Del Lunes, 29 de Septiembre de 2025 al Miércoles, 01 de Octubre de 2025

Esperando la primavera
Lunes, dieciocho de marzo
Hace ya un rato que apagué la televisión. El cuarto, desangelado y pequeño, empieza a acusar la helada que está cayendo fuera, a pesar de los esfuerzos del radiador eléctrico que lleva encendido desde la media tarde.
Una mesa baja, delante del sofá, nos sirve para poner una caja de bombones y dos copas de champán. Es la disculpa para hablar, para abrirse a la confidencia que propicia la noche, el frío, la luz tenue que ilumina el cuarto y, sobretodo, la amistad.
Parece la hora mágica en que uno abre las puertas al corazón y puede rememorar o soñar en alta voz. Es la hora de los anhelos. Es la hora del amor, del amor que comparte sufrimiento y felicidad; del amor que habla y, a la vez, sabe escuchar.
Pasan los minutos, veloces, a carreras por el reloj. Un bombón compartido. El último sorbo de champán.
-Hace frío-
Y para esa destemplanza, una manta, también compartida, nos va a cobijar. Palabras y risas y llanto. Palabras y deseos y proyectos. Palabras. El calor tibio de la manta nos arropa en el sofá.
Tiene los pies fríos. Los aprieto contra mí, intentando hacerlos entrar en calor.
Lo humano y lo divino. El presente y las ansias de eternidad. Todo pasa por nosotros en esas horas de la noche abiertas a la confianza. Fuera hace frío, mucho frío. Si estuviese el cielo cubierto, diría que iba a nevar.
Hace ya un rato que apagué la televisión. El cuarto, desangelado y pequeño, empieza a acusar la helada que está cayendo fuera, a pesar de los esfuerzos del radiador eléctrico que lleva encendido desde la media tarde.
Una mesa baja, delante del sofá, nos sirve para poner una caja de bombones y dos copas de champán. Es la disculpa para hablar, para abrirse a la confidencia que propicia la noche, el frío, la luz tenue que ilumina el cuarto y, sobretodo, la amistad.
Parece la hora mágica en que uno abre las puertas al corazón y puede rememorar o soñar en alta voz. Es la hora de los anhelos. Es la hora del amor, del amor que comparte sufrimiento y felicidad; del amor que habla y, a la vez, sabe escuchar.
Pasan los minutos, veloces, a carreras por el reloj. Un bombón compartido. El último sorbo de champán.
-Hace frío-
Y para esa destemplanza, una manta, también compartida, nos va a cobijar. Palabras y risas y llanto. Palabras y deseos y proyectos. Palabras. El calor tibio de la manta nos arropa en el sofá.
Tiene los pies fríos. Los aprieto contra mí, intentando hacerlos entrar en calor.
Lo humano y lo divino. El presente y las ansias de eternidad. Todo pasa por nosotros en esas horas de la noche abiertas a la confianza. Fuera hace frío, mucho frío. Si estuviese el cielo cubierto, diría que iba a nevar.
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