Del Viernes, 22 de Agosto de 2025 al Martes, 23 de Septiembre de 2025

Hay 81 cotos en la comarca
Arranca la temporada de la caza menor entre luces y sombras
Muy bien la perdiz
Muy bien la perdiz, muy mal la liebre e irregular el conejo. Así se puede resumir en líneas generales la previsión de cara a la apertura de la veda de la caza menor en la comarca de Sahagún, un pronóstico realizado para el domingo 28 de octubre, fecha en la que arranca la temporada 2018-2019.
La liebre, para el galgo
Quienes ya pueden hablar con conocimiento de causa son los galgueros, los aficionados a la caza con galgo, que llevan pisando el terreno desde que se levantó la veda para ellos el festivo 12 de octubre (El Pilar), con la posibilidad de salir ‘armados’ con sus perros todos los jueves, sábados, domingos y festivos, según marca la Orden Anual de Caza de Castilla y León, aunque algún acotado restrinja las salidas en su reglamento de régimen interno. “Di que no hay ni una p… liebre”, sugería Agustín Fernández, galguero de Villeza (coto de caza de Vallecillo). Y es que en cuatro jornadas de caza no lograron desencamar ni una rabona entre él y su padre. “No hicimos ni una carrera y lo peor es que no vimos ni una cama”, comentaba alarmado el cazador, mientras mira con pena al galgo cachorro de los tres que lleva (la Ley obliga que del máximo de tres galgos, sólo dos en carrera enganchados en traílla, uno tenga menos de seis meses). “Todavía no las ha visto, no sabe lo que es una liebre, no entiende qué hacemos todo el día dando patadas por las tierras”.
Ante la más que evidente falta de liebres en la comarca caben dos explicaciones, según sea optimista o pesimista la persona que las maneje. En el mejor de los casos, hay quien utiliza el argumento de que como quiera que en la mayoría de los acotados hay cultivos de maíz y remolacha, que las rabonas utilizan estas fincas para esconderse de posibles predadores, incluido los propios cazadores… ‘Quien no se consuela es porque no quiere’. Y, por contra, están aquellos que ven en una hipotética enfermedad, el de las temidas garrapatas o en las técnicas modernas que se emplean en la agricultura, las causas que diezman al siempre delicado lepórido. “Con los tractores que hay ahora, que van a toda velocidad y con los aperos que llevan 20 metros de terreno… no queda ni un gazapo (liebre joven) con vida”, argumenta el presidente de la Federación Leonesa de Caza, Miguel Fierro.
Los cazadores de escopeta que salieron al campo durante la Media Veda en busca de la escurridiza codorniz (del 15 de agosto al 16 de septiembre), ya aventuraban estos malos presagios, pues a pesar de no poder disparar a la liebre durante este periodo, apenas desencamaron ejemplares o los que vieron se contaron con los dedos de una mano. “Lo sorprendente es que no han aparecido liebres muertas, la gente se hace de cruces porque no hay restos de liebres y cuando se cerró la caza en enero quedaban liebres en el campo, aunque no fueran muchas”, añade Fierro.
Lo que parece poco menos que probable es que se haya producido contagio de la enfermedad típica de los conejos, la mixomatosis (‘el morro’) en las liebres, algo que sí podría haber ocurrido en algún caso aislado en Andalucía. “A todos nos han llegado vídeos y Whatsapp de supuestas liebres infectadas de morro, pero esa es una información poco clara, sin confirmación científica, que debemos coger con pinzas”, advierte el delegado de la Federación de Caza.
Sí que conviene recordar la máxima generalizada entre los cazadores que dice que ‘La liebre es para el galgo’, es decir, que las escopetas deberían ‘callarse’ si es una rabona la que sale delante del cazador para dar la oportunidad a los galgos del pueblo a que la puedan correr, si no es ese, otro día.
