Día Martes, 04 de Noviembre de 2025
Juanda Rodríguez
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Ana Casis
“El despoblamiento del mundo rural es en parte culpa de los que vivimos en los pueblos, que no hemos sabido ‘venderlo’. Luego están los políticos”
Gordaliza del Pino
Es hija de un riojano apasionado por el vino, Pedro Casis, que llegó a trabajar como enólogo a la cooperativa de Gordaliza del Pino a mediados de los años 60 del siglo pasado. En este pueblo conoció a Domi, con quien se casó y tuvo tres hijos, echó raíces en Gordaliza como las cepas de las viñas que plantó con uvas de distintas variedades, sobre todo de Mencía y de Prieto Picudo.
Ana Casis, la primogénita, estaba llamada a estudiar una ingeniería, una carrera técnica, pero estudió psicología porque era lo que más le atraía, lo que le tiraba. Ahora que se ha hecho con las riendas de la bodega familiar tras la muerte precipitada de su progenitor y maestro, aplica lo aprendido en su formación de psicología para hacer vinos con alma y despertar emociones entre los clientes que lo beben.
Tiene claro que elabora vino para las personas, no se enreda en tecnicismos. No habla de polifenoles ni de maloláctica, habla de la esencia de un brebaje que está presente en la zona desde la época romana.
Ana Casis ama la historia, pero reprocha que no nos estemos aprovechando de ella. Intenta inculcar a su hijo los valores del esfuerzo y del respeto, como hacía su abuelo, respeto hacia cualquier trabajo, hacia cualquier persona.
La gran pasión que siente por el vino la siente también por la música. Disfruta del vino en casa escuchando música o leyendo un libro y organiza catas con música rock, folk y hasta con clásica de violoncello. Considera que vino y música hacen un buen maridaje.
Nuestra protagonista ha convencido al Premio Nacional de Literatura, el bañezano Antonio Colinas, para que preste sus poemas para el lema de las botellas del Gran Reserva de Casis, el ‘hijo mayor’. Todo un detalle.
Invita a los jóvenes a acercarse sin prejuicios al mundo del vino, porque está convencida de que es más sano este ‘alimento’ de baja graduación alcohólica que consumir algunos destilados en los salvajes botellones. Definitivamente, mejor un calimocho que un ron-cola.
Esta entrevista se realizó mientras entrevistada y entrevistador permanecían sentados en el frío cemento del descargadero de uva de la bodega de Casis, en Gordaliza del Pino, una fresca y soleada mañana de enero, con el sonido de un tractor arando de fondo, el paso acelerado de un vecino curioso y de un gato negro de pelo brillante.
(P) Juanda Rodríguez: Empresaria, enóloga, psicóloga, emprendedora… ¿Tienes más ocupaciones?
(R) Ana Casis: Soy bodeguera más que enóloga y se te olvida que también soy comercial, algo muy importante. Tengo que vender el vino que elaboro.
(P): ¿Cómo se compatibiliza todo este lío de actividad?
(R): Mal, mal, mal… muy mal.
(P): Quitando momentos puntuales como la vendimia ¿recae todo el trabajo del negocio sobre tus espaldas?
(R): Tengo contratado a un empleado, Stilian, que hoy está podando. Somos una empresa familiar.
(P): ¿Por dónde anduviste antes de acabar dirigiendo Bodegas y Viñedos Casis de Gordaliza?
(R): Hasta los siete años viví en Gordaliza; de los siete a los 18, en Valencia de Don Juan; estiré la carrera de Psicología en Salamanca todo lo que pude, de hecho, estuve siete años hasta que la saqué; luego estuve un año en Inglaterra…
(P): ¿Aprendiendo inglés?
(R): El idioma lo aprendí mal, pero aprendí muchas otras cosas (risas). Sí que aproveché mi estancia en Inglaterra para catar vinos que en España se encontraban mal, como de Sudáfrica, Chile, Australia y de otras partes del mundo.
(P): ¿Y al regreso?
(R): A la vuelta estuve entre Gordaliza, León capital, viajaba con frecuencia a Asturias... Esos años aproveché para viajar bastante por España. Ya trabajaba en la bodega los días de diario y los fines de semana marchaba fuera. Aún no tenía intenciones de quedarme aquí, la verdad.
“Nosotros hemos tirado piedras contra nuestro propio tejado, nunca hemos sabido valorar lo nuestro”
(P): ¿Cuándo te decides o te convencen de que tu sitio está entre las cepas y el vino?
