Del Jueves, 18 de Septiembre de 2025 al Domingo, 28 de Septiembre de 2025

Voy con el Camino
Acababa de dejar atrás El Burgo Ranero, cuando una tormenta primaveral la sorprendió obligándole a apretarse bajo un saliente rocoso junto a un pequeño grupo de peregrinos a la espera de que amainase. No le molestaba la lluvia, al contrario, estaba muy orgullosa de estar allí, pudiendo escuchar el sonido de las gotas estrellarse contra el suelo, las rocas, las ramas. Aspirando el olor de la tierra húmeda, contemplando las gotas atrapadas en las hojas y los charcos. Sonrió pensando en las cosas que podría contar cuando volviera a casa.
Fue un hombre algo mayor el que había reparado en ella en primer lugar.
— ¿Se encuentra bien? ¿Necesita ayuda?- Le preguntó.
Ella le sonrió. No le extrañó que le preguntase, pues no es lo más común encontrarse a una persona coja haciendo el Camino de Santiago.
— Sí, gracias. Estoy bien, puedo andar, solo que más despacio. — Explicó, como había hecho varias veces a lo largo de las etapas que lentamente iba recorriendo.
— ¿Pero cómo puede hacerlo sola?
Ella meditó un momento. Se había preparado mucho tiempo para ello. Decidió que el ir más lenta, le permitiría disfrutar más de la tierra de León.
— No voy sola, voy con el camino.
Acababa de dejar atrás El Burgo Ranero, cuando una tormenta primaveral la sorprendió obligándole a apretarse bajo un saliente rocoso junto a un pequeño grupo de peregrinos a la espera de que amainase. No le molestaba la lluvia, al contrario, estaba muy orgullosa de estar allí, pudiendo escuchar el sonido de las gotas estrellarse contra el suelo, las rocas, las ramas. Aspirando el olor de la tierra húmeda, contemplando las gotas atrapadas en las hojas y los charcos. Sonrió pensando en las cosas que podría contar cuando volviera a casa.
Fue un hombre algo mayor el que había reparado en ella en primer lugar.
— ¿Se encuentra bien? ¿Necesita ayuda?- Le preguntó.
Ella le sonrió. No le extrañó que le preguntase, pues no es lo más común encontrarse a una persona coja haciendo el Camino de Santiago.
— Sí, gracias. Estoy bien, puedo andar, solo que más despacio. — Explicó, como había hecho varias veces a lo largo de las etapas que lentamente iba recorriendo.
— ¿Pero cómo puede hacerlo sola?
Ella meditó un momento. Se había preparado mucho tiempo para ello. Decidió que el ir más lenta, le permitiría disfrutar más de la tierra de León.
— No voy sola, voy con el camino.
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