Del Viernes, 22 de Agosto de 2025 al Martes, 23 de Septiembre de 2025

José Antonio (Toño) Casado
"Me he pasado dos años viendo vídeos de apicultura en YouTube"
Valdavida
El primer aire que respiraron los pulmones de Toño Casado fue el de Valdavida, el pueblo en el que sus ojos esperan poder ver la última luz. Uno de los ocho hijos del recordado doctor Casado de Sahagún anduvo trabajando por Argentina, Barcelona, Murcia… Se casó, enviudó, volvió a encontrar el amor… Como tenía claro que no es un homo urbanícola, se decidió en el año 2000 a construir con un poco de ayuda una casa de madera en pleno monte, en una finca de sus abuelos.
Desde entonces todo lo importante gira en torno a esa casa. Su madre le llama por teléfono cuando hay un vendaval para asegurarse de que el viento no se ha llevado la casa, como el peor de los presagios del cuento de los tres cerditos y el lobo soplador.
Su nueva pareja, Juana, aporta dos hijas y, en común, tienen a Toñín, que a sus 14 años utiliza el transporte escolar, como el resto de alumnos del IES de Sahagún, aunque los casi dos primeros kilómetros que distan desde su casa a la plaza de Valdavida sean sus padres los que hacen de taxistas.
Con 55 años, Toño está intentando dejar atrás el pesado trabajo en la construcción de edificios y las telecomunicaciones que le dieron de comer hasta ahora para adentrarse de lleno en la apicultura, el oficio que más le gusta. El monte de Valdavida tiene mucha riqueza, sólo hay que saberla explotar y nuestro protagonista confía en poder sobrevivir de esta pasión que aprendió visionando vídeos tutoriales en YouTube.
Cuando Toño viaja a Cartagena, ciudad natal de Juana, comienza enseguida a estornudar, prueba de que sus pulmones no admiten otro oxígeno que no sea el que ronda junto a su casa de madera, en su Valdavida. Ya el mismo nombre del pueblo invita a vivir.
(P) Juanda Rodríguez: ¿Por dónde anduviste antes de recalar en esta casa de madera?
(R) Toño Casado: En 1983 decidí que no quería seguir estudiando. Me puse a trabajar en el sector de la construcción, primero de peón, después pasé a ser encargado de obra, hice también ferralla, estructuras metálicas… Me fui a Gerona a trabajar en la construcción y estructuras. En los ratos libres hacía excursiones de montaña. En unas de esas aventuras conocí a un ingeniero de telecomunicaciones que me ofreció participar en un proyecto en Argentina; como no tenía compromisos familiares me fui para allá. Estuve ocho años trabajando en Argentina y en Brasil con la multinacional italiana Sirti en el desarrollo de la red telefónica.
P: ¿Echaste raíces en Argentina?
R: Conocí a una chica, me casé, pero tuvo la desgracia de morir en un accidente de tráfico. Decidí volver a España. Me vine a Barcelona unos años y como mi padre estaba enfermo de cáncer, decidí volver a mi tierra para estar cerca de él. Me encanta la montaña y mi primera intención era hacerme una casa de piedra en un pueblo de montaña, pero al final decidí instalarme en una finca de mis abuelos aquí en Valdavida. Vi que había agua y que se podía vivir bien.
P: ¿Y te pusiste a construir desde un primer momento?
R: Estuve unos días durmiendo en una tienda de campaña, pero sí, empecé a construir la casa en el año 2000. La hice por fases. La hice yo mismo, con ayuda de mis hermanos. Entonces cobraba una pensión de viudedad de 1.200 dólares, pero con el ‘Corralito’ y la devaluación del peso sobre el dólar, mi pensión se quedó en 130 dólares.
P: ¿Tu idea era levantar la casa sólo parar vivir en plan ermitaño o eremita?
