Fantasmas del Camino

El Guardián del Castillo de Grajal de Campos observaba siempre a los peregrinos que caminaban hacia el norte, buscando unirse al Camino. Deseaba ardientemente unirse a ellos y abandonar el solitario castillo. Hacía tiempo que había oído a la gente del pueblo comentar por las esquinas que estaba habitado por fantasmas y desde entonces no dormía tranquilo y se asustaba de su propia sombra.

Dos peregrinos atravesaron el pueblo charlando entusiasmados de lo que les esperaba en el viaje. El Guardián les saludó amablemente pero ninguno le devolvió el saludo. Eso no le sorprendió. La gente se había vuelto muy maleducada desde 1802.