Quirino Vallejo Quirino Vallejo
Viernes, 31 de Mayo de 2019
Cierra la tienda de Calzadilla

Ultramarinos Eutimio Andrés: de gaseosas Lozano al Yatekomo Yakisoba

“Ir a comprar ‘donde Timio’ forma parte de un sacramento”

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¿Hasta dónde llegaría la fila de personas y personajes que hemos entrado en la tienda de Timio? Si nos cogiéramos de la mano todos los que hemos visto el pasillo, la puerta entreabierta de la cocina, la tienda primera de la derecha y, después de la izquierda… ¿llegaríamos al mar?… ¿y más allá del mar?... 
 
Madres y padres del pueblo, hijos, emigrantes que volvimos, emigrantes que se han quedado, bebedores y fumadores, charlatanes, caricaturas de un tiempo que se nos hace lejano y cercano a la vez.
 
Timio es un centinela del tiempo por cuyas manos y báscula ha pasado el transcurrir de un país y de un pueblo en forma de arenques, naranjas y patatas, nueces y aceite, zapatillas, madreñas, gaseosas Pacho y Lozano, Servus, Ronchitos y Frescolines, chocolate Tabuyo, escabeche y medias de cristal, tabaco picado y mentolado, incluso vasos de sopa Yatekomo Yakisoba.
 
Hablar con Timio es tener una conversación penetrante, sin intimidar, con un cierto aroma de hospitalidad, mientras su bata azul se bambolea al andar. La tienda de Timio tiene el don de hacer prisioneros. Hace tiempo leí el comentario de un peregrino que relataba su paso por el pueblo: “al entrar en la tienda de Calzadilla de los Hermanillos, el silencio entró en forma de descanso por mis pies, como si se acabaran las fronteras, la distancia y la historia”.
 
Ir a comprar ‘donde Timio’ forma parte de un sacramento; me acerca y recuerda un pasado que, ahora más que nunca, comienza a ser sagrado. Me permite leer en todas las cosas que componen gran parte de mi vida: la infancia, los padres, las estaciones y sus fiestas, el verano, siempre el verano, los desórdenes de la juventud (como dice Cecilio), la amistad y el amor. Timio y su tienda se han convertido en el lugar donde lo simple se transfigura, y donde la realidad de lo eterno se mantiene a lo largo de los años.
 
Después de cincuenta años Timio cierra, comienza a vivir de otra manera, buscará otra verdad y se meterá en otras dudas que no sean las de cuánto pedir a los proveedores, o cómo llenar una mañana hasta la hora de comer, sin escuchar los pitos electrónicos de la báscula.
 
Timio es de esas personas que se van llenando de la sabiduría que asoma en lo simple y en lo que apenas se ve. Hoy nos dará la última liturgia, la última ofrenda de un sacerdote que ha sabido mantener el misterio de los días enteros. Su casa, su puerta, si se empujaba un poco, siempre se abría.
 
Te deseo que el sol te de la claridad de lo que necesitas y, la felicidad de saber que en el cumplimiento diario ha estado la perfección.
 
(*) La tienda de ultramarinos de Eutimio Andrés (Timio), en Calzadilla de los Hermanillos, cierra hoy sus puertas por jubilación tras medio siglo de atención al público.  
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