Juan José Sánchez Benito Juan José Sánchez Benito
Martes, 26 de Agosto de 2014

El segador

Contrató un arriero de León a mi abuelo charro para segar en los mares de trigo de Sahagún y una vez trillado en la era llevaban el grano de los grandes muelos a la fábrica de harinas. Mi ascendiente formaba cuadrilla con sus hermanos, hijos y sobrinos. Por primera vez llevaba al que sería mi padre. Tenía solo quince años y empezaba a manejar la hoz.
En Sahagún coincidían durmiendo en un gran pajar con peregrinos que hacían noche camino del Sepulcro del Apóstol. Mi padre los escuchaba atónito y asimilaba las anécdotas y lo vivido en Santiago cuando ya regresaban.
Un día le dio un gran golpe de sol; se le olvidó el sombrero. Por la noche una chispa del tren incendió las parvas de la era y también el pajar donde dormían. Intentando apagarlo volvió a sufrir mi padre otro sofoco. Cayó en coma varios días y con fiebre. Lo trajeron inconsciente a su tierra charra. Ya sano contaba las cosas como si las hubiese vivido él. El cura le llamó la atención que no recorrió el Camino. Por la autoridad que era se convenció pero volvió al año siguiente para entablar caraba con los concheros.

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