfo de la revolución contra Isabel II. Apenas inaugurado el Sexenio Democrático, pasó a ser nombrado rector de la universidad madrileña, dignidad de la que tomó posesión con un memorable discurso exaltando la libertad de enseñanza. El desempeño de este cargo le permitió abrir la institución a diversas asociaciones involucradas en la educación popular en una España donde imperaba el analfabetismo. A las clases de impresores y linotipistas tuvo oportunidad de acudir un joven Pablo Iglesias Posse, más adelante fundador del Partido Socialista Obrero Español.
![[Img #26385]](http://sahagundigital.com/upload/images/07_2023/2009_fernando-castro-4.jpg)
Su compromiso con el pensamiento progresista no fue meramente circunstancial. La admiración con que defiende la postura de Nicolás Salmerón respecto a su defensa de la legalidad de la Internacional y su liderazgo de la causa antiesclavista presidiendo la Sociedad Abolicionista (6), son muestras de ese progresivo posicionamiento.
Ahora bien, toda esta brillante trayectoria podría haberse visto ya reconocida al nombrar una avenida, una asociación cultural o la dedicatoria de algún merecido artículo como el publicado en este mismo periódico en febrero de 2018, por lo que nuestro propósito aquí es explicar un poco mejor por qué Fernando de Castro fue propuesto y finalmente elegido como denominación de nuestro instituto, un pequeño centro rural que da servicio a toda la comarca, y para ello principalmente hemos de apelar a cuestiones prioritariamente vinculadas al mundo de la enseñanza.
En primer lugar hemos de destacar su importante aportación en defensa del derecho de cátedra, es decir, de la libre expresión del profesor para cumplir con el ejercicio de su profesión, en palabras del propio Fernando de Castro, “bajo la salvaguardia de la libertad científica y de su conciencia moral” y en contra de la censura, el control institucional y de todo aquello que redirija el aprendizaje del alumno hacia el adoctrinamiento e interfiera en el conocimiento racional y el pensamiento crítico.
Su inquietud por mejorar la educación e instrucción de la mujer, que le llevó a promover la creación de escuelas y actividades como el Aula Abierta Dominical, con especial afluencia femenina, y finalmente, en 1870, la fundación de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer (7), lo que supone un hito en su acceso a las aulas. Sin embargo, no podemos calificar su postura como feminista en los términos actuales sin caer en un anacronismo histórico-conceptual. Su paradigma de la sociedad y la familia en un contexto decimonónico, no le permitieron desligar el roll femenino del ámbito familiar y privado en su ideario, pero sus proyectos supusieron un importante resorte para la integración de la mujer, como reconocería su amiga y admiradora Concepción Arenal (8).
![[Img #26386]](http://sahagundigital.com/upload/images/07_2023/1843_fernando-castro-5.jpg)
Sin embargo, en lo más profundo de su ánimo, lo que tramaba Fernando de Castro era una modernización integral de la enseñanza. En un complicado panorama político, con la abdicación de Amadeo de Saboya ante las hostilidades de carlistas, alfonsinos y republicanos como fondo, Fernando de Castro se centra sobre todo en favorecer, desde la comisión de apoyo a la Dirección de Instrucción Pública, que se pongan en práctica las reformas educativas de Giner de los Ríos. Se estaba gestando un nuevo modelo de enseñanza que se materializaría con la fundación en 1876 de la Institución Libre de la Enseñanza, el primer proyecto en España que recogía las ideas educativas que fluían en Europa a partir de principios pedagógicos innovadores y apartados del dogmatismo, como la formación más allá de las aulas, proyectos interdisciplinares y con la colaboración con las familias como pilar fundamental.
El derrocamiento de la I República en enero de 1874 a partir del golpe de estado del General Pavía quebró toda esperanza de concordia en España. Los docentes krausistas se vieron sometidos a una severa purga, la memoria de Fernando de Castro vilipendiada por los juicios de valor infundados sobre todo de Menéndez Pelayo, su memoria vetada.
