Alfonso VI ocupa su nuevo sarcófago en un acto sin ‘luz ni taquígrafos’

 

A puerta cerrada. Sin ‘luz ni taquígrafos’. Así se desarrolló esta mañana la traslación de los restos del rey Alfonso VI, el Bravo, que han pasado de un humilde sarcófago ubicado a la entrada de la iglesia del convento Santa Cruz, de Sahagún, al monumento funerario que está rematando estos días el escultor Amancio González en ese mismo emplazamiento.  Una vez el mausoleo real esté concluido, se organizará una inauguración por todo lo alto, adelantan desde el convento de las benedictinas. El sarcófago viejo se expondrá en el museo de arte sacro que también gestiona esa comunidad religiosa. 

 

A pesar de la expectación que generó la noticia de la apertura de la tumba del rey, lo cierto es que la comunidad benedictina que la custodia quiso compartir este capítulo de la historia de Sahagún con muy pocos elegidos: personal de la Notaría local, representantes del cenobio, del Ayuntamiento, del Obispado y el propio escultor. La traslación, por tanto, no ha podido documentarse gráficamente a pesar de los intentos realizados por parte de los medios de comunicación. “Ninguno de los presentes podrá hacer fotos”, aseguró la responsable del convento Santa Cruz antes de cerrar la puerta y dar inicio al acto. 

 

Alfonso VI yace ahora en un nuevo monumento funerario ocupando el lado derecho del mismo. En la parte izquierda está el sarcófago correspondiente a sus mujeres. El escultor continuará ahora dando forma al proyecto y, una vez completo, se procederá a la inauguración del mismo. “Se trasladará invitación a la Casa Real”, adelantó la responsable del convento sahagunense, María Anunciación Ríos.