(R): Hacia el 95-96 (silencio)... algo tiene el mundo del vino que me atrapó desde el principio, siempre estuvo dentro de mí. Yo siempre he estado vinculada al vino a través de mi padre, trabajando en la bodega y en las viñas. Llegó un momento en que pensé que esto me gustaba de verdad, a pesar de que no tenía nada que ver el trabajo con la carrera que estudié, aunque a veces es recomendable que sean cosas independientes, porque te da una visión totalmente diferente a la de aquellas personas que se forman para ejercer la profesión. Partíamos de una bodega tradicional excavada, pequeñita, ya se había plantado el viñedo de las siete hectáreas y fue cuando me decidí a quedarme y dar el paso de ampliar con la construcción de la bodega moderna.
(P): Pedro Casis, tu padre, era riojano. ¿Cómo recaló en Gordaliza?
(R): Se vino a trabajar de enólogo a la Cooperativa Vinícola de aquí a mediados de los años 60. Mi padre se formó en la Estación Enológica de Haro. Llevó, no sólo esta cooperativa, sino también la de Galleguillos, Castrotierra de Valmadrigal, Valderas, Valdevimbre… que yo recuerde. Conoció a mi madre, Domi, que es de aquí, y echó raíces. Nos tuvieron a mí y a mis hermanos Eva y Pedro. Mi padre, creo que con bastante buen criterio, como llevaba estas cooperativas que te digo y como dejó de llevar la de Gordaliza, decidió que para nuestra educación era mejor trasladarnos a Valencia de Don Juan. De hecho, mi hermano Pedro ya nació en Valencia. Prefería desplazarse él para trabajar y que nosotros estudiásemos allí. Mientras yo estudié la carrera en Salamanca el resto de la familia siguió viviendo en Valencia de Don Juan.
(P): Tu padre era el que tiraba del resto...
(R): Mi padre después de conocer esta zona, además de La Rioja que conocía profundamente, pensaba que este era un terreno ideal para cualquier tipo de viñedo, para cualquier variedad. Por ejemplo, él no conocía la Mencía cuando llegó aquí y se enamoró de la Mencía de esta zona, de pueblos como Gordaliza, Joarilla, San Miguel de Montañán, Villeza, algo de Bercianos y Calzada del Coto. Aquí se dan muy bien todas las variedades de uva, nunca hay problemas de maduración, ni demasiados problemas con las plagas. La combinación clima-terreno-altitud es perfecta. Aquí todo lo que hay es bueno, excepto el paisanaje.
(P): ¿Puedes aclarar esto? ¿No querrás decir que las personas de aquí no son buena gente?
(R): ¿Por qué esta zona no ha evolucionado más teniendo todos los recursos que tiene para avanzar? ¿Lo has pensado? Es verdad que hemos estado olvidados de todos los políticos y de las administraciones, pero eso le pasa a León como provincia en general. Creo que nosotros hemos tirado piedras contra nuestro propio tejado, nunca hemos sabido valorar lo nuestro. ¿Tú conoces alguna zona con menos amor por lo suyo que esta?
(P): Quedamos que las preguntas las hacía yo...
(R): Ya, ya, pero es que aquí hay arte, historia, naturaleza, gastronomía, recursos agrícolas… de todo, pero es como si no hubiera de nada.
“Todos aprendemos más de los errores que de los aciertos. El ensayo-error funciona. Para hacer el vino, también”
(P): Aclarado. ¿Pensaste entonces dedicarte a la psicología o es que pudieron finalmente más los taninos?
(R): Yo estudié psicología porque era lo que realmente me gustaba. Es una ciencia que hoy en día me sigue gustando, nunca me he desvinculado de ella. En un momento dado es verdad que me tiraron más los taninos como dices y además vi que mi preparación en psicología era fundamental a la hora del enfoque de llevar la bodega. Me explico: yo era una chica de ciencias, me encaminaban a que hiciera químicas o una ingeniería, pero decidí hacer psicología porque me atraía más, me parecía una ciencia más completa. Ya llevo 30 años trabajando en esto y de lo que me he dado cuenta es que conozco excelentes enólogos, excelentes ingenieros agrónomos…, pero casi ninguno, salvo honrosas excepciones, tiene la más mínima formación en percepción humana. Tú no puedes hacer un vino como si fuera un ente, como si no lo fueran a consumir personas. Toda la formación que tengo en percepción, en cómo funcionan nuestros sentidos, el gusto o el olfato, es algo que he estudiado muy profundamente en mi carrera. Tu puedes elaborar un vino perfecto, pero cuando lo pruebe una persona tendrá su manera de percibirlo, sus emociones, sus sentimientos, su estado de ánimo… Tú sabes que los vinos cambian, que tienen una continua evolución, pero la persona que lo está bebiendo o catando o disfrutando no es una máquina, tiene prejuicios… Yo tengo en cuenta, por ejemplo, que el olfato está profundamente unido a las emociones, que los sabores y los olores evocan cosas, algo que no se cuenta nunca en una cata. ¿Tú crees que es más importante los milímetros de agua que cayeron en la viña ese año o cómo te sientes tú en el momento de probar ese vino?