R: No, el proyecto era dedicarme al turismo rural. Pero por circunstancias no pudo ser. Y de la noche a la mañana conocí a una mujer de Cartagena. Lo dejé todo y me fui a Murcia, donde estuve unos años trabajando en telecomunicaciones y entonces veníamos de vacaciones a Valdavida. Yo estaba la mar de bien viviendo allí. Pero al final fue mi mujer, Juana, la que animó a venirnos a vivir aquí y entonces pasamos a ir de vacaciones a Cartagena. Seguro que si hubiera sido yo el que hubiera forzado la situación para venirnos, no hubiera funcionado.
“He vivido en Barcelona, en Buenos Aires, en Sao Paulo, ciudades muy grandes que sólo concibo para trabajar”
P: ¿Y aquí seguiste trabajando en la construcción?
R: En esta zona, si no eres ganadero o agricultor, pocas otras posibilidades tienes de ganarte la vida. Empecé con pequeñas obras de reformas de viviendas. También estuve de encargado de obra con la empresa Joca en la restauración del Convento de San Francisco de Sahagún, el conocido Monasterio-Santuario de La Peregrina. Pero desde hace dos años el sector de la construcción es insostenible, se ha devaluado mucho la mano de obra, los precios han caído con la crisis del ladrillo… es un sector muy conflictivo. En estos dos últimos años he estado en trabajos de mantenimiento en León. En mi vida laboral he estado en más de 20 empresas.
P: Tienes claro es que no eres homo urbanícola, ¿no?
R: He vivido en Barcelona, en Buenos Aires, en Sao Paulo, ciudades muy grandes que sólo concibo para trabajar, pero si no trabajo me veo en la necesidad de huir de la ciudad. Durante los cuatro años que trabajé en Brasil, volvía cada fin de semana a mi casa, que estaba a las afueras de Buenos Aires, con un terreno de diez hectáreas, pero para ello tenía que coger tres vuelos, tres aviones de puente aéreo, para disfrutar del fin de semana.
P: ¿No te valía un pueblo habitado, tenías que levantar tu casa en un lugar apartado de la civilización?
R: Prefiero no vivir en el pueblo… pero más que nada por los que viven ahí, no los quiero hacer sufrir. (Risas).
P: ¿Te consideras un antisocial?
R: Un poco sí, más inconformista y rebelde. Yo voy a León al cine, al teatro y donde haga falta, pero en el fondo me gusta vivir a mi manera. Quien me viene a visitar a mi casa lo ve pronto, que soy diferente al resto. Los demás sacan las patatas de la sartén después de freírlas y yo saco el aceite (risas).
P: ¿Y aquí qué tal te llevas con los vecinos?
R: Bien porque no tengo. Así no me tienen que aguantar. Con las ovejas, caballos y vacas que hay cerca me llevo bien. No es por criticar, pero al estar a casi dos kilómetros del pueblo, como no me ven y no saben lo que hago, les incomoda, les hace ponerse nerviosos.
“Todo el mundo ve osos y lobos menos yo. Tampoco estamos tan aislados como pudiera parecer”
P: ¿Tienes solucionado el tema de intendencia: agua, luz, calefacción, víveres, médico, comunicaciones…?
R: Estuvimos dos años sin luz. Nos las apañábamos con unas placas solares y con un generador para momentos puntuales. Pero ahora ya tenemos acometida desde el pueblo. La obra de enterramiento de la línea la hice yo mismo y así me salió mucho más barata. El agua es del manantial de fuente de cepo, un tronco de roble que tenía puesto mi abuelo para que no se ensuciara el agua. Yo hice una captación justo al lado para conservar el antiguo. Aquí tenemos mucha agua. Tenemos dos estufas, una de leña y otra de pellets. Para el tema de víveres, solemos hacer una compra grande cada 15 días en un hipermercado. Tenemos dos arcones/congeladores y una pequeña huerta de subsistencia con verdura de temporada. Para desplazarnos tenemos un coche cada uno, más la furgoneta y al médico vamos al Centro de Salud de Sahagún. La médica viene al pueblo los viernes, pero si estamos enfermos preferimos ir a Sahagún. Tuve gallinas, pollos y conejos, pero al final he desistido, me han vencido el zorro y la mostolilla. Me han ganado, he tirado la toalla. Ahora compramos los huevos y ese tipo de carne. Sólo me queda un pato que se ha librado porque duerme pegado al mastín. Para Internet tenemos un router de velocidad 4G de 20 megas. Es suficiente para nosotros y para que el chaval haga los trabajos de clase.
