Del Viernes, 24 de Octubre de 2025 al Domingo, 26 de Octubre de 2025
Juanda Rodríguez
El baile de los estorninos
Coreografías celestes en la Laguna Grande de Bercianos
Estrategia de supervivencia
La Laguna Grande, en Bercianos del Real Camino, es uno de esos microparaísos zoológicos que oculta el sureste leonés, ‘seco’ en apariencia. Decenas de especies tienen aquí su casa. Aves acuáticas, pequeños mamíferos, anfibios… viven al cobijo de las cañas y los juncos que han tomado ese imponente humedal ocultando casi por completo su lámina de agua.
Y es aquí, en el ‘Reino del Avetoro’, donde estos días se repite al caer el sol uno de esos milagros de la naturaleza que bien merece una visita a esta población jacobea.
Se trata del baile de los estorninos. Impresionantes bandos de estas aves negruzcas, conocidas en el sureste leonés como tordos, forman una de las escenas más bellas y emocionantes de la naturaleza. Todo un espectáculo que se puede seguir ‘en directo’, y para no molestar, desde la caseta de observación que hay a orillas de esta gran zona palustre. “Pero estos vuelos sincronizados no surgen por estética. Aunque la ciencia todavía trata de entenderlos, parece claro que esta especie emplea los vuelos grupales como estrategia de supervivencia”, explica para la Sociedad Española de Ornitología José María de la Peña.
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“Los estorninos son un grupo de aves muy gregarias que habitan en bosques, terrenos agrícolas, cultivos arbóreos, parques, jardines y núcleos urbanos. En España existen dos especies: el estornino negro y el pinto. El primero reside en la península durante todo el año, mientras que el otro es un invernante. Al ser muy gregarias, ambas especies forman enormes bandos durante el invierno, cuando el alimento escasea. Llegan a ser decenas de miles de ejemplares volando al unísono y, en muchos casos, de ambas especies, lo que se conoce como bandos mixtos (si uno se fija en las motas claras, no es difícil diferenciar el negro del pinto)”, analiza de la Peña.
Además de convertir la búsqueda de alimento en una tarea menos tediosa, los bandos sirven a los estorninos para evitar o despistar a los posibles depredadores que merodeen por la zona. Y es que resulta mucho más fácil detectar cualquier amenaza pues son miles de ojos pendientes de cualquier intruso. Para los depredadores, por otro lado, estas formaciones reducen su éxito durante la caza: con sus movimientos y constantes cambios de dirección, los estorninos logran despistar al depredador –por ejemplo, los veloces halcones- que no alcanza a fijar la atención en una única presa. Esta estrategia es muy parecida a la de los bancos de peces.
Los enormes bandos solo se forman durante la época invernal, momento que no tienen que atender a los pollos y están más pendientes de velar por su supervivencia. Aunque estas hermosas formaciones solo tienen lugar al atardecer, cuando los estorninos están a punto de entrar al dormidero. Eso explica por qué vuelan tan cerca de la vegetación.
Para poder moverse de forma sincronizada y con tantos cambios de dirección, los estorninos tienen en cuenta varios aspectos. El primero es la comunicación, un factor muy importante en pleno vuelo. Los estorninos vuelan haciendo mucho ruido, informando al resto de estorninos de cuál es su posición. De esta forma, los individuos dentro del bando no se golpean ni se molestan al volar. El otro factor clave para los estorninos es la luz y oscuridad: durante el vuelo en grupo siempre tienden a seguir las siluetas oscuras de sus compañeros y evitan las zonas con claros por donde ven luz. Esto es lo que crea esos movimientos rápidos y permite los cambios bruscos de dirección.
La frecuencia de estos vuelos dignos de la medalla de oro en vuelo sincronizado es relativamente baja y no ocurren en todos lados, ya que su formación depende de muchos factores. El primero de todos es la densidad de estorninos: si hay muy pocos en el territorio, los bandos serán de apenas decenas o cientos de individuos, muy lejos de alcanzar la cifra que puede alcanzar algunos de decenas de miles de estorninos. Otro de los factores es la cercanía al dormidero y el hábitat adecuado, aspectos que sí son los apropiados nos permitirán disfrutar de uno de los mejores espectáculos naturales del mundo de las aves.
Añadir, en este sentido, que la Laguna Grande es sólo un punto de observación. Afortunadamente, el sureste leonés sirve de morada anual para los tordos y los vuelos sincronizados se pueden seguir desde otros muchos puntos de la zona.
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