(P): ¿Esto que cuentas lo tienes más en cuenta a la hora de elaborar el vino o de venderlo?
(R): A la hora de elaborarlo no puedes tenerlo en cuenta, pues es un proceso más o menos independiente. No hago un vino especial para una gente determinada, pero sí tengo el criterio de que cuando la gente lo cata, que sepan que están realizando un ejercicio muy complejo a nivel cognitivo y emocional. El vino que yo hago es para gente con pocos prejuicios, para gente abierta a probar cosas diferentes.
(P): ¿De ahí tu afición por experimentar, por hacer vinos mezclando variedades diferentes?
(R): Claro. Cuando haces un vino se combinan muchas variables: clima, variedades… cada añada es diferente. Yo en las catas digo cómo hice el vino y por qué, pero no entro en las partes técnicas. Por ejemplo, hablo mucho de la Mencía, que me parece una uva excelente, autóctona de aquí, que estaba aquí, le busques la historia que le busques, aunque acabe tomando el prestigio en el Bierzo. Y aquí enlazo con lo que dije antes del paisanaje. ‘Quien no conoce su historia está condenado a repetirla’, es una frase que dijo no recuerdo quién, pero que es verdad. Aquí no hemos sido coherentes con la historia. Esto ha sido una ruta romana, con restos romanos por toda la comarca, con el Monasterio de Sahagún que fue el foco más importante de toda la Edad Media, sin olvidar que la cultura del vino parte de los monasterios. Las variedades del vino de aquí las ves a lo largo del Camino de Santiago y esto está antes que El Bierzo en dirección a Santiago, a no ser que las trajeran de regreso (risas), que lo veo más difícil.
(P): Hablando de historia, la iglesia de Gordaliza guarda varios tesoros, ¿no?
(R): Sí, fíjate que es una iglesia advocada a Nuestra Señora de Arbas, emparentada con la Colegiata de Villamanín, porque de aquí llevaban a la montaña vino y cereal, y de allí venían tallas de madera, pinturas… Y la historia del guerrero, la pintura que apareció que demuestra que en mil ciento y pico este pueblo fue libre, en el siglo X. El texto que se descubrió no es un texto funerario al uso de alguien que está enterrado allí, explica cómo el Rey Alfonso VI, el que está enterrado en Sahagún, cede los terrenos de Gordaliza al Conde Ansúrez, su mano derecha y a su mujer. El guerrero parece que es uno de los hijos del matrimonio. No sabemos el motivo por el que ceden los terrenos del pueblo a sus habitantes, pasando a ser hombres libres. Eso explica, por ejemplo, que en el pueblo no haya casas señoriales con escudo, son todo casas humildes, sencillas, porque cada familia tendría sus viñas, su parcelita de cereal…, una economía de subsistencia, pero que les permitía vivir libres, no sometidos a los señores feudales y relativamente bien, sin tener que pagar excesivos impuestos, quitando lo que tuvieran que pagar a la iglesia, que de eso no se libraba nadie. Este hecho creo que ha influido en cómo ha evolucionado este pueblo en los últimos diez siglos.
(P): Tu vida imagino que está muy influenciada por la figura de tu padre. ¿Te atreves a definir a Pedro en sus papeles de padre y de enólogo?
