L.A.R. Peradejordi L.A.R. Peradejordi
Jueves, 14 de Marzo de 2013
Esperando la primavera

Jueves, catorce de marzo

Hoy, ha enverdecido la era; como un milagro. Sin saber bien cómo ni cuándo, se ha poblado de hierba, sensual, húmeda y tierna, toda la era. Desde mi ventana es un gozo verla. Se matiza el paisaje en verdes, saltando las cercas de la era, desparramándose por las tierras. Será brillante y vivo en las cebadas; mate y fuerte en los trigos. Alternancia de verdes que llega al borde ocre del monte, o hasta el azul que luce, espléndido, hoy el cielo. Desperdigadas, las casas, las casetas, los palomares y los cerraderos ponen una nota de color terroso en el verde que viste hoy la tierra. La carretera, como una cinta gris, se abraza al paisaje.
Por el camino del molino, bajo dando un paseo, hasta la orilla del río. Corre un reguero, paralelo a la calzada, que lleva el agua clara y fría de un artesiano abierto allí mismo. El lecho del reguero se ha poblado de berros, que se mecen con abandono en el suave pasar del agua.
Más bronca, revuelta y turbia, baja el agua del río. Va golpeando contra los cantos del fondo, produciendo un rumor musical que resulta grato.
Bajo un sauce, arropado por sus ramas que se derraman sobre mí, me siento, apoyando la espalda en su tronco. Me invade un bienestar, un relajo y se abre el mundo a mi mirar, diferente y nuevo.
Pasa ella corriendo, graciosa y suelta, con su rubio pelo recogido en una cola que flota al viento, a impulsos de su carrera. Los ojos verdes, grandes, avivan su blanca cara. Me levanto y la sigo, corro, grito, sin lograr alcanzarla. Al borde mismo del río se arroja al agua y surge entre las ondas, majestuosa, convertida en cisne de plata. Absorto contemplándola, se transforma el cisne en reflejo de la luna, que riela en el agua.
Está la luna en el cielo, me mira, pícara, con su ancha cara; ha vuelto a burlarse de mí la Diosa Blanca.
Como de un ensueño, despierto destemplado y frío. Oscurece la tarde, no tenía idea de haberme entretenido tanto. Voy a levantarme y me doy cuenta de que no estoy bajo un sauce, sino enredado en un espino blanco.

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