P: ¿Nieva mucho aquí? ¿Tenéis miedo a los lobos?
R: Todo el mundo ve osos y lobos menos yo. Puntualizo. Hay muchísimo corzo, cada vez más jabalíes y muy aisladamente algún lobo que merodea. Pero es el zorro el que nos visita todas las noches. Tampoco nieva tanto. Eso sí, cuando nieva salimos a hacernos fotos y se las enviamos a la familia y a los amigos. Tampoco estamos tan aislados como pudiera parecer.
P: Creo que haces de taxista de tu hijo…
R: Yo bajo a Toñín todos los días hasta la plaza del pueblo, aunque con el buen tiempo baja él en bici. Desde ahí va al instituto de Sahagún en autobús con otro muchacho del pueblo. Hay otro niño que va en el autobús del colegio.
P: ¿Os reclama vuestro hijo no tener compañeros de juego cerca los fines de semana o en vacaciones?
R: Le respetamos que pueda salir los viernes por Sahagún durante el curso y en verano baja al pueblo, que la gente se multiplica por seis. Hay un montón de niños. Lo de vivir en una casa aislada le da pretexto a él a conectarse más a Internet. Entra en la red y juega más de lo que nos gustaría con la disculpa de que no tiene amigos cerca para salir. Pero imagino que es lo típico de todos los adolescentes, creo yo.
P: ¿Cómo conectaste con la apicultura y cuándo te decidiste a vivir de las abejas?
R: Cuando vivía en Argentina, también en una zona rural, tenía un vecino que tenía muchísimas colmenas. Ahí ya me entró la curiosidad por este mundo. Una vez aquí, empezó a venir un trashumante de Salamanca a Valdavida y me hizo pensar que nosotros no estamos aprovechando los recursos. Vienen de fuera a cortarnos la leña, traen vacas y caballos a pastar la hierba, invirtiendo tiempo y dinero en el transporte, con sus camiones… y nosotros lo tenemos a mano y no lo aprovechamos. Fue cuando me planteé hacerlo yo. Primero compré dos núcleos de prueba, vi que no se morían y me gustó.
“Lo que he aprendido ha sido viendo vídeos en YouTube, investigando por mi cuenta”
P: ¿Quién te ha enseñado?
R: Lo que he aprendido ha sido viendo vídeos en YouTube, investigando por mi cuenta. Me he pasado dos años formándome en la apicultura por Internet: técnicas de todos los países (Australia, China…), la polinización manual… hay todo lo que quieras en YouTube. Cualquier persona puede investigar lo que quiera de cualquier tema por Internet, sin tener un maestro. Lo que veo en la red me llega a obsesionar con querer probarlo yo sobre el terreno. También te llevas algún que otro chasco, como cuando intentas coger un enjambre en un árbol, se te cae la escalera y te quedas colgado a cinco metros de altura, te pican 20 abejas… eso no sale en los vídeos (risas).
P: ¿En qué fase estás ahora con el negocio?
R: Ahora estoy fabricando cajones aprovechando la invernada. Lo que me he propuesto, sin dedicarme a extraer miel más que para catar y darla a conocer, es multiplicar abejas, conseguir el mayor número de colmenas posibles. Necesito tener 150 colmenas potentes, para después producir lo que quiera: jalea real, apitoxina (veneno), miel, propóleo, cera, reinas… Me gustaría acercar la apicultura a la gente. Ir al mercado de los sábados de Sahagún, llevar una colmena y que la gente vea las abejas. Al final mi objetivo será vender colmenas completas.
P: Es un mundo muy complejo, ¿no?