La perdiz, reina de la menor
La perdiz está considerada la especie cinegética de la caza menor por excelencia y a tenor de lo observado y con los testimonios recogidos, todo hace prever que será una gran temporada en la comarca natural de Sahagún. La primavera lluviosa trajo abundancia de vegetación en valles, laderas y tierras de baldío, tan necesaria para que la patirroja encuentre refugio para defenderse de los predadores naturales y poder anidar y sacar adelante con éxito a la prole. La buena cosecha de cereal ha contribuido a que la gallinácea tenga alimento y despensa suficiente, fundamentalmente de trigo. Pero se temía que las fuertes tormentas que cayeron en la zona a finales de junio y principios de julio, con un agua torrencial que provocó riadas espectaculares, en algún caso acompañado del siempre temido pedrisco, se hubieran llevado por delante nidadas o polladas enteras de perdices. Sin embargo parece que no ha sido esta una circunstancia negativa, pues se han visto en la mayoría de los pueblos bandos de perdices muy nutridos, llegando en algún caso a sobrepasar los 30 ó 40 ejemplares, aunque se sabe que se trata de varios bandos junto que llegado el mes de septiembre buscan la seguridad que otorga las bandadas cuantiosas ante el ataque de los predadores, dado que una nidada de perdiz no suele superar los 14 perdigones.
En todo caso, si se hubiera dado el caso de que las lluvias torrenciales de principios de verano hubieran estropeado algún nido de perdiz, la simple presencia de pollos del tamaño no mayor que un gorrión a mediados del mes de septiembre hace presumir que se han producido anidamientos tardíos e incluso puede que se hayan dado casos de segundas nidadas, una circunstancia esta algo más común en codornices que en perdices.
Cuando se realizó la recolección de cereal en agosto (un mes más tarde que un año normal) y de girasol en septiembre, las cosechadoras ya espantaron esos bandos generosos de perdices que hace confirmar las buenas previsiones de la temporada que se inicia. El hecho de que haya sido un verano pródigo en saltamontes también se suma a las circunstancias que han contribuido ciertamente a que los perdigones hayan cogido fuerzas y energía para llegar a la etapa de adultos, ya que la ingesta de esta proteína para los pollos de perdiz es algo más que fundamental en su dieta de crecimiento.
Pero como nada es perfecto, también para la perdiz hay circunstancias que apuntan al pesimismo. “Nos llegan noticias de Castrotierra de Valmadrigal donde han aparecido perdices muertas, algo que no acabamos de entender muy bien a qué puede ser debido, pues las que se han visto están aparentemente sanas y grandes, pero es que nos ha bajado un poco la ilusión que tenemos este año con la perdiz”, informa Miguel Fierro, quien se lanza a rezar uno de los muchos refranes que maneja el cazador: ‘Año húmedo: bueno para la pluma, malo para el pelo’.
Una posible circunstancia que puede estar jugando en contra de la patirroja es que tras la lluvia que cayó el 14 y 15 de octubre, los agricultores se han lanzado en tropel a sembrar el cereal para aprovechar la humedad con la esperanza de que germine el grano, y ya se sabe que la simiente que se emplea viene tratada con productos fitosanitarios que queda a expensas de los animales del campo. Está demostrado que la ingesta de estos granos puede llegar a causar la muerte en especies tan sensibles como son nuestras apreciadas perdices.
El conejo no está aquí
No corren buenos tiempos para el conejo de campo. Las dos enfermedades que han perseguido al pequeño mamífero, la mixomatosis y la neumonía hemorrágico-vírica, ambas terriblemente contagiosas, no desaparecen del espectro sanitario del animal. En la zona de Sahagún se dan tres casos respecto al conejo: acotados donde hay presencia cero del logomorfo; en los que la presencia es escasa, casi testimonial; y donde ha llegado a ser plaga, hasta el punto de tener que realizarse descastes extraordinarios por el daño producido en los cultivos de invierno. Pues con estas mimbres, en los lugares con escasa presencia de conejo, la tónica sigue siendo la misma, dado que las enfermedades siguen incidiendo negativamente en la población. Un ejemplo de esto es la Dehesa de Mahudes, donde hay conejo, pero con repuntes por temporadas, sin que se acabe de recuperar la especie. Y en el caso de aquellos lugares donde ha sido excesiva la población de conejo, caso de Joarilla de las Matas o Villeza, la temporada se presenta con bajas muy sensibles, con lo que no se espera que durante el ejercicio de la ‘menor’ se vayan a realizar perchas similares a las del año pasado.
