Trinidad Viñas Cañadas Trinidad Viñas Cañadas
Miércoles, 06 de Agosto de 2014

La esencia de El Burgo

El despertador no sonó, pero tampoco hizo falta porque sobre las seis de la mañana me levanté de la cama que crujía cada vez que me movía.
La señora de la cama de enfrente estuvo roncado toda la santísima noche, como una jabata, intenté llamar su atención de diferentes formas pero ella estaba en el séptimo cielo y fue imposible que callaran sus estruendosos ronquidos y pensé que mejor hubiera sido escuchar las ranas de las charcas de El Burgo Ranero… por lo menos eso pensé yo cuando llegué a este precioso pueblecito que escucharía, pero no fue así. 
Masajeé mis pies para que pudieran aguantar la jornada, desayuné y agradecí al hospitalero con unos cuantos euros la atención prestada y salí a la única calle que atraviesa el pueblo donde aun se conservan algunas construcciones de adobe. 
Me santigüe cuando crucé frente a la parroquia de San Pedro Apóstol. Me contaron que tradicionalmente en la víspera de San Pedro los mozos de pueblo lo celebran colocando un ramo de flores en la ventana de las mozas casaderas. Esté amaneciendo y siento que me llevo parte de la esencia de este maravilloso lugar perdido y encontrado en mi caminar.

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