Bandas

No puede ni debe mantenerse que la banca, el sector financiero en general, sea una banda organizada para delinquir. Una afirmación categórica en ese sentido, además de poco rigurosa por generalizadora -se salva un uno por mil- resulta arriesgada desde que se puso de moda en la jurisdicción penal el honor de las personas jurídicas. Sin embargo, la carga presuntiva -coloquialmente, la pinta que tiene- al respecto es extraordinariamente intensa. 

 

Junto a ese sector, el energético, el de comunicaciones, y las aseguradoras, compiten por liderar el ranking de desprecio a consumidores y usuarios, pero el ‘nivel dios’ siempre lo ostentará la banca. 

 

En el medio rural, pasto del ostracismo general y diana del desprecio político, se ha instalado con la anuencia de los poderes públicos la banca virtual, una suerte de chiringuito de puertas cerradas donde te tienes que citar hasta para disponer de tu propio dinero si, como suele suceder, se ha desabastecido o averiado el cajero o no tienes próximo un experto informático que te auxilie para operar en la distancia. 

 

Frente a este desprecio los no millonarios, a la sazón casi todos, poco boicot podemos hacer, salvo exigir a los Ayuntamientos que expulsen a estos sinvergüenzas del sistema y operen con los que, de momento, son excepción. Formas ‘haylas’, aunque conociendo a la mayoría de los líderes municipales de la comarca, se me antoja poco probable.