El cochino jabalí
La mayor parte de la comarca natural de Sahagún no tiene aprovechamiento cinegético de caza mayor, pero los cazadores de los acotados de Villamizar hacia el norte o de Villamartín de Don Sancho-Villaverde de Arcayos, si hablamos de la ribera del Cea, hasta Almanza incluido, con propiedades de importantes manchas de monte de roble, sí que depositan sus esperanzas en el jabalí para registrar buenas jornadas de caza. Lo cierto es que desde el cuarto domingo de septiembre que se levantó la veda de los cochinos, los resultados de batidas, ganchos y monterías realizadas han sido bastante irregulares, e incluso con más de un cero en la casilla de capturas. Las causas las analiza Miguel Fierro: “Creo que tenemos jabalí, además este es un año bueno de bellota, pero tenemos las realas con perros que no están aún en plena forma, y además está el calor que ha hecho, no tanto porque se cansen los perros, sino porque ya se sabe que si no hay humedad siguen mucho peor los rastros de los bichos”.
Hay que tener en cuenta que con el cultivo del maíz cada vez más extendido en la zona del sureste de la provincia, los propios jabalíes se las apañan para cruzar canales de riego, autovías y líneas de ferrocarril para llegar muy al sur, donde encuentran en estas fincas extensas el lugar idóneo en el que alimentarse sin dificultad y esconderse de sus enemigos. Cada vez son más los acotados que solicitan y logran de la Administración los permisos pertinentes para realizar batidas en los maíces e intentar dar caza a los cochinos que, por otra parte, efectúan verdaderos estragos en las fincas en perjuicio de los sufridos agricultores de turno.
Caza de bodega
Son 81 el número de acotados de caza que existen constituidos en el sureste leonés, desde el de mayor extensión con 5.837 hectáreas, del Ayuntamiento de Joarilla de las Matas (Joarilla, Valdespino Vaca y San Miguel de Montañán), hasta el más pequeño, el que gestiona la Junta Vecinal de Arcayos, con 511 hectáreas de terreno de los municipios de Villaselán, Villamartín de Don Sancho y Almanza. En la mayoría de estos cotos privados de caza, los cazadores dormirán poco la noche del domingo 28 de octubre esperando el momento de que suene el despertador, preparar perros, escopetas, munición, ropa y todo lo necesario para practicar su deporte favorito. Lo de menos es cómo llegue de cargado a casa el morral o las perchas, si es que hubo suerte de colgar alguna pieza. Lo importante es salir con la cuadrilla, compartir el taco campero, disfrutar del paseo en un campo en plena otoñada, respirar el aire más limpio y puede que frío del mes (hay previsión de lluvia e incluso nieve). La temporada de caza menor es tiempo de barro y de frío, también de sudadas gloriosas con ayuda del calor otoñal.
Y siempre queda la posibilidad de almorzar en la bodega o en el bar del pueblo y relatar los lances de caza de la mañana, frustraciones y éxitos, e incluso de recordar jornadas de años anteriores por aquello de que ‘todo tiempo pasado fue mejor’.
Desde finales de octubre hasta el cuarto domingo de enero, quedan por delante tres meses (jueves, sábados, domingos y festivos, aunque muchos acotados lo reduzcan a sólo los domingos o domingos alternos) en los que la vida de los pueblos de Sahagún estará marcada por la caza, un deporte que no cuenta con muchos seguidores, pero que quien lo practica lo hace de forma apasionada.

