Ángel Pontones Moreno Ángel Pontones Moreno
Viernes, 29 de Agosto de 2014

Encuentro

La mente son dos piernas que a menudo marchan solas, y conforme vamos dejando jornadas y kilómetros entre nosotros y el punto cero que otros llaman Orreaga, estas piernas de  la mente empiezan a divagar hasta sobre el color del asfalto, mientras las otras piernas, las de los pies, se preguntan por problemas más mundanos e inmediatos que se concretan en por cómo funcionar por encima de rampas, callos y costras. A estas alturas, tan lejos del final como del comienzo, esos 790 kilómetros a Santiago que marcaba burlona la señal a la salida de lo que muchos llamamos Roncesvalles, se han convertido en 385 a la altura del puente de piedra adonde me gustaría arrojar este plano poco comprensivo, y así ver ahogar sus senderos, montañas y ríos en las aguas de septiembre del Cea. No acabo de despedirme de Sahagún y enfilar el túnel que discurre bajo la nacional cuando de algún modo recuerdo que me hace seguir que no es Santiago. Viniendo desde Cáceres, como si ambos trazáramos una cruz más grande que el apóstol, Gloria, a la que aún no conozco sigue su propio camino que nos encontrará a ambos en una calle de Astorga.

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