(R): (Silencio) Es difícil… Era muy pasional (silencio). Todo lo que hacía lo llevaba al terreno de las emociones. Él se tenía que emocionar con todo lo que hacía. Creía profundamente en el vino que hacía, las variedades… Era feliz en las viñas y en la bodega. Como padre era muy liberal. Cualquier otro me hubiese enfocado a estudiar una ingeniería y él nos dejó a los tres hermanos estudiar lo que nosotros quisimos. Nos enseñó a trabajar, a valorar el trabajo. Él sabía que el vino viene de las uvas (yo lo comparto), que depende de cómo esté esa uva, esa variedad, determinará en un porcentaje alto cómo será ese vino. Eso es lo primero que tienes que transmitir a una persona que está delante de un vino. Otra cosa que nos transmitió es que debes actuar de acuerdo con tus creencias y tu conciencia. Y si te equivocas, admitir el error. Tener un pensamiento crítico, independiente, ser congruente contigo mismo. Siempre es mejor equivocarte tú que equivocarte con ideas de otros que nunca te han convencido.
(P): ¿Reconocerlo y rectificar?
(R): Sí. Esto es también algo que forma parte de mi formación de psicología. Creo que todos aprendemos más de los errores que de los aciertos. El ensayo y el error funciona. Para hacer el vino, como en todo, también.
(P): ¿Intentas transmitir esos valores a tu hijo?
(R): Sí. El esfuerzo, el trabajo y el respeto me parecen valores fundamentales. Sobre todo, el respeto hacia cualquier trabajo y hacia cualquier persona.
“Como catadoras somos mejores las mujeres. Lo decía mi padre y tenía razón. Por algún motivo tenemos mejor educados los sentidos, apreciamos mejor los olores, sabores…”
(P): ¿Cómo te va en la vida con esta filosofía?
(R): No me va mal en lo personal, me va mal económicamente como a todos. Para ser sincera, en contra de lo que diga la gente, yo sería feliz si tuviese dinero. No tener una millonada, sólo para quitarme las preocupaciones de llegar a fin de mes, de pagar esto, lo otro… Esto te quita mucha energía y muchas horas para hacer lo que realmente puedes hacer bien. Comparto plenamente el refrán que dice que ‘las penas con pan son menos penas’. Quien diga lo contrario, para mí que miente.
(P): ¿Juegas a la lotería?
(R): Sí.
(P): Conocerás gente que ha tenido mucho dinero y que no lo supo asimilar o administrar.
(R): Hay estudios que demuestran que a quien le ha tocado esas millonadas, al cabo de no mucho tiempo están bastante peor que antes de que les tocara el dinero. Yo sólo quiero tener el dinero suficiente para poder desarrollar bien mi trabajo. Eso de acumular… nadie es más que nadie por tener más dinero. Pongo un ejemplo, un vino que, en vez de sacarlo al mercado con dos meses en botella para obtener cash (efectivo), lo pudiera tener el tiempo que yo considere necesario; o determinadas tareas en viña que creo que hay que hacerlas en tres días, poder contratar a más gente para hacerlas antes. A esto me refiero. Tengo en la bodega antigua un lagar precioso con unos techos guapísimos y paredes de adobe que me gustaría habilitar para zona de catas. Tú visitas una bodega grande, de mucha pasta, y ves esas salas de cata con obras de arte colgadas en las paredes, te cuentan siempre la misma película, cuando lo bueno sería enseñar la esencia del vino donde realmente se produce.
(P): ¿Ofertas experiencias vinculadas al enoturismo?
(R): Sí, aquí viene mucha gente, grupos totalmente diversos, de todas las edades, colores, procedencias, extranjeros…
(P): ¿No cobras por la visita?
(R): Hasta ahora no, pero me planteo cobrar por el mucho tiempo que le dedico. Las explicaciones las adapto al tipo de personas, para que entiendan de lo que hablo. Es algo que hacen mal muchos enólogos, que cuentan su película en plan técnico, como si todo el mundo tuviera que saber todo de este mundo del vino, con lo complejo que es.
(P): Has organizado actividades como vino con rock and roll, con folk, con poesía, con teatro, con música de violoncello… siempre con el toque artístico de Casis. ¿De dónde te viene ese amor por lo artístico?
(R): La gente no me cree cuando digo que tengo más pasión por la música que por el vino, que ya es decir. Y las dos juntas me parece un buen maridaje. A mí me gustan todos los tipos de música, excepto el reguetón, que yo no lo llamaría música, lo odio. Si cada estilo de música va con un estado de ánimo, pues con el vino pasa lo mismo. Vino y música maridan siempre bien. El vino le va bien a todo: a una buena conversación, a una buena película, a un buen libro… Puedes disfrutarlo con amigos, tú solo… Yo suelo catar vino mientras escucho música.
(P): Vives en Gordaliza. ¿Eres de esas personas que dicen que como en el pueblín no se vive en ningún sitio?
