Néstor Hernández Alonso Néstor Hernández Alonso 2
Viernes, 20 de Junio de 2014

El Paseo

[Img #7643]

Ayer te despertaste pronto, como habías prometido antes de iniciar las vacaciones en el pueblo. Te calzaste las zapatillas deportivas y con la chaqueta de la mano iniciaste el paseo por El plantío, en dirección a Moronta. Únicamente si te levantas al amanecer, ves despertarse a la naturaleza, dormida durante unas horas, te dijiste convencido. En mi pueblo, el amanecer está teñido de verde porque nace en el monte, entre robles y encinas. Se lava, luego, en la fuente, ahí, al inicio de las bodegas. Quita el tapón de madera y con el agua, ahora fría, retira las legañas de su rostro antes de asomarse a las primeras ventanas de la población.
El sol bajo, allá, en el horizonte, pero suficiente para contemplar el despertar de la vida, sentado en los bordes de El Corcho, escuchaste el concierto uniforme de pájaros e insectos, cada uno con su partitura bien aprendida. Callaban los grillos, reventados por el esfuerzo de la noche festiva; no obstante, pronto, alertados por ranas y sapos, reanudarán su canto y las notas, en escala alta, recuperarán su cri cri habitual.
Andando por el sendero, sentiste entre tus piernas el aviso suave de los juncos y de los tréboles, de tres o cuatro hojas, avisándote de que muy pronto el valle, las tierras y los viñedos cercanos se llenarían de colores. En efecto, tus ojos recibieron el verde, el amarillo, el rojo fuerte de las amapolas, el blanco, y necesitaste cerrarlos, henchidos de tanta agresividad cromática. Un vencejo, o una golondrina -no sé muy bien (a esas horas no los distingues)- rozaron tu cabeza incitándote a seguir.
Llegaste a Moronta y te sentaste en el prado, rodeado de chopos y paleras, acunados por la brisa de la mañana todavía joven. Cerca corría el reguero, sin prisas, sabedor de su cercana sequedad. Tirado sobre la hierba, sin temer la humedad, boca arriba, te abandonaste, dejaste que la naturaleza te dominara, que disfrutaran los sentidos. En medio de esa quietud absorbente, del goce pleno, te dormiste, riendo, según te comentaron otros aventureros como tú. No les dijiste nada, pero lamentaste que te despertaran porque soñabas que a la vuelta regresaría contigo la belleza de la naturaleza, para recuperar, de nuevo, su antiguo lugar en la tribuna de la plaza, junto a un pozo artesano, que, años atrás, había huido por falta de servidores.
Comentarios (2)
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  • GEMA MORAL

    GEMA MORAL | Viernes, 20 de Junio de 2014 a las 23:17:40 horas

    Maravilloso, si mi madre estuviera aquí se lo habría leido. Pero ella se fué Consuelo Moral y por eso gracias a estas palabras ella ha vuelto.

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  • maria  isabel

    maria isabel | Viernes, 20 de Junio de 2014 a las 22:12:13 horas

    Muy poetico,me transporta a ese mundo rural

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