Del Sábado, 01 de Noviembre de 2025 al Domingo, 16 de Noviembre de 2025
Juanda Rodríguez
Una tradición que data de 1833
Pastor entre pastores
En Joarilla de las Matas
La escena tiene lugar en los portales de la iglesia de Joarilla de las Matas el domingo 15 de septiembre a la una de la tarde.
-Papá, cómo se te ocurre venir andando con lo que llueve.
-No querrás que me quede en casa. Esto se me seca rápido.
Las que echan la bronca son las hermanas Ana Rosa y Mónica, hijas de Alejandro García Mencía, Jandro para todos. El pastor se quita con cuidado el pellejo de oveja que cubre su torso y lo pone a secar en un banco de la iglesia, debajo del coro. En la camisa blanca que lleva debajo se puede leer en la espalda: ‘Cofradía Virgen del Rosario’. Es la cofradía que marca la tradición de la fiesta de Los Pastores de Joarilla de Las Matas, declarada de Interés Turístico Provincial, aquella que desde 1833 existen textos documentados sobre cómo debe desarrollarse la fiesta, la tradición que se sigue al pie de la letra.
Volvemos a los portales. Sigue lloviendo. Jorge, el párroco, negocia con algunos de los vestidos de pelleja, zajones y portadores de cachas si al final podrán salir a danzar o si hay que suspender. Hablan Juan Carlos, Ignacio, Ricardo -Cadín-, Emiliano y Luisito ‘El Rubio’ o el taxista. No está nada claro. “¡Todo un año esperando para esto!”. Se baraja la posibilidad de dejar a la Virgen del Rosario debajo de los portales para que no se moje y que los pastores realicen ‘la Baila’ un poco afuera. Entonces se obra el milagro: para de llover. Se organiza todo con prisas: la cruz delante, luego los pastores y pastoras... siguen los dulzaineros que ponen ritmo al baile, continúa la imagen de la virgen portada por cuatro devotos, el cura y concluye el resto del pueblo. Se dará la vuelta a la manzana de la iglesia, justo lo que da tiempo a realizar dos rondas de golpes de las cachas sobre el varal que baila en el centro, una vara que portó durante muchísimos años un auténtico ‘pata negra’, Fermín.
Ahora es Enrique, uno de sus hijos, el que va vestido con el peculiar pellejo de oveja negra que simboliza la distinción dentro del grupo. Cuando acaban el resto de pastores de golpear el varal -porta la bandera de León-, grita un “¡Viva la Virgen!”, al que responden todos con un seco “¡Viva!”
Los 83 años de Jandro le acreditan como el hermano mayor de la cofradía y eso le da el privilegio de llevar el símbolo de la misma junto a la talla de la virgen cuando sale a la procesión. A Luisito le lleva sólo poco más de un mes de edad. Ambos nacieron cuando se estaba fraguando la Guerra Civil Española. Jandro sabe de qué va todo esto, practicó la profesión de pastor durante toda su vida, al igual que lo hiciera su padre y varios de sus hermanos. Es una voz autorizada. En su rostro, en su tímida mirada se pueden adivinar millones de patadas dadas en el campo cuidando el rebaño en compañía de sus careas; las arrugas surcadas por el viento del secarral del sureste de la provincia; el sudor correr por su cara en los días de calor cuando tocaba ordeñar y había que meterse literalmente debajo de las ovejas para extraerlas la leche con la que poder sobrevivir.
Concluye la procesión. Los cofrades rodean a la patrona solicitando permiso de acceso a la iglesia. Lo hacen cantando. Es el párroco el que da ese permiso para entrar con todos los feligreses detrás. Según comienza la eucaristía vuelve a llover fuera. Se confirma el milagro. Uno de los actos más emotivos de la misa es cuando pastores y pastoras entonan el Padre Nuestro rodeando a su benefactora. Es una tradición de las más auténticas de la provincia de León.
Salta a la vista que si la Cofradía de la Virgen del Rosario resiste los envites del tiempo es porque hace pocos años que permitieron a las mujeres formar parte de la agrupación, contraviniendo los viejos estatutos que hubieron de modificarse, hasta hacerse ahora un grupo casi paritario. Mónica, la hija de Jandro, también danza.
Este año el mayordomo era una mujer, Cristina, que pasa todo el año en Valladolid, pero cuando llegan Los Pastores, es sagrado volver a ‘su’ Joarilla. Entre sus funciones, adornar la iglesia o preparar la toma de la parva del grupo y las sopas de ajo del lunes.
Este es otro aspecto singular de esta Fiesta de los Pastores, que no concluye con el fin de semana. Tras la discoteca móvil y los cubatas llega un lunes muy bien aprovechado. La parva es tempranera. A las 8:30 empiezan a llegan los cofrades a la casa de la mayordoma con los cuerpos encogidos como si hubieran estado ‘pastoreando’. Hay que mojar las pastas y el pan en aguardiente, tradición muy leonesa a pesar de que la ‘raya’ con Valladolid (Melgar de Abajo) está a tan sólo dos kilómetros. Hay que coger fuerzas para volver a realizar la danza de las cachas por todas las calles del pueblo, esta vez ya sin los calurosos pellejos, ‘a pelo’, sólo con las cachas y vestidos con camisa blanca. Antes de acudir a la misa de difuntos, los cofrades vuelven a casa de la mayordoma para reponer fuerzas (“de la panza sale la danza”) y degustar unas reponedoras sopas de ajo.
No hay que dejarse llevar por el pesimismo. El domingo en la iglesia ya llevaban su cacha cinco aspirantes a entrar como cofrades. Hay relevo. Son Diana, Virginia, Esmeralda, David y Mario, jóvenes que sueñan con poder bailar algún día no lejano por las calles del pueblo la danza de las cachas con el mismo orgullo que lo hacen ahora 18 pastores y pastoras.
La triste
En plena danza de las cachas se decide dar ‘la triste’ a un o una cofrade, bien por haber llegado tarde, por haber perdido el paso en el desfile o por cualquier otra ‘falta’. Los danzantes golpean con sus manos