Del Viernes, 22 de Agosto de 2025 al Martes, 23 de Septiembre de 2025

CONVIVENCIA
La tribu
Dice un proverbio africano que “para educar a un niño es necesario
una tribu entera”, yo digo que todos necesitamos esa tribu, no sólo los niños.
Está claro que un niño necesita de sus padres, que le quieran y
que le enseñen a comportarse; tras mi corta pero intensa experiencia como madre
me doy cuenta que la mejor enseñanza es un buen ejemplo, por eso de que una
acción vale más que mil regañinas, es decir, si tu tiras un papel al suelo o
las cáscaras de las pipas, es lo que va a hacer tu hijo a continuación, encima
pensando que es lo correcto.
Aunque no solo los padres tienen esa misión, a continuación van
los abuelos y el resto de familiares que tienen un deber para con el niño, pero
esto no acaba aquí; Y es que, la panadera, el barrendero y el de Correos,
tienen también que ver en esta tarea, y es que todos debemos estar inmersos en
la educación de nuestros niños y, diciendo ‘nuestros’, me refiero a todos los
niños con los que convivimos, porque aunque suene muy manido, los niños son
nuestro futuro. No hablo de ir echando broncas a niños ajenos, hablo de cuidar
nuestros actos pues el ejemplo es lo primordial.
El vivir en un pueblo hace que el contacto con nuestros vecinos,
niños y mayores sea más intenso que en una ciudad y lo que en una urbe se
circunscribe a un bloque o a un barrio como mucho, en un pueblo abarca a toda
la localidad. Es paradójico que cuantos menos habitantes tenga el lugar en el
que vives más relaciones tienes en comparación con ciudades superpobladas.
La tribu en estos pequeños lugares se vive muy intensamente y esto
tiene sus cosas malas, algo así como en la casa de ‘Gran Hermano’ que todo se
intensifica y no falta el que te dice por la espalda ‘jo-de-te’ y al que le
ponen “la pierna encima para que no levante cabeza” (lo siento, me quedé en GH1).
Pero la verdadera magia de la tribu reside en la colaboración
entre todos sus componentes, en el que cuando un miembro lo pasa mal, siempre
sale alguien para echar una mano en la medida de sus posibilidades y este es el
gran poder y uno de los pocos que tenemos en las tribus pequeñas y que debemos
aprovechar, incentivar y enseñar a los más pequeños; somos animales sociales y
gregarios y mal que nos pese el éxito de la comunidad depende del éxito de cada
uno de los individuos y que la máxima tan de moda actualmente “tu éxito es mi
fracaso” no debe tener cabida y menos en pueblos como el nuestro.
La tribu arropa, ayuda, colabora, riñe si es el caso, y todos nos
debemos a ella porque el que quiera vivir solo, que se suba a Riocamba y si le
dejan los guardas que haga una cabaña porque tarde o temprano alguien va a
necesitar tu ayuda o tu vas a necesitar la de los otros.
No estoy hablando solamente de dinero aunque este sí que es el
tema de moda desde que la humanidad es.... menos humana, la ayuda puede venir
de diferentes formas: desde comida hasta una palmada en el hombro, una sonrisa
cada mañana o una caja de galletas (en esto mi abuela era especialista).
Cualquiera acto cariñoso se agradece enormemente cuando una persona está en
baja forma y eso ayuda a echar el pie y seguir adelante siguiendo las huellas
de....la tribu.
Dice un proverbio africano que “para educar a un niño es necesario
una tribu entera”, yo digo que todos necesitamos esa tribu, no sólo los niños.
Está claro que un niño necesita de sus padres, que le quieran y
que le enseñen a comportarse; tras mi corta pero intensa experiencia como madre
me doy cuenta que la mejor enseñanza es un buen ejemplo, por eso de que una
acción vale más que mil regañinas, es decir, si tu tiras un papel al suelo o
las cáscaras de las pipas, es lo que va a hacer tu hijo a continuación, encima
pensando que es lo correcto.
Aunque no solo los padres tienen esa misión, a continuación van
los abuelos y el resto de familiares que tienen un deber para con el niño, pero
esto no acaba aquí; Y es que, la panadera, el barrendero y el de Correos,
tienen también que ver en esta tarea, y es que todos debemos estar inmersos en
la educación de nuestros niños y, diciendo ‘nuestros’, me refiero a todos los
niños con los que convivimos, porque aunque suene muy manido, los niños son
nuestro futuro. No hablo de ir echando broncas a niños ajenos, hablo de cuidar
nuestros actos pues el ejemplo es lo primordial.
El vivir en un pueblo hace que el contacto con nuestros vecinos,
niños y mayores sea más intenso que en una ciudad y lo que en una urbe se
circunscribe a un bloque o a un barrio como mucho, en un pueblo abarca a toda
la localidad. Es paradójico que cuantos menos habitantes tenga el lugar en el
que vives más relaciones tienes en comparación con ciudades superpobladas.
La tribu en estos pequeños lugares se vive muy intensamente y esto
tiene sus cosas malas, algo así como en la casa de ‘Gran Hermano’ que todo se
intensifica y no falta el que te dice por la espalda ‘jo-de-te’ y al que le
ponen “la pierna encima para que no levante cabeza” (lo siento, me quedé en GH1).
Pero la verdadera magia de la tribu reside en la colaboración
entre todos sus componentes, en el que cuando un miembro lo pasa mal, siempre
sale alguien para echar una mano en la medida de sus posibilidades y este es el
gran poder y uno de los pocos que tenemos en las tribus pequeñas y que debemos
aprovechar, incentivar y enseñar a los más pequeños; somos animales sociales y
gregarios y mal que nos pese el éxito de la comunidad depende del éxito de cada
uno de los individuos y que la máxima tan de moda actualmente “tu éxito es mi
fracaso” no debe tener cabida y menos en pueblos como el nuestro.
La tribu arropa, ayuda, colabora, riñe si es el caso, y todos nos
debemos a ella porque el que quiera vivir solo, que se suba a Riocamba y si le
dejan los guardas que haga una cabaña porque tarde o temprano alguien va a
necesitar tu ayuda o tu vas a necesitar la de los otros.
No estoy hablando solamente de dinero aunque este sí que es el tema de moda desde que la humanidad es.... menos humana, la ayuda puede venir de diferentes formas: desde comida hasta una palmada en el hombro, una sonrisa cada mañana o una caja de galletas (en esto mi abuela era especialista). Cualquiera acto cariñoso se agradece enormemente cuando una persona está en baja forma y eso ayuda a echar el pie y seguir adelante siguiendo las huellas de....la tribu.
Sergio Cuevas | Lunes, 18 de Febrero de 2013 a las 20:34:34 horas
Que buenas lineas María. Todos los agentes sociales son culpables de lo bueno y lo malo que tiene esta sociedad. Todos somos responsables de nuestros actos, solo nosotros, pero en ciertos momentos tambien lo somos de nuestros pequeños. No los convirtamos en un negro futuro. Saludos.
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