Muy bien la perdiz, muy mal la liebre e irregular el conejo. Así se puede resumir en líneas generales la previsión de cara a la apertura de la veda de la caza menor en la comarca de Sahagún, un pronóstico realizado para el domingo 28 de octubre, fecha en la que arranca la temporada 2018-2019.
La liebre, para el galgo
Quienes ya pueden hablar con conocimiento de causa son los galgueros, los aficionados a la caza con galgo, que llevan pisando el terreno desde que se levantó la veda para ellos el festivo 12 de octubre (El Pilar), con la posibilidad de salir ‘armados’ con sus perros todos los jueves, sábados, domingos y festivos, según marca la Orden Anual de Caza de Castilla y León, aunque algún acotado restrinja las salidas en su reglamento de régimen interno. “Di que no hay ni una p… liebre”, sugería Agustín Fernández, galguero de Villeza (coto de caza de Vallecillo). Y es que en cuatro jornadas de caza no lograron desencamar ni una rabona entre él y su padre. “No hicimos ni una carrera y lo peor es que no vimos ni una cama”, comentaba alarmado el cazador, mientras mira con pena al galgo cachorro de los tres que lleva (la Ley obliga que del máximo de tres galgos, sólo dos en carrera enganchados en traílla, uno tenga menos de seis meses). “Todavía no las ha visto, no sabe lo que es una liebre, no entiende qué hacemos todo el día dando patadas por las tierras”.

Ante la más que evidente falta de liebres en la comarca caben dos explicaciones, según sea optimista o pesimista la persona que las maneje. En el mejor de los casos, hay quien utiliza el argumento de que como quiera que en la mayoría de los acotados hay cultivos de maíz y remolacha, que las rabonas utilizan estas fincas para esconderse de posibles predadores, incluido los propios cazadores… ‘Quien no se consuela es porque no quiere’. Y, por contra, están aquellos que ven en una hipotética enfermedad, el de las temidas garrapatas o en las técnicas modernas que se emplean en la agricultura, las causas que diezman al siempre delicado lepórido. “Con los tractores que hay ahora, que van a toda velocidad y con los aperos que llevan 20 metros de terreno… no queda ni un gazapo (liebre joven) con vida”, argumenta el presidente de la Federación Leonesa de Caza, Miguel Fierro.
Los cazadores de escopeta que salieron al campo durante la Media Veda en busca de la escurridiza codorniz (del 15 de agosto al 16 de septiembre), ya aventuraban estos malos presagios, pues a pesar de no poder disparar a la liebre durante este periodo, apenas desencamaron ejemplares o los que vieron se contaron con los dedos de una mano. “Lo sorprendente es que no han aparecido liebres muertas, la gente se hace de cruces porque no hay restos de liebres y cuando se cerró la caza en enero quedaban liebres en el campo, aunque no fueran muchas”, añade Fierro.
Lo que parece poco menos que probable es que se haya producido contagio de la enfermedad típica de los conejos, la mixomatosis (‘el morro’) en las liebres, algo que sí podría haber ocurrido en algún caso aislado en Andalucía. “A todos nos han llegado vídeos y Whatsapp de supuestas liebres infectadas de morro, pero esa es una información poco clara, sin confirmación científica, que debemos coger con pinzas”, advierte el delegado de la Federación de Caza.
Sí que conviene recordar la máxima generalizada entre los cazadores que dice que ‘La liebre es para el galgo’, es decir, que las escopetas deberían ‘callarse’ si es una rabona la que sale delante del cazador para dar la oportunidad a los galgos del pueblo a que la puedan correr, si no es ese, otro día.