Con el cuerpo y el espíritu quebrados y sin ver materializados todos los proyectos que inspiró, Fernando de Castro muere en mayo de ese mismo año, iniciada la Restauración. Las instrucciones en su testamento para su funeral llevaron a un reducido, pero muy apenado, cortejo fúnebre al cementerio civil donde ya reposaba su amigo Sanz del Río. No había olvidado a su pueblo natal, en su Memoria Testamentaria destina parte de su dinero al socorro de alguna familia pobre de Sahagún.
La personalidad de Fernando de Castro y Pajares asume en sí misma unos principios profundamente inspiradores para todos los docentes, vigentes hoy en día, y que representan un modelo de enseñanza a tener en cuenta en la actualidad, a fin de no olvidar la prioridad que nos mueve, nuestros alumnos, por encima de todo, incluso de la propia institución.
Adenda: Entre la prolífica obra de Fernando de Castro, repleta de impactantes sermones, acertados discursos, obras filosóficas y de historia, podemos destacar por su relación al tema: El Quijote para todos, anotado y prologado; El Quijote de los niños y para el pueblo, abreviado y prologado; Compendio razonado de historia general; Carácter de la educación de la mujer (discurso); Concepto fundamental de la segunda enseñanza, Boletín Revista de la Universidad de Madrid, número uno, 1869; pero sobre todo Memoria Testamentaria, reivindicado como testimonio autobiográfico.
(1) Al parecer, una placa conmemorativa daba fe de ello antes del derribo del edificio que hoy se conserva como solar.
(2) Hace referencia al monasterio de franciscanos descalzos de San Diego de Valladolid.
(3) El Krausismo español, inspirado en el filósofo alemán postkantiano Karl Christian Friedrich Krause, fue, más que una escuela filosófica, un movimiento intelectual, religioso y político que agrupó a la izquierda burguesa liberal y propugnó la racionalización de la cultura, sustituyendo la religiosidad española por una moral austera, además de hacer de la cuestión pedagógica uno de sus fundamentos. Tuvo su apogeo entre los años 1850 y 1880 y como figura líder podemos considerar a Sanz del Río, coetáneo y amigo de Fernando de Castro. Otros krausistas destacados fueron Giner de los Ríos, Nicolás Salmerón o Gumersindo de Azcárate.
(4) Considerado como un gran predicador, tuvo la misión de intervenir en señaladas ocasiones. De especial importancia fue el pronunciado de 1861 para la celebración de agradecimiento por haber librado a España del terremoto de Lisboa, conocido como el Sermón de las barricadas, su contenido ocasionó un gran impacto en la Corte.
(5) Este episodio de censura y autoritarismo fue compartido con Sanz del Río, Giner de los Ríos o Castelar, y se produce derivado del contexto de lo que se conoce como la cuestión universitaria, las imposiciones derivadas de la Ley Moyano contra la libertad de enseñanza y las consecuencias de las revueltas estudiantiles de la Noche de San Daniel, combinada con las medidas represivas de O’Donell tras el fracaso del pronunciamiento.
(6) Del núcleo krausista surgieron buena parte del grupo antiesclavista español, además de Fernando de Castro se comprometieron con esta causa y formaron parte de la Sociedad Abolicionista Española Emilio Castelar, Giner de los Ríos o Rafael María de Labra. En España, no era legal esclavizar a los indios, pero a mediados del siglo XIX aún se mantenía la trata de negros en Cuba y Santo domingo.
(7) De la agrupación de todas las actividades, empresas y proyectos promovidas por Fernando de Castro en relación a la educación de la mujer desde 1861, surge la Fundación Fernando de Castro y que se erige en testimonio del avance del pensamiento y la pedagogía manteniendo vivos los ideales de su fundador, quien finalmente no pudo ver terminado su proyecto.
(8) La estrecha relación entre Fernando de Castro y Concepción Arenal queda testificada en La Voz de la Caridad del 15-05-1874 donde se comenta que en 1874, al fallecer Fernando de Castro, Arenal, pierde un gran amigo, y se recuerda cómo durante cuatro años fue una de las dos personas que aportaron fondos para publicar La Voz de la Caridad y que pertenecía a Dos Decenas, un organismo creado por ella, por el que diez personas se hacían cargo de una familia, además de ofrecer frecuentes limosnas para los pobres.
■ Carmen Rebollo Gutiérrez es profesora de Geografía e Historia en el Instituto de Educación Secundaria de Sahagún
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