Del Viernes, 22 de Agosto de 2025 al Martes, 23 de Septiembre de 2025

Cuento infantil
La cabalgata
Cultura / Creación literaria
La tarde menguada del invierno se va cerrando en noche. Víspera del día de Reyes. Los niños nerviosos, de la mano de sus padres, recorren las calles, agitados en esa emoción indefinida que se mueve entre el deseo y la conciencia de no haber sido todo lo bueno que era deseable. Los escaparates con juguetes, las luces navideñas que alegran la calle, todo ello da un aire entre festivo y mágico a esos momentos de espera a que llegue la cabalgata de Sus Majestades. Unos copos de nieve solitarios se pasean por el aire.
En la esquina de Ordoño con Independencia está el Café Nacional. En el primer piso, una zona de esparcimiento, con veladores de mármol y sofás añejos, desvencijados y vencidos. Balcones estrechos se abren a la calle.
Un niño espera inquieto junto a su padre.
Música de villancicos anuncia la proximidad de los Reyes. Una marea de pajes, adornados de galas en rasos brillantes, tocados con turbantes de colores que lucen airosas plumas, desfilan llevando antorchas en las manos. Luz que hechiza la calle, que llena las pupilas infantiles en brillos de sueños y afanes.
Pasa Gaspar en su alto trono, rubia la barba, saludando con la mano en un gesto cómplice, con una gran sonrisa abierta en la cara. Tras él tres camiones con remolques. En cada remolque un letrero: Juguetes. Palabra dichosa que pinta ilusiones en las caras de los niños.
Con el traqueteo, una caja, levemente se desplaza, se abre y muestra el contenido a quienes la contemplan desde lo alto.
- ¡Papá, esa caja está vacía! Dice con un toque de amargura el niño del balcón.
- ¡Claro! – contesta el padre – Es para los niños que no se han portado bien y a quienes los Reyes no les traen nada
Suspira aliviado el niño, la sonrisa le vuelve a la cara.
- Mira papá ¡Baltasar!
El Rey mira hacia el balcón, y con la mano lanza un puñado de caramelos. El niño los coge con alborozo. Le entran las prisas.
- Venga papá vámonos ya para casa
![[Img #18727]](http://sahagundigital.com/upload/images/01_2019/7165_chemaconcellon.jpg?41)
La tarde menguada del invierno se va cerrando en noche. Víspera del día de Reyes. Los niños nerviosos, de la mano de sus padres, recorren las calles, agitados en esa emoción indefinida que se mueve entre el deseo y la conciencia de no haber sido todo lo bueno que era deseable. Los escaparates con juguetes, las luces navideñas que alegran la calle, todo ello da un aire entre festivo y mágico a esos momentos de espera a que llegue la cabalgata de Sus Majestades. Unos copos de nieve solitarios se pasean por el aire.
En la esquina de Ordoño con Independencia está el Café Nacional. En el primer piso, una zona de esparcimiento, con veladores de mármol y sofás añejos, desvencijados y vencidos. Balcones estrechos se abren a la calle.
Un niño espera inquieto junto a su padre.
Música de villancicos anuncia la proximidad de los Reyes. Una marea de pajes, adornados de galas en rasos brillantes, tocados con turbantes de colores que lucen airosas plumas, desfilan llevando antorchas en las manos. Luz que hechiza la calle, que llena las pupilas infantiles en brillos de sueños y afanes.
Pasa Gaspar en su alto trono, rubia la barba, saludando con la mano en un gesto cómplice, con una gran sonrisa abierta en la cara. Tras él tres camiones con remolques. En cada remolque un letrero: Juguetes. Palabra dichosa que pinta ilusiones en las caras de los niños.
Con el traqueteo, una caja, levemente se desplaza, se abre y muestra el contenido a quienes la contemplan desde lo alto.
- ¡Papá, esa caja está vacía! Dice con un toque de amargura el niño del balcón.
- ¡Claro! – contesta el padre – Es para los niños que no se han portado bien y a quienes los Reyes no les traen nada
Suspira aliviado el niño, la sonrisa le vuelve a la cara.
- Mira papá ¡Baltasar!
El Rey mira hacia el balcón, y con la mano lanza un puñado de caramelos. El niño los coge con alborozo. Le entran las prisas.
- Venga papá vámonos ya para casa
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