Del Viernes, 22 de Agosto de 2025 al Martes, 23 de Septiembre de 2025

La Junta incoa el expediente
Los pendones del Reino de León, a una 'romería' de ser Bien de Interés Cultural
![[Img #17081]](upload/img/periodico/img_17081.jpg)
La Dirección General de Patrimonio Cultural ha incoado el procedimiento para declarar como Bien de Interés Cultural los pendones concejiles del antiguo Reino de León, máxima protección para los cerca de medio millar de sedas que conserva ese territorio, unos 45 en la comarca de Sahagún.
Esta declaración (Bien de Interés Cultural (BIC) de carácter inmaterial) se sumará a los 18 ‘sellos’ materiales ya declarados en la comarca: Los castillos de Almanza, Castromudarra, Castrotierra de Valmadrigal y Cea. La villa de Grajal de Campos, su palacio y castillo; la villa de Sahagún, sus murallas y las iglesias de La Peregrina, San Lorenzo y San Tirso. Los restos del monasterio de San Benito, también en Sahagún, los de San Pedro de las Dueñas y también los del monasterio de Trianos, en Villamol. Además de otras como el Camino de Santiago y todo lo que ‘toca’, la cetrería, la tauromaquia y la Lucha Leonesa.
En cuanto a los pendones, “constituyen un sistema de alto valor patrimonial caracterizado por la interdependencia de valores tangibles e intangibles, que abarca una serie de manifestaciones y rituales religiosos y festivos, que se han transmitido sin apenas interrupción como seña de identidad de generación en generación hasta nuestros días”, se explica en la exposición de motivos.
Los Pendones Concejiles del Antiguo Reino de León: Identidad y tradición
La utilización de los pendones como enseñas concejiles, de jurisdicción histórica e identidad de las comunidades locales, constituye una práctica cultural de origen medieval que ha mantenido la continuidad y pervivencia a lo largo del tiempo, con períodos de mayor o menor uso, con cambios en su significado, en su forma y dimensiones, y que en la sociedad actual mantiene su vigencia en rituales festivos y de participación social.
Muestra de este reconocimiento y aprecio ha sido su conservación y custodia que ha estado vinculada a la salvaguarda y pervivencia de manifestaciones o rituales colectivos. ‘Portar el pendón’ constituye una muestra de destreza y un orgullo para la persona o personas que lo llevan, con ayuda de sus acompañantes o remadores cuando es necesario tensarlo y mantenerlo verticalmente por medio de sus bordones o cordeles de guía. El adorno con complementos vegetales o emblemas religiosos representa también un momento de colaboración, de esmero y de reactivación simbólica.
Conservado y extendido por todo el territorio del Antiguo Reino de León, el empleo de los pendones concejiles está especialmente activo, de manera muy destacada, en la provincia de León. Elemento definitorio de su ser y justificación de esa conservación es el carácter concejil y la pervivencia de las organizaciones sociales de los pueblos regidos por juntas vecinales herederas de los tradicionales concejos. De manera significativa y definitoria, se conserva viva la tradición de los pendones concejiles sólo donde pervive la organización social a la que se vinculan y representan. Su valoración se ha potenciado en determinadas festividades y también por determinados colectivos sociales que están desarrollando una destacada labor en aras al mantenimiento de su uso, catalogación y conservación.
En esta labor destaca el surgimiento de asociaciones que velan por la salvaguarda, sensibilización y gestión de iniciativas encaminadas a su reconocimiento, a su estudio y conservación. Aspecto éste que incide en el impulso de su reconocimiento como Bien de Interés Cultural, al subrayar la labor que tiene la sociedad como parte activa en la custodia y transmisión de rituales participativos con un alto valor simbólico.
Ámbito temporal
Los pendones concejiles constituyen una tradición ancestral de hondo significado cultural, ligada a celebraciones de carácter festivo y religioso, que como elementos totémicos rememoran los antiguos «mayos» célticos. Este hecho cultural se ha mantenido vivo hasta nuestros días gracias a las comunidades y grupos sociales que lo custodian, lo portan y se reúnen y manifiestan en su entorno, con un importante resurgimiento desde finales del pasado siglo y especialmente en las últimas tres décadas, acompañado de un interés colectivo y de una gestión impulsada por diversas asociaciones.
Orígenes y evolución
Con un origen desconocido que se ha querido enlazar con los sistemas de creencias, costumbres y organización social prerromanos, y un uso religioso y militar, el origen del pendón se ha querido ver más relacionado con este uso militar, con la necesidad de enarbolar una enseña y guiar a colectivos en enfrentamientos y contiendas.
En este sentido, se ha defendido que, durante la Edad Media, ante la inexistencia de soldados profesionales o ejércitos organizados, era el concejo el encargado de organizar las milicias para cada pueblo o gremio. Las mesnadas reclutadas en cada pueblo acudían a la guerra enarbolando su pendón, que se convertía en el símbolo que identificaba el grupo y su pertenencia, defendido con orgullo por las gentes de cada concejo.
