Del Jueves, 18 de Septiembre de 2025 al Domingo, 28 de Septiembre de 2025

Tradiciones
Vallecillo pina el ramo
Quedan pocos mozos en el pueblo, pero todavía los suficientes para salvaguardar una de las tradiciones más antiguas de las que se celebran en la población de Vallecillo y de gran parte de Europa. Culto a los árboles, al sol, a la primavera, un poco de fiesta cristiana y de seducción y fertilidad, hacen de ‘pinar el mayo’ un ritual único, mágico, que volvió a escenificarse la noche del lunes.
“En Vallecillo se pierde en la memoria el origen de este ritual”, explica Javier Lagartos, alcalde de Vallecillo y muy buen conocedor (es historiador) de las tradiciones de su pueblo. “Los jóvenes protagonizan todo el proceso. Primero, se suele quedar en las bodegas para planificar la salida y entran en calor con algo de bebida y comida. Después se parte, todos juntos, en busca de un árbol grande, fuerte, erguido… normalmente un chopo de alguna plantación de la Junta Vecinal”.
Una vez elegido y cortado (el tamaño depende del número de jóvenes que quieran participar) se traslada hasta las puertas de la iglesia, donde se pela de ramas casi hasta la copa. “Las ramas se colocan en las ventanas de las mozas del pueblo como forma de cortejo y saludo”.
Ayudados con cuerdas, los jóvenes introducen el troco en una hendidura de albañilería que hay frente la fachada principal de la iglesia, formada a propósito, dejando fijado el árbol que, dice la leyenda, sigue creciendo. Una vez finaliza el proceso da comienzo un recital de campanas que se alargará con las primeras luces de la mañana.
“Hasta donde alcanza mi memoria se ha celebrado año tras año; con lluvia, con frío… cada año. Es más, mi abuelo ya contaba que, de mozo, se tenía la costumbre de subastar el árbol, si era un buen ejemplar, para emplearse como eje central del carro”, explica Lagartos.
Quedan pocos mozos en el pueblo, pero todavía los suficientes para salvaguardar una de las tradiciones más antiguas de las que se celebran en la población de Vallecillo y de gran parte de Europa. Culto a los árboles, al sol, a la primavera, un poco de fiesta cristiana y de seducción y fertilidad, hacen de ‘pinar el mayo’ un ritual único, mágico, que volvió a escenificarse la noche del lunes.
“En Vallecillo se pierde en la memoria el origen de este ritual”, explica Javier Lagartos, alcalde de Vallecillo y muy buen conocedor (es historiador) de las tradiciones de su pueblo. “Los jóvenes protagonizan todo el proceso. Primero, se suele quedar en las bodegas para planificar la salida y entran en calor con algo de bebida y comida. Después se parte, todos juntos, en busca de un árbol grande, fuerte, erguido… normalmente un chopo de alguna plantación de la Junta Vecinal”.
Una vez elegido y cortado (el tamaño depende del número de jóvenes que quieran participar) se traslada hasta las puertas de la iglesia, donde se pela de ramas casi hasta la copa. “Las ramas se colocan en las ventanas de las mozas del pueblo como forma de cortejo y saludo”.
Ayudados con cuerdas, los jóvenes introducen el troco en una hendidura de albañilería que hay frente la fachada principal de la iglesia, formada a propósito, dejando fijado el árbol que, dice la leyenda, sigue creciendo. Una vez finaliza el proceso da comienzo un recital de campanas que se alargará con las primeras luces de la mañana.
“Hasta donde alcanza mi memoria se ha celebrado año tras año; con lluvia, con frío… cada año. Es más, mi abuelo ya contaba que, de mozo, se tenía la costumbre de subastar el árbol, si era un buen ejemplar, para emplearse como eje central del carro”, explica Lagartos.
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