La perdiz, reina de la menor
La perdiz está considerada la especie cinegética de la caza menor por excelencia y a tenor de lo observado y con los testimonios recogidos, todo hace prever que será una gran temporada en la comarca natural de Sahagún. La primavera lluviosa trajo abundancia de vegetación en valles, laderas y tierras de baldío, tan necesaria para que la patirroja encuentre refugio para defenderse de los predadores naturales y poder anidar y sacar adelante con éxito a la prole. La buena cosecha de cereal ha contribuido a que la gallinácea tenga alimento y despensa suficiente, fundamentalmente de trigo. Pero se temía que las fuertes tormentas que cayeron en la zona a finales de junio y principios de julio, con un agua torrencial que provocó riadas espectaculares, en algún caso acompañado del siempre temido pedrisco, se hubieran llevado por delante nidadas o polladas enteras de perdices. Sin embargo parece que no ha sido esta una circunstancia negativa, pues se han visto en la mayoría de los pueblos bandos de perdices muy nutridos, llegando en algún caso a sobrepasar los 30 ó 40 ejemplares, aunque se sabe que se trata de varios bandos junto que llegado el mes de septiembre buscan la seguridad que otorga las bandadas cuantiosas ante el ataque de los predadores, dado que una nidada de perdiz no suele superar los 14 perdigones.

En todo caso, si se hubiera dado el caso de que las lluvias torrenciales de principios de verano hubieran estropeado algún nido de perdiz, la simple presencia de pollos del tamaño no mayor que un gorrión a mediados del mes de septiembre hace presumir que se han producido anidamientos tardíos e incluso puede que se hayan dado casos de segundas nidadas, una circunstancia esta algo más común en codornices que en perdices.
Cuando se realizó la recolección de cereal en agosto (un mes más tarde que un año normal) y de girasol en septiembre, las cosechadoras ya espantaron esos bandos generosos de perdices que hace confirmar las buenas previsiones de la temporada que se inicia. El hecho de que haya sido un verano pródigo en saltamontes también se suma a las circunstancias que han contribuido ciertamente a que los perdigones hayan cogido fuerzas y energía para llegar a la etapa de adultos, ya que la ingesta de esta proteína para los pollos de perdiz es algo más que fundamental en su dieta de crecimiento.
Pero como nada es perfecto, también para la perdiz hay circunstancias que apuntan al pesimismo. “Nos llegan noticias de Castrotierra de Valmadrigal donde han aparecido perdices muertas, algo que no acabamos de entender muy bien a qué puede ser debido, pues las que se han visto están aparentemente sanas y grandes, pero es que nos ha bajado un poco la ilusión que tenemos este año con la perdiz”, informa Miguel Fierro, quien se lanza a rezar uno de los muchos refranes que maneja el cazador: ‘Año húmedo: bueno para la pluma, malo para el pelo’.
Una posible circunstancia que puede estar jugando en contra de la patirroja es que tras la lluvia que cayó el 14 y 15 de octubre, los agricultores se han lanzado en tropel a sembrar el cereal para aprovechar la humedad con la esperanza de que germine el grano, y ya se sabe que la simiente que se emplea viene tratada con productos fitosanitarios que queda a expensas de los animales del campo. Está demostrado que la ingesta de estos granos puede llegar a causar la muerte en especies tan sensibles como son nuestras apreciadas perdices.

No corren buenos tiempos para el conejo de campo. Las dos enfermedades que han perseguido al pequeño mamífero, la mixomatosis y la neumonía hemorrágico-vírica, ambas terriblemente contagiosas, no desaparecen del espectro sanitario del animal. En la zona de Sahagún se dan tres casos respecto al conejo: acotados donde hay presencia cero del logomorfo; en los que la presencia es escasa, casi testimonial; y donde ha llegado a ser plaga, hasta el punto de tener que realizarse descastes extraordinarios por el daño producido en los cultivos de invierno. Pues con estas mimbres, en los lugares con escasa presencia de conejo, la tónica sigue siendo la misma, dado que las enfermedades siguen incidiendo negativamente en la población. Un ejemplo de esto es la Dehesa de Mahudes, donde hay conejo, pero con repuntes por temporadas, sin que se acabe de recuperar la especie. Y en el caso de aquellos lugares donde ha sido excesiva la población de conejo, caso de Joarilla de las Matas o Villeza, la temporada se presenta con bajas muy sensibles, con lo que no se espera que durante el ejercicio de la ‘menor’ se vayan a realizar perchas similares a las del año pasado.
