Del Sábado, 01 de Noviembre de 2025 al Domingo, 16 de Noviembre de 2025
Néstor Hernández Alonso
Las espigadoras
Estos últimos días ha corrido por Internet un vídeo, grabado en Calzada, en el cual un grupo numeroso de mujeres, de más de sesenta años, interpretaba la romanza de esa conocida zarzuela. Destaco la escenografía, con aperos de la labranza, adecuada para la temática desarrollada, la gracia y soltura de sus movimientos, la uniformidad de los pasos de baile, la sonoridad de los cantos, la variedad de sus vestidos…; sin embargo, por encima de eso, pretendo destacar la importancia de estos trabajos, realizados por la Unidad de la Memoria en zonas rurales.
La población rural, compuesta por hombres y mujeres mayores en su mayoría, que con enorme dificultad asistieron a la escuela, agradecen enormemente cualquier intento de adaptación a la vida moderna y, además, son muy receptivos y colaboran y aprenden con extraordinaria rapidez. Yo los he visto pintar, realizar trabajos manuales, hacer muñecos, coser la tela de los pendones... y hacerlo bien y con gran habilidad.
Ahora que todo esto parece que sobra, porque cuesta dinero y no es rentable económicamente, escribo este artículo para defender estos trabajos. Desconocen las autoridades –que suelen vivir en las ciudades- las aportaciones de estas actividades, el bien que hacen, cómo facilitan la autoestima. Por ello, no me cansaré de gritar por su mantenimiento, cueste lo que cueste. Por encima de la economía, está siempre el servicio social, y la población rural, agradecida como ninguna, necesita ahora comprobar que la vida en un pueblo tiene sentido.
Estos últimos días ha corrido por Internet un vídeo, grabado en Calzada, en el cual un grupo numeroso de mujeres, de más de sesenta años, interpretaba la romanza de esa conocida zarzuela. Destaco la escenografía, con aperos de la labranza, adecuada para la temática desarrollada, la gracia y soltura de sus movimientos, la uniformidad de los pasos de baile, la sonoridad de los cantos, la variedad de sus vestidos…; sin embargo, por encima de eso, pretendo destacar la importancia de estos trabajos, realizados por la Unidad de la Memoria en zonas rurales.
La población rural, compuesta por hombres y mujeres mayores en su mayoría, que con enorme dificultad asistieron a la escuela, agradecen enormemente cualquier intento de adaptación a la vida moderna y, además, son muy receptivos y colaboran y aprenden con extraordinaria rapidez. Yo los he visto pintar, realizar trabajos manuales, hacer muñecos, coser la tela de los pendones... y hacerlo bien y con gran habilidad.
Ahora que todo esto parece que sobra, porque cuesta dinero y no es rentable económicamente, escribo este artículo para defender estos trabajos. Desconocen las autoridades –que suelen vivir en las ciudades- las aportaciones de estas actividades, el bien que hacen, cómo facilitan la autoestima. Por ello, no me cansaré de gritar por su mantenimiento, cueste lo que cueste. Por encima de la economía, está siempre el servicio social, y la población rural, agradecida como ninguna, necesita ahora comprobar que la vida en un pueblo tiene sentido.
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