R: Todo un mundo, ya lo creo. Por ejemplo, cuando sale del huevo la larva, depende de la jalea real que coma para que se convierta en abeja, en zángano o en reina. Parece increíble, pero es cierto. Los zánganos salen de unas celdas que las abejas hacen un poco más grandes, pero previamente les dan una dosis concreta de jalea real. Ya tengo nidos especiales preparados para criar reinas y luego poder dividir los núcleos y multiplicar las colmenas.
P: Y la miel se llamará ‘La casa de madera’... original
R: Sí, ya tengo registrado el nombre ‘Miel Casa de Madera’ en patentes y marcas. Es un proceso arduo donde todas las marcas alegan durante un periodo de exposición pública para comprobar que no les has copiado nada de todos los parámetros que has propuesto. Hay una casa de madera de quesos, pero como es de otro subgrupo alimenticio, no ha alegado nada.
P: ¿Qué es lo que más te motiva de este asunto?
R: Lo que me mueve no es la parte económica, te lo aseguro. Mi ideal es vivir en el campo, que es lo que más me gusta, y con un recurso que sea compatible con vivir en el campo. Y la ventaja de tener esta ganadería es que no es tan esclava, que me permite viajar. Si tuviera vacas u ovejas, tendría que ordeñar dos veces al día.
P: Y siempre formándote.
R: Sí, aprovecho los periodos de inactividad para formarme. Ahora me apunté a un curso del Ecyl y estoy yendo todos los días a Palencia para mantenerme activo. El curso es de presentación de proyectos de edificación. Dura cuatro meses y al final te dan un certificado de profesionalidad, que no es lo que busco, pues lo que quiero es ampliar conocimientos. Y lo que más me ha llamado la atención es que hay un módulo de impresión en 3D. Quiero hacer cuadros para las colmenas con la impresora 3D y probar a ver cómo responden las abejas ante las celdas de plástico en vez de cera. Hay gente que piensa que esto es desvirtuar la apicultura, pero bueno, la tecnología debe estar al servicio del ser humano. Es como el que practica apicultura naturista, pero todos los cultivos de alrededor de sus colmenas utilizan pesticidas para dar y tomar. ¿Qué miel ecológica es esa?
“Con el dinero que se paga por estar en una residencia de ancianos se puede pagar perfectamente a una persona para que te cuide en tu propia casa”
P: ¿Tú también estás en contra de la importación masiva de miel china?
R: Hay parte de verdad en esto. La realidad es que cualquier cosa que viene de China, ya sea miel, ropa, calzado, madera, herramientas… tiene un coste muy bajo. Allí la mano de obra es más barata. He visto vídeos de apicultores chinos que producen como aquí, lo que pasa es que ellos trabajan 20 horas y nosotros cinco. Producen 20 veces más y más barato. Creo que lo que tendríamos que hacer es consumir productos autóctonos de los mercados locales. Está claro que si vas a Carrefour llenas el carro de verduras frescas sin deslomarte, regar, estar pendiente del escarabajo de la patata… Todo limpito.
P: ¿Te ves de viejecito en esta casa o en un geriátrico?
R: Creo que con el dinero que se paga por estar en una residencia de ancianos se puede pagar perfectamente a una persona para que te cuide en tu propia casa y se generaría puestos de trabajo. Es verdad que para que te cuiden ahora las 24 horas tendrías que tener tres personas, por el tema de los descansos… Cuando llegas a la última etapa de la vida, que andas algo cansado de viajar de un lado para otro, dando vueltas por el mundo, que tienes una familia, pues piensas en dedicarte un poco más a ti. Si empezara a contar todo el tiempo que he perdido en viajes para ir y venir a trabajar… Yo ahora me levanto de la cama y ya estoy trabajando. Cuesta despegarse de la vida del mundanal ruido. Si puedo prescindir de un trabajo remunerado es porque tengo la suerte de que mi mujer trabaja. O lo hago ahora o no lo hago nunca. Es la oportunidad. Ya me han ofrecido trabajar, es tentador, pero si no es de media jornada…, me lo pensaría. No quiero llegar a los 70 años sin hacer lo que realmente quiero hacer.
