José Antonio Campillo Gayo José Antonio Campillo Gayo
Jueves, 15 de Mayo de 2025
Creación literaria

El trigo II

Por José Antonio Campillo Gayo

Vagan las hormigas tratando de reunir comida para el año, al tiempo que recelan viendo tanto grano por el suelo,
quizá ignoran el caprichoso antojo de los pardales que, hartos del rancho diario, jamás eluden disputas y rencillas con otras avecillas al desgrane nada fortuito de semillas; atentos de alzar el vuelo cuando la ocasión propicia tropelías al ver: orugas aburridas, grillos sin orgullo, mariposas alicortas, además de toda clase de inquietos insectos que, una y otra vez succionan en los lagrimales de los fatigados animales.
 
Todo está dispuesto a las labores más apremiantes en la era, bien sea el trillo empedrado, ya sean los ramales y cadenas; las cribas, rastras y horcas, esperan la llamada desde la tenada; a un segundo turno se apunta el gario, el bieldo y el aparvador, mientras el sombrero y visera no admiten más demora.
 
Meritoria labor la del labrador en la diaria odisea del acarreo, este buen mozo duerme poco de día y la noche la pasa en vela, sabiendo aguantar y resistir las embestidas de las tortuosas faenas; el ganado avanza a trompicones por caminos que no son tales, dubitativo a ratos, a veces cansino, siempre impaciente, soñoliento en numerosos momentos y en ocasiones ido. 
 
Preparada la trilla, las mulas echan a andar y el trillo a rodar, vueltas y vueltas alrededor conducidas por un adiestrado motril con tralla en ristre si se trata de corregir algún que otro desvarío; su pericia disipa dudas con su voz cantarina cuando emite un ¡arre! a tiempo tratando de aligerar el paso o avivar el trote. 
 
Llega el descanso deseado de la comida y la segunda holladura, el desorden desigual de la mies va cambiando de forma gradual, eficaz labor de unas volteaderas que remueven la cara más oculta, la espiga semidesnuda y despojada de sus granos apiñados, apaga su liviana melodía hasta bien entrado un nuevo día.
 
Dispar misión trillo- aparvador, mas su labor se complementa; el bieldo surge con el viento que limpia el montón del terreguero, sirviendo de reclamo a aves esperanzadas de granos mancillados; las cribas van cerrando el círculo depurando la buena semilla, y el gario nutre el pajar cual regalo al ganado, al hogar y al paladar. 
 
Es labor del molinero la de acertar con la molienda bien hecha, sacando a la luz una harina blanca que reporte un buen pan; animoso labora el avezado panadero tras la artesa de amasar con levadura y hurmiento, harina, agua y la sal como esencial, la briega del torno, el flamear del horno y el esperado candeal.
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