(R): Falso. Otra leyenda rural (silencio). En el pueblo se vive muy bien, es verdad, sobre todo en uno como este que tiene muchos servicios: tienda, farmacia, bar... Puedes vivir aquí sin salir de aquí. Sí que es verdad que se queda limitado con respecto a otras cosas, porque creo que el despoblamiento del mundo rural es en parte culpa de los que vivimos en los pueblos, que no hemos sabido venderlo, entre comillas, y luego están los políticos, que se les llena la boca de que hay que repoblar el mundo rural y lo que hacen es poner dificultades y zancadillas. En realidad, no tienes ningún beneficio por vivir en un pueblo. Los servicios se mantienen gracias al esfuerzo de los de están aquí. El mejor ejemplo es la tienda de Vicente, que tiene que competir con las grandes superficies.
“Comparto plenamente el refrán que dice que ‘las penas con pan son menos penas’. Quien diga lo contrario, para mí que miente”
(P): A un vino le llamas Turun Tales. ¿Qué significa?
(R): Es una broma familiar, una palabra inventada por mi padre. Esa marca fue de las primeras en registrarse, a la vez que la de Casis. A mí al principio no me gustaba, pero me equivoqué, tengo que reconocerlo. Cuando decidimos meterlo como vino de la DO, nos hizo gracia al darnos cuenta de que la palabra evoca leyendas mágicas inglesas… y eso me gusta, dejarte llevar por la imaginación, que cada cual se imagine lo que quiera. Disfrutemos de esa libertad de pensar, de imaginar, que es de lo poco que nos queda (risas).
(P): Al vino gran reserva de Prieto Picudo (60 meses en barrica) lo llamas ‘el hijo mayor’.
(R): Claro, porque esa es una obra de madurez, en este caso de mi padre. Fueron muchos años de trabajo con el Prieto Picudo, de arriesgarse a hacer tintos cuando todo el mundo decía que esa uva no valía para tinto y menos para guarda. Por eso digo que es fundamental mantener tu propio criterio.
(P): ¿Cómo conseguiste que el poeta Antonio Colinas uniese sus poemas a estas botellas?
(R): Yo conocía la obra de Colinas, siempre me gustó mucho su escritura. Mi diseñador gráfico, Oscar de la Huerga, le conocía en persona y le pedimos permiso para poner un poema suyo al gran reserva. No sólo nos dio permiso para utilizar ese poema que escogimos, sino que, fíjate si será sencillo y humilde, que nos pidió poner otros dos poemas que eligió él mismo. Cuando lo conocí en persona entendí por qué escribe como escribe y ha llegado donde han llegado. Es un ser extraordinario, encantador. Le admiro profundamente. Y le estoy muy agradecida. De hecho, las pocas botellas que quedan de ese vino las tengo reservadas para él.
(P): Cuando te han dado premios del tipo Bacchus imagino que habrás tenido subidón… ¿O te gusta más cuando un cliente o un amigo alaba alguno de tus vinos?
(R): El premio no deja de ser un reconocimiento internacional de gente que no conoces. Que te reconozcan el vino unos amigos o un cliente es tan valioso para mí, aunque sólo sea por cercanía.
(P): ¿Qué tal te llevas con Internet?
(R): Es una buena herramienta, pero como toda herramienta depende del uso que hagas de ella puede ser fabulosa o devastadora. Bien utilizado es muy positivo, pero si se utiliza como en muchos casos que se hace como simple exhibición impúdica, entre comillas, dando opiniones pero refugiándose sin dar la cara o para transmitir bulos, mentiras… ¿sabes? Yo no soy muy de atender las redes sociales, las tengo que utilizar por razones comerciales. Claro que, si quieres llegar a mucha gente, tienes que estar ahí.
(P): ¿Vendes vino por Internet?
(R): Sí, pero poco, prefiero el contacto personal.
(P): Pocas mujeres en este sector. ¿El vino es machista?
(R): Yo nunca me he sentido discriminada por ser mujer. La verdad es que cada vez hay más mujeres en el mundo del vino, hay excelentes profesionales que son mujeres. Y cada vez más mujeres se deciden a beber vino. Como catadoras somos mejores. Lo decía mi padre y tenía razón. Por algún motivo, las mujeres tenemos mejor educados los sentidos, apreciamos mejor los olores, sabores…
“Un joven debería acercarse al consumo con vinos fáciles como un blanco o un rosado fresquitos e incluso con un calimocho, ¿por qué no?”