El primer aire que respiraron los pulmones de Toño Casado fue el de Valdavida, el pueblo en el que sus ojos esperan poder ver la última luz. Uno de los ocho hijos del recordado doctor Casado de Sahagún anduvo trabajando por Argentina, Barcelona, Murcia… Se casó, enviudó, volvió a encontrar el amor… Como tenía claro que no es un homo urbanícola, se decidió en el año 2000 a construir con un poco de ayuda una casa de madera en pleno monte, en una finca de sus abuelos.
Desde entonces todo lo importante gira en torno a esa casa. Su madre le llama por teléfono cuando hay un vendaval para asegurarse de que el viento no se ha llevado la casa, como el peor de los presagios del cuento de los tres cerditos y el lobo soplador.
Su nueva pareja, Juana, aporta dos hijas y, en común, tienen a Toñín, que a sus 14 años utiliza el transporte escolar, como el resto de alumnos del IES de Sahagún, aunque los casi dos primeros kilómetros que distan desde su casa a la plaza de Valdavida sean sus padres los que hacen de taxistas.
Con 55 años, Toño está intentando dejar atrás el pesado trabajo en la construcción de edificios y las telecomunicaciones que le dieron de comer hasta ahora para adentrarse de lleno en la apicultura, el oficio que más le gusta. El monte de Valdavida tiene mucha riqueza, sólo hay que saberla explotar y nuestro protagonista confía en poder sobrevivir de esta pasión que aprendió visionando vídeos tutoriales en YouTube.
Cuando Toño viaja a Cartagena, ciudad natal de Juana, comienza enseguida a estornudar, prueba de que sus pulmones no admiten otro oxígeno que no sea el que ronda junto a su casa de madera, en su Valdavida. Ya el mismo nombre del pueblo invita a vivir.
![[Img #18715]](http://sahagundigital.com/upload/images/01_2019/8127_dsc_1201.jpg?39)
(P) Juanda Rodríguez: ¿Por dónde anduviste antes de recalar en esta casa de madera?
(R) Toño Casado: En 1983 decidí que no quería seguir estudiando. Me puse a trabajar en el sector de la construcción, primero de peón, después pasé a ser encargado de obra, hice también ferralla, estructuras metálicas… Me fui a Gerona a trabajar en la construcción y estructuras. En los ratos libres hacía excursiones de montaña. En unas de esas aventuras conocí a un ingeniero de telecomunicaciones que me ofreció participar en un proyecto en Argentina; como no tenía compromisos familiares me fui para allá. Estuve ocho años trabajando en Argentina y en Brasil con la multinacional italiana Sirti en el desarrollo de la red telefónica.
P: ¿Echaste raíces en Argentina?
R: Conocí a una chica, me casé, pero tuvo la desgracia de morir en un accidente de tráfico. Decidí volver a España. Me vine a Barcelona unos años y como mi padre estaba enfermo de cáncer, decidí volver a mi tierra para estar cerca de él. Me encanta la montaña y mi primera intención era hacerme una casa de piedra en un pueblo de montaña, pero al final decidí instalarme en una finca de mis abuelos aquí en Valdavida. Vi que había agua y que se podía vivir bien.
P: ¿Y te pusiste a construir desde un primer momento?
R: Estuve unos días durmiendo en una tienda de campaña, pero sí, empecé a construir la casa en el año 2000. La hice por fases. La hice yo mismo, con ayuda de mis hermanos. Entonces cobraba una pensión de viudedad de 1.200 dólares, pero con el ‘Corralito’ y la devaluación del peso sobre el dólar, mi pensión se quedó en 130 dólares.
P: ¿Tu idea era levantar la casa sólo parar vivir en plan ermitaño o eremita?
R: No, el proyecto era dedicarme al turismo rural. Pero por circunstancias no pudo ser. Y de la noche a la mañana conocí a una mujer de Cartagena. Lo dejé todo y me fui a Murcia, donde estuve unos años trabajando en telecomunicaciones y entonces veníamos de vacaciones a Valdavida. Yo estaba la mar de bien viviendo allí. Pero al final fue mi mujer, Juana, la que animó a venirnos a vivir aquí y entonces pasamos a ir de vacaciones a Cartagena. Seguro que si hubiera sido yo el que hubiera forzado la situación para venirnos, no hubiera funcionado.