Con el tiempo los pendones han perdido su carácter original y pasan a tener un carácter ceremonial y religioso, en celebraciones como romerías y rogativas, especialmente a partir del siglo XVII.
El dicho popular ‘las campanas y el pendón del pueblo son’, deja bastante claro su verdadero carácter y el origen civil identitario de la comunidad. La propiedad y el uso del pendón concejil estaba regulada por el pueblo, regido por el Concejo Abierto, conviviendo en muchas ocasiones con otros pendones o estandartes símbolos de asociaciones o cofradías. Si bien, en buena medida, la más amplia documentación histórica referente a los pendones concejiles puede rastrearse en archivos y libros de fábrica parroquiales y teniendo en cuenta que parroquia y pueblo son elementos coincidentes en gran parte de la organización de la vida tradicional de estas comunidades, es innegable su carácter representativo para la localidad.
Descripción del Bien
Los pendones concejiles son un elemento de identidad de las comunidades sociales vinculadas histórica y culturalmente con un territorio, que mantiene y transmite su valoración mediante su custodia, preservación y uso.
El pendón, fiel reflejo de los sentimientos y religiosidad popular, está presente en las bendiciones de los animales y de los campos y en las tradicionales rogativas y oraciones de las comunidades rurales ante necesidades graves como la escasez de lluvias, temporales, epidemias o plagas. En el ‘ramo’ o adorno vegetal que acostumbra coronar la vara o mástil del pendón puede verse un referente o lugar común con el «mayo», reminiscencia de rituales precristianos.
Estos ritos y significados ancestrales estrechamente vinculadas al medio natural, se han ido adaptando con el tiempo a los usos y costumbres del momento, sin perder su propia esencia. De este modo, se fueron construyendo templos y ermitas en aquellos lugares sagrados, montañas, cuevas, ríos, fuentes y bosques íntimamente relacionados con la madre tierra, en torno a los cuales se van a desarrollar romerías y procesiones, en las que el pendón se convierte en símbolo de identidad.
En la actualidad, el uso de los pendones está asociado a múltiples festividades que se celebran a lo largo de los diversos ciclos temporales del año en las que tiene una presencia notable y constante, destacando las concentraciones en las que participan varias localidades y en las que se ejecutan rituales competitivos, bailes, saludos, o se procesiona encabezando a los grupos sociales, pueblos o concejos simbolizados.
A lo largo del recorrido de la procesión, peregrinación o romería, los portadores de los pendones, los pendonistas o pendoneros, hacen gala de su habilidad y de su fuerza, realizando acrobacias, bailándolo, levantándolo o trepando por la vara.
La Dirección General de Patrimonio Cultural ha incoado el procedimiento para declarar como Bien de Interés Cultural los pendones concejiles del antiguo Reino de León, máxima protección para los cerca de medio millar de sedas que conserva ese territorio, unos 45 en la comarca de Sahagún.
Esta declaración (Bien de Interés Cultural (BIC) de carácter inmaterial) se sumará a los 18 ‘sellos’ materiales ya declarados en la comarca: Los castillos de Almanza, Castromudarra, Castrotierra de Valmadrigal y Cea. La villa de Grajal de Campos, su palacio y castillo; la villa de Sahagún, sus murallas y las iglesias de La Peregrina, San Lorenzo y San Tirso. Los restos del monasterio de San Benito, también en Sahagún, los de San Pedro de las Dueñas y también los del monasterio de Trianos, en Villamol. Además de otras como el Camino de Santiago y todo lo que ‘toca’, la cetrería, la tauromaquia y la Lucha Leonesa.
En cuanto a los pendones, “constituyen un sistema de alto valor patrimonial caracterizado por la interdependencia de valores tangibles e intangibles, que abarca una serie de manifestaciones y rituales religiosos y festivos, que se han transmitido sin apenas interrupción como seña de identidad de generación en generación hasta nuestros días”, se explica en la exposición de motivos.
Los Pendones Concejiles del Antiguo Reino de León: Identidad y tradición
La utilización de los pendones como enseñas concejiles, de jurisdicción histórica e identidad de las comunidades locales, constituye una práctica cultural de origen medieval que ha mantenido la continuidad y pervivencia a lo largo del tiempo, con períodos de mayor o menor uso, con cambios en su significado, en su forma y dimensiones, y que en la sociedad actual mantiene su vigencia en rituales festivos y de participación social.
Muestra de este reconocimiento y aprecio ha sido su conservación y custodia que ha estado vinculada a la salvaguarda y pervivencia de manifestaciones o rituales colectivos. ‘Portar el pendón’ constituye una muestra de destreza y un orgullo para la persona o personas que lo llevan, con ayuda de sus acompañantes o remadores cuando es necesario tensarlo y mantenerlo verticalmente por medio de sus bordones o cordeles de guía. El adorno con complementos vegetales o emblemas religiosos representa también un momento de colaboración, de esmero y de reactivación simbólica.
