Del Jueves, 16 de Octubre de 2025 al Viernes, 24 de Octubre de 2025

Creación literaria
El trigo
Por José Antonio Campillo Gayo
Si el grano de trigo que cae en tierra
no muere, queda solo, pero si muere
da mucho fruto…
Juan 12-24
Fuiste ayer semilla diminuta,
apenas nadería para la inmensa mayoría,
diseminada a voleo por mano acostumbrada,
de un experto e infatigable campesino
apegado de por vida a la brega cotidiana.
Fuiste fecundada en tierras contrastadas,
enriquecida previamente por untuosos muladares;
resurges a la luz sin quebrantos ni suspiros,
con la complicidad de un tiempo favorable,
y el relente complaciente de un otoño promediado.
Los días se suceden entre aires saludables y brumosos nubarrones,
tardes acortadas con diversos arreboles y noches de sobradas soledades,
hasta que, un día amanezca exultante la nueva primavera a insuflar vida a las plantas en su afán de dispersión,
fortaleciendo de esta guisa el empuje de la espiga.
Otra vez sin tú querer, se perpetuará el gran acontecer,
haciendo aparición el nuevo trigo, ¡oh milagro telúrico!,
mostrando sus granos - oro acariciado y codiciado del verano-,
para glosar un año más, las páginas más hermosas de antaño,
con renovados brazos, agrandando así la historia milenaria de la villa.
Despides a la última amapola apelando a la memoria,
merodean en tu entorno toda clase de matorrales desechados,
mientras, se mantiene firme la espiga en plan protagonista,
dispuesta a ser decapitada en aras de un bien humanitario,
secundando de este modo el reto ancestral de todo labrador.
Entre la enramada de una enraizada y profusa acacia,
se desgañita un sagaz y hábil gorrión de dudosa condición,
por una hembra núbil que le prende el corazón;
las bardas de los tapiales no ignoran las intenciones de los pardales,
que impulsivos, con desmesurada avidez, desgranan las espigas más granadas.
La premura del tiempo apremia en demasía,
de siempre corre por las venas sangre labradora que, altera y desbarata el dinamismo de un cauto jornalero en labores esenciales de siega y recogida, agavillando mieses hasta ubicarlas a buen recaudo en morenas alineadas.
José Antonio Campillo Gayo
Desde Grajal de Campos
Si el grano de trigo que cae en tierra
no muere, queda solo, pero si muere
da mucho fruto…
Juan 12-24
Fuiste ayer semilla diminuta,
apenas nadería para la inmensa mayoría,
diseminada a voleo por mano acostumbrada,
de un experto e infatigable campesino
apegado de por vida a la brega cotidiana.
Fuiste fecundada en tierras contrastadas,
enriquecida previamente por untuosos muladares;
resurges a la luz sin quebrantos ni suspiros,
con la complicidad de un tiempo favorable,
y el relente complaciente de un otoño promediado.
Los días se suceden entre aires saludables y brumosos nubarrones,
tardes acortadas con diversos arreboles y noches de sobradas soledades,
hasta que, un día amanezca exultante la nueva primavera a insuflar vida a las plantas en su afán de dispersión,
fortaleciendo de esta guisa el empuje de la espiga.
Otra vez sin tú querer, se perpetuará el gran acontecer,
haciendo aparición el nuevo trigo, ¡oh milagro telúrico!,
mostrando sus granos - oro acariciado y codiciado del verano-,
para glosar un año más, las páginas más hermosas de antaño,
con renovados brazos, agrandando así la historia milenaria de la villa.
Despides a la última amapola apelando a la memoria,
merodean en tu entorno toda clase de matorrales desechados,
mientras, se mantiene firme la espiga en plan protagonista,
dispuesta a ser decapitada en aras de un bien humanitario,
secundando de este modo el reto ancestral de todo labrador.
Entre la enramada de una enraizada y profusa acacia,
se desgañita un sagaz y hábil gorrión de dudosa condición,
por una hembra núbil que le prende el corazón;
las bardas de los tapiales no ignoran las intenciones de los pardales,
que impulsivos, con desmesurada avidez, desgranan las espigas más granadas.
La premura del tiempo apremia en demasía,
de siempre corre por las venas sangre labradora que, altera y desbarata el dinamismo de un cauto jornalero en labores esenciales de siega y recogida, agavillando mieses hasta ubicarlas a buen recaudo en morenas alineadas.
José Antonio Campillo Gayo
Desde Grajal de Campos
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