“He vivido en Barcelona, en Buenos Aires, en Sao Paulo, ciudades muy grandes que sólo concibo para trabajar”
P: ¿Y aquí seguiste trabajando en la construcción?
R: En esta zona, si no eres ganadero o agricultor, pocas otras posibilidades tienes de ganarte la vida. Empecé con pequeñas obras de reformas de viviendas. También estuve de encargado de obra con la empresa Joca en la restauración del Convento de San Francisco de Sahagún, el conocido Monasterio-Santuario de La Peregrina. Pero desde hace dos años el sector de la construcción es insostenible, se ha devaluado mucho la mano de obra, los precios han caído con la crisis del ladrillo… es un sector muy conflictivo. En estos dos últimos años he estado en trabajos de mantenimiento en León. En mi vida laboral he estado en más de 20 empresas.
P: Tienes claro es que no eres homo urbanícola, ¿no?
R: He vivido en Barcelona, en Buenos Aires, en Sao Paulo, ciudades muy grandes que sólo concibo para trabajar, pero si no trabajo me veo en la necesidad de huir de la ciudad. Durante los cuatro años que trabajé en Brasil, volvía cada fin de semana a mi casa, que estaba a las afueras de Buenos Aires, con un terreno de diez hectáreas, pero para ello tenía que coger tres vuelos, tres aviones de puente aéreo, para disfrutar del fin de semana.
P: ¿No te valía un pueblo habitado, tenías que levantar tu casa en un lugar apartado de la civilización?
R: Prefiero no vivir en el pueblo… pero más que nada por los que viven ahí, no los quiero hacer sufrir. (Risas).
P: ¿Te consideras un antisocial?
R: Un poco sí, más inconformista y rebelde. Yo voy a León al cine, al teatro y donde haga falta, pero en el fondo me gusta vivir a mi manera. Quien me viene a visitar a mi casa lo ve pronto, que soy diferente al resto. Los demás sacan las patatas de la sartén después de freírlas y yo saco el aceite (risas).
![[Img #18714]](http://sahagundigital.com/upload/images/01_2019/4992_dsc_1174.jpg?23)
P: ¿Y aquí qué tal te llevas con los vecinos?
R: Bien porque no tengo. Así no me tienen que aguantar. Con las ovejas, caballos y vacas que hay cerca me llevo bien. No es por criticar, pero al estar a casi dos kilómetros del pueblo, como no me ven y no saben lo que hago, les incomoda, les hace ponerse nerviosos.
“Todo el mundo ve osos y lobos menos yo. Tampoco estamos tan aislados como pudiera parecer”
P: ¿Tienes solucionado el tema de intendencia: agua, luz, calefacción, víveres, médico, comunicaciones…?
R: Estuvimos dos años sin luz. Nos las apañábamos con unas placas solares y con un generador para momentos puntuales. Pero ahora ya tenemos acometida desde el pueblo. La obra de enterramiento de la línea la hice yo mismo y así me salió mucho más barata. El agua es del manantial de fuente de cepo, un tronco de roble que tenía puesto mi abuelo para que no se ensuciara el agua. Yo hice una captación justo al lado para conservar el antiguo. Aquí tenemos mucha agua. Tenemos dos estufas, una de leña y otra de pellets. Para el tema de víveres, solemos hacer una compra grande cada 15 días en un hipermercado. Tenemos dos arcones/congeladores y una pequeña huerta de subsistencia con verdura de temporada. Para desplazarnos tenemos un coche cada uno, más la furgoneta y al médico vamos al Centro de Salud de Sahagún. La médica viene al pueblo los viernes, pero si estamos enfermos preferimos ir a Sahagún. Tuve gallinas, pollos y conejos, pero al final he desistido, me han vencido el zorro y la mostolilla. Me han ganado, he tirado la toalla. Ahora compramos los huevos y ese tipo de carne. Sólo me queda un pato que se ha librado porque duerme pegado al mastín. Para Internet tenemos un router de velocidad 4G de 20 megas. Es suficiente para nosotros y para que el chaval haga los trabajos de clase.