Conservado y extendido por todo el territorio del Antiguo Reino de León, el empleo de los pendones concejiles está especialmente activo, de manera muy destacada, en la provincia de León. Elemento definitorio de su ser y justificación de esa conservación es el carácter concejil y la pervivencia de las organizaciones sociales de los pueblos regidos por juntas vecinales herederas de los tradicionales concejos. De manera significativa y definitoria, se conserva viva la tradición de los pendones concejiles sólo donde pervive la organización social a la que se vinculan y representan. Su valoración se ha potenciado en determinadas festividades y también por determinados colectivos sociales que están desarrollando una destacada labor en aras al mantenimiento de su uso, catalogación y conservación.
En esta labor destaca el surgimiento de asociaciones que velan por la salvaguarda, sensibilización y gestión de iniciativas encaminadas a su reconocimiento, a su estudio y conservación. Aspecto éste que incide en el impulso de su reconocimiento como Bien de Interés Cultural, al subrayar la labor que tiene la sociedad como parte activa en la custodia y transmisión de rituales participativos con un alto valor simbólico.
Ámbito temporal
Los pendones concejiles constituyen una tradición ancestral de hondo significado cultural, ligada a celebraciones de carácter festivo y religioso, que como elementos totémicos rememoran los antiguos «mayos» célticos. Este hecho cultural se ha mantenido vivo hasta nuestros días gracias a las comunidades y grupos sociales que lo custodian, lo portan y se reúnen y manifiestan en su entorno, con un importante resurgimiento desde finales del pasado siglo y especialmente en las últimas tres décadas, acompañado de un interés colectivo y de una gestión impulsada por diversas asociaciones.
Orígenes y evolución
Con un origen desconocido que se ha querido enlazar con los sistemas de creencias, costumbres y organización social prerromanos, y un uso religioso y militar, el origen del pendón se ha querido ver más relacionado con este uso militar, con la necesidad de enarbolar una enseña y guiar a colectivos en enfrentamientos y contiendas.
En este sentido, se ha defendido que, durante la Edad Media, ante la inexistencia de soldados profesionales o ejércitos organizados, era el concejo el encargado de organizar las milicias para cada pueblo o gremio. Las mesnadas reclutadas en cada pueblo acudían a la guerra enarbolando su pendón, que se convertía en el símbolo que identificaba el grupo y su pertenencia, defendido con orgullo por las gentes de cada concejo.
Con el tiempo los pendones han perdido su carácter original y pasan a tener un carácter ceremonial y religioso, en celebraciones como romerías y rogativas, especialmente a partir del siglo XVII.
El dicho popular ‘las campanas y el pendón del pueblo son’, deja bastante claro su verdadero carácter y el origen civil identitario de la comunidad. La propiedad y el uso del pendón concejil estaba regulada por el pueblo, regido por el Concejo Abierto, conviviendo en muchas ocasiones con otros pendones o estandartes símbolos de asociaciones o cofradías. Si bien, en buena medida, la más amplia documentación histórica referente a los pendones concejiles puede rastrearse en archivos y libros de fábrica parroquiales y teniendo en cuenta que parroquia y pueblo son elementos coincidentes en gran parte de la organización de la vida tradicional de estas comunidades, es innegable su carácter representativo para la localidad.
Descripción del Bien
Los pendones concejiles son un elemento de identidad de las comunidades sociales vinculadas histórica y culturalmente con un territorio, que mantiene y transmite su valoración mediante su custodia, preservación y uso.
El pendón, fiel reflejo de los sentimientos y religiosidad popular, está presente en las bendiciones de los animales y de los campos y en las tradicionales rogativas y oraciones de las comunidades rurales ante necesidades graves como la escasez de lluvias, temporales, epidemias o plagas. En el ‘ramo’ o adorno vegetal que acostumbra coronar la vara o mástil del pendón puede verse un referente o lugar común con el «mayo», reminiscencia de rituales precristianos.
Estos ritos y significados ancestrales estrechamente vinculadas al medio natural, se han ido adaptando con el tiempo a los usos y costumbres del momento, sin perder su propia esencia. De este modo, se fueron construyendo templos y ermitas en aquellos lugares sagrados, montañas, cuevas, ríos, fuentes y bosques íntimamente relacionados con la madre tierra, en torno a los cuales se van a desarrollar romerías y procesiones, en las que el pendón se convierte en símbolo de identidad.
En la actualidad, el uso de los pendones está asociado a múltiples festividades que se celebran a lo largo de los diversos ciclos temporales del año en las que tiene una presencia notable y constante, destacando las concentraciones en las que participan varias localidades y en las que se ejecutan rituales competitivos, bailes, saludos, o se procesiona encabezando a los grupos sociales, pueblos o concejos simbolizados.
A lo largo del recorrido de la procesión, peregrinación o romería, los portadores de los pendones, los pendonistas o pendoneros, hacen gala de su habilidad y de su fuerza, realizando acrobacias, bailándolo, levantándolo o trepando por la vara.
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