(P): ¿Te gustaría que tu hijo consumiera vino?
(R): Sí. El vino favorece muchos momentos felices, siempre en un consumo moderado. Salvo el alcohol, el resto de componentes son todos beneficiosos.
(P): Hasta el punto de estar considerado como un alimento. Un poco raro, ¿no?
(R): No es raro porque en muchas épocas el vino ha sido fundamental. En el Camino de Santiago, los peregrinos, antes de beber agua de fuentes contaminadas, tenían que beber vino. Ha estado siempre ligado a la cultura del hombre, en todas las épocas y en todas las culturas.
(P): Pero tiene alcohol, algo catalogado como una droga...
(R): Sí, es la única parte negativa o problemática.
(P): ¿La cerveza y el botellón están haciendo daño al vino?
(R): Creo que al vino lo que le ha hecho daño es que no lo hemos sabido vender bien. La cerveza la asocian al rock and roll, a la gente joven. Se ha invertido mucho en campañas de marketing y publicidad. Por no hablar de cervezas artesanas que se venden a nivel mundial, una incongruencia total. Y el vino lo que hemos hecho estos últimos años, y aquí entono el mea culpa, es ponerlo en un pedestal. Si tú eres joven te dices: cómo voy a beber vino si no entiendo, voy a hacer el ridículo. Hay gente que no se acerca al vino por miedo. Y todo por esas catas tan técnicas que se han hecho. Hay pocos jóvenes que beban vino, pero entran en un consumo de alcohol que es infinitamente peor, esos destilados malísimos en los botellones. Un joven debería acercarse al consumo con vinos fáciles como un blanco o un rosado fresquitos e incluso con un calimocho, ¿por qué no?
(P): Entonces... ¿mejor un calimocho que un ron-cola?
(R): Para mí sí. Que beban vino como quieran, pero que lo beban. Empezarán poco a poco, pero es un mundo que te atrapa, es muy rico en aromas, sabores. España es un país productor de vino, pero si te fijas en las series de televisión no salen tomándose un vino ni por recomendación, es algo como prohibido. Pero ves series de culto americanas o muchas películas y están con la botella de vino, porque forma parte de sus vidas. Aquí te tomas una copa de vino y, por Dios, ya parece que eres alcohólica.
![[Img #18850]](http://sahagundigital.com/upload/images/01_2019/7899_dsc_2170.jpg)
![[Img #18847]](http://sahagundigital.com/upload/images/01_2019/2689_dsc_2184.jpg)
(P): ¿Esto que cuentas lo tienes más en cuenta a la hora de elaborar el vino o de venderlo?![[Img #18849]](http://sahagundigital.com/upload/images/01_2019/7220_pedro-casis.jpg)
![[Img #18848]](http://sahagundigital.com/upload/images/01_2019/7596_dsc_2187.jpg)








Algil | Jueves, 31 de Enero de 2019 a las 12:12:02 horas
Estoy de acuerdo contigo en la mayoría de las puntualizaciones que haces pero no comparto la de que nosotros tengamos culpa de nuestra despoblación rural. Nos han impuesto un tipo de sociedad en la que juntos como "borregos" en núcleos urbanos salimos más a cuenta. Por eso, en los pueblos disgragados salimos más caros, nos quitan escuelas, consultorios, medios de transporte, todo tipo de servicios. Además tenemos políticos nefastos; se hartan de decir que quieren apoyar al mundo rural y no hacen más que poner trabas. Seguro que esto lo sabes muy bien porque lo has vivido en primera persona. Sí es verdad que reivindicamos poco o nada.
Solo quiero hacerte una puntualización. Me parece que valoras poco al paisanaje rural; pecas, como la mayoría de las psicólogas que conozco (y conozco varias por motivos profesionales), en creer que sois más listas que los demás porque conocéis la mente humana y como se manejan los sentimientos y las emociones y eso no es así. Además, te garantizo que también a tu alrededor hay gente con preparación; lo que pasa es que la vida nos marca sus caminos y nos imposibilita tener un negocio o vida útil en el pueblo como lo puedes hacer tú.
Recibe un cordial saludo y deseo que "te vaya bonito" porque yo bebo tu vino y quiero seguir haciéndolo. Además practico tus gustos, la poesía (enhorabuena por el tema Colinas) y la música sobre todo.
Aprecio lo que haces.
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