P: ¿Nieva mucho aquí? ¿Tenéis miedo a los lobos?
R: Todo el mundo ve osos y lobos menos yo. Puntualizo. Hay muchísimo corzo, cada vez más jabalíes y muy aisladamente algún lobo que merodea. Pero es el zorro el que nos visita todas las noches. Tampoco nieva tanto. Eso sí, cuando nieva salimos a hacernos fotos y se las enviamos a la familia y a los amigos. Tampoco estamos tan aislados como pudiera parecer.
P: Creo que haces de taxista de tu hijo…
R: Yo bajo a Toñín todos los días hasta la plaza del pueblo, aunque con el buen tiempo baja él en bici. Desde ahí va al instituto de Sahagún en autobús con otro muchacho del pueblo. Hay otro niño que va en el autobús del colegio.
P: ¿Os reclama vuestro hijo no tener compañeros de juego cerca los fines de semana o en vacaciones?
R: Le respetamos que pueda salir los viernes por Sahagún durante el curso y en verano baja al pueblo, que la gente se multiplica por seis. Hay un montón de niños. Lo de vivir en una casa aislada le da pretexto a él a conectarse más a Internet. Entra en la red y juega más de lo que nos gustaría con la disculpa de que no tiene amigos cerca para salir. Pero imagino que es lo típico de todos los adolescentes, creo yo.
P: ¿Cómo conectaste con la apicultura y cuándo te decidiste a vivir de las abejas?
R: Cuando vivía en Argentina, también en una zona rural, tenía un vecino que tenía muchísimas colmenas. Ahí ya me entró la curiosidad por este mundo. Una vez aquí, empezó a venir un trashumante de Salamanca a Valdavida y me hizo pensar que nosotros no estamos aprovechando los recursos. Vienen de fuera a cortarnos la leña, traen vacas y caballos a pastar la hierba, invirtiendo tiempo y dinero en el transporte, con sus camiones… y nosotros lo tenemos a mano y no lo aprovechamos. Fue cuando me planteé hacerlo yo. Primero compré dos núcleos de prueba, vi que no se morían y me gustó.
“Lo que he aprendido ha sido viendo vídeos en YouTube, investigando por mi cuenta”
P: ¿Quién te ha enseñado?
R: Lo que he aprendido ha sido viendo vídeos en YouTube, investigando por mi cuenta. Me he pasado dos años formándome en la apicultura por Internet: técnicas de todos los países (Australia, China…), la polinización manual… hay todo lo que quieras en YouTube. Cualquier persona puede investigar lo que quiera de cualquier tema por Internet, sin tener un maestro. Lo que veo en la red me llega a obsesionar con querer probarlo yo sobre el terreno. También te llevas algún que otro chasco, como cuando intentas coger un enjambre en un árbol, se te cae la escalera y te quedas colgado a cinco metros de altura, te pican 20 abejas… eso no sale en los vídeos (risas).
P: ¿En qué fase estás ahora con el negocio?
R: Ahora estoy fabricando cajones aprovechando la invernada. Lo que me he propuesto, sin dedicarme a extraer miel más que para catar y darla a conocer, es multiplicar abejas, conseguir el mayor número de colmenas posibles. Necesito tener 150 colmenas potentes, para después producir lo que quiera: jalea real, apitoxina (veneno), miel, propóleo, cera, reinas… Me gustaría acercar la apicultura a la gente. Ir al mercado de los sábados de Sahagún, llevar una colmena y que la gente vea las abejas. Al final mi objetivo será vender colmenas completas.
![[Img #18713]](http://sahagundigital.com/upload/images/01_2019/892_dsc_1188.jpg?22)
P: Es un mundo muy complejo, ¿no?