El cochino jabalí
La mayor parte de la comarca natural de Sahagún no tiene aprovechamiento cinegético de caza mayor, pero los cazadores de los acotados de Villamizar hacia el norte o de Villamartín de Don Sancho-Villaverde de Arcayos, si hablamos de la ribera del Cea, hasta Almanza incluido, con propiedades de importantes manchas de monte de roble, sí que depositan sus esperanzas en el jabalí para registrar buenas jornadas de caza. Lo cierto es que desde el cuarto domingo de septiembre que se levantó la veda de los cochinos, los resultados de batidas, ganchos y monterías realizadas han sido bastante irregulares, e incluso con más de un cero en la casilla de capturas. Las causas las analiza Miguel Fierro: “Creo que tenemos jabalí, además este es un año bueno de bellota, pero tenemos las realas con perros que no están aún en plena forma, y además está el calor que ha hecho, no tanto porque se cansen los perros, sino porque ya se sabe que si no hay humedad siguen mucho peor los rastros de los bichos”.

Hay que tener en cuenta que con el cultivo del maíz cada vez más extendido en la zona del sureste de la provincia, los propios jabalíes se las apañan para cruzar canales de riego, autovías y líneas de ferrocarril para llegar muy al sur, donde encuentran en estas fincas extensas el lugar idóneo en el que alimentarse sin dificultad y esconderse de sus enemigos. Cada vez son más los acotados que solicitan y logran de la Administración los permisos pertinentes para realizar batidas en los maíces e intentar dar caza a los cochinos que, por otra parte, efectúan verdaderos estragos en las fincas en perjuicio de los sufridos agricultores de turno.
Caza de bodega
Son 81 el número de acotados de caza que existen constituidos en el sureste leonés, desde el de mayor extensión con 5.837 hectáreas, del Ayuntamiento de Joarilla de las Matas (Joarilla, Valdespino Vaca y San Miguel de Montañán), hasta el más pequeño, el que gestiona la Junta Vecinal de Arcayos, con 511 hectáreas de terreno de los municipios de Villaselán, Villamartín de Don Sancho y Almanza. En la mayoría de estos cotos privados de caza, los cazadores dormirán poco la noche del domingo 28 de octubre esperando el momento de que suene el despertador, preparar perros, escopetas, munición, ropa y todo lo necesario para practicar su deporte favorito. Lo de menos es cómo llegue de cargado a casa el morral o las perchas, si es que hubo suerte de colgar alguna pieza. Lo importante es salir con la cuadrilla, compartir el taco campero, disfrutar del paseo en un campo en plena otoñada, respirar el aire más limpio y puede que frío del mes (hay previsión de lluvia e incluso nieve). La temporada de caza menor es tiempo de barro y de frío, también de sudadas gloriosas con ayuda del calor otoñal.
Y siempre queda la posibilidad de almorzar en la bodega o en el bar del pueblo y relatar los lances de caza de la mañana, frustraciones y éxitos, e incluso de recordar jornadas de años anteriores por aquello de que ‘todo tiempo pasado fue mejor’.
Desde finales de octubre hasta el cuarto domingo de enero, quedan por delante tres meses (jueves, sábados, domingos y festivos, aunque muchos acotados lo reduzcan a sólo los domingos o domingos alternos) en los que la vida de los pueblos de Sahagún estará marcada por la caza, un deporte que no cuenta con muchos seguidores, pero que quien lo practica lo hace de forma apasionada.
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