Enrique Rodríguez Sánchez Enrique Rodríguez Sánchez
Sábado, 23 de Agosto de 2014

La anciana

En las cercanías de Sahagún me retraso conscientemente del grupo. Necesito llamar a la soledad, que la intimidad del bello paisaje me pertenezca en exclusiva. Empiezo a aceptar la dificultad de la empresa: hacer el Camino acompañada, y dudo de si no es mejor volver a casa.
Junto al arco de San Benito una anciana de riguroso luto, pelo blanco y ojos claros me recibe como si llevara horas esperándome.
¿Adónde te diriges?
A Santiago.
No veo tu concha peregrina, aunque mi vista ya no es lo que era.
Bueno, en realidad, acompaño a unas amigas a hacer el Camino.
Aprovecha esta experiencia muchacha. No se hace el camino para acompañar.
Ya, pero no soy creyente.
No es cuestión de fe, sino de vida. Recapacita sobre ella, busca en tu interior y haz de ti una mejor persona. Este es el sentido del Camino, abre tu mano como una concha peregrina y comienza a sentir tu vida.
En ese momento, la anciana me regaló una concha de vieira que colgué en mi cuello. Hoy estoy en Santiago de Compostela gracias a aquella anciana sahagunense.

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