R: Todo un mundo, ya lo creo. Por ejemplo, cuando sale del huevo la larva, depende de la jalea real que coma para que se convierta en abeja, en zángano o en reina. Parece increíble, pero es cierto. Los zánganos salen de unas celdas que las abejas hacen un poco más grandes, pero previamente les dan una dosis concreta de jalea real. Ya tengo nidos especiales preparados para criar reinas y luego poder dividir los núcleos y multiplicar las colmenas.
P: Y la miel se llamará ‘La casa de madera’... original
R: Sí, ya tengo registrado el nombre ‘Miel Casa de Madera’ en patentes y marcas. Es un proceso arduo donde todas las marcas alegan durante un periodo de exposición pública para comprobar que no les has copiado nada de todos los parámetros que has propuesto. Hay una casa de madera de quesos, pero como es de otro subgrupo alimenticio, no ha alegado nada.
P: ¿Qué es lo que más te motiva de este asunto?
R: Lo que me mueve no es la parte económica, te lo aseguro. Mi ideal es vivir en el campo, que es lo que más me gusta, y con un recurso que sea compatible con vivir en el campo. Y la ventaja de tener esta ganadería es que no es tan esclava, que me permite viajar. Si tuviera vacas u ovejas, tendría que ordeñar dos veces al día.
P: Y siempre formándote.
R: Sí, aprovecho los periodos de inactividad para formarme. Ahora me apunté a un curso del Ecyl y estoy yendo todos los días a Palencia para mantenerme activo. El curso es de presentación de proyectos de edificación. Dura cuatro meses y al final te dan un certificado de profesionalidad, que no es lo que busco, pues lo que quiero es ampliar conocimientos. Y lo que más me ha llamado la atención es que hay un módulo de impresión en 3D. Quiero hacer cuadros para las colmenas con la impresora 3D y probar a ver cómo responden las abejas ante las celdas de plástico en vez de cera. Hay gente que piensa que esto es desvirtuar la apicultura, pero bueno, la tecnología debe estar al servicio del ser humano. Es como el que practica apicultura naturista, pero todos los cultivos de alrededor de sus colmenas utilizan pesticidas para dar y tomar. ¿Qué miel ecológica es esa?
“Con el dinero que se paga por estar en una residencia de ancianos se puede pagar perfectamente a una persona para que te cuide en tu propia casa”
P: ¿Tú también estás en contra de la importación masiva de miel china?
R: Hay parte de verdad en esto. La realidad es que cualquier cosa que viene de China, ya sea miel, ropa, calzado, madera, herramientas… tiene un coste muy bajo. Allí la mano de obra es más barata. He visto vídeos de apicultores chinos que producen como aquí, lo que pasa es que ellos trabajan 20 horas y nosotros cinco. Producen 20 veces más y más barato. Creo que lo que tendríamos que hacer es consumir productos autóctonos de los mercados locales. Está claro que si vas a Carrefour llenas el carro de verduras frescas sin deslomarte, regar, estar pendiente del escarabajo de la patata… Todo limpito.
P: ¿Te ves de viejecito en esta casa o en un geriátrico?
R: Creo que con el dinero que se paga por estar en una residencia de ancianos se puede pagar perfectamente a una persona para que te cuide en tu propia casa y se generaría puestos de trabajo. Es verdad que para que te cuiden ahora las 24 horas tendrías que tener tres personas, por el tema de los descansos… Cuando llegas a la última etapa de la vida, que andas algo cansado de viajar de un lado para otro, dando vueltas por el mundo, que tienes una familia, pues piensas en dedicarte un poco más a ti. Si empezara a contar todo el tiempo que he perdido en viajes para ir y venir a trabajar… Yo ahora me levanto de la cama y ya estoy trabajando. Cuesta despegarse de la vida del mundanal ruido. Si puedo prescindir de un trabajo remunerado es porque tengo la suerte de que mi mujer trabaja. O lo hago ahora o no lo hago nunca. Es la oportunidad. Ya me han ofrecido trabajar, es tentador, pero si no es de media jornada…, me lo pensaría. No quiero llegar a los 70 años sin hacer lo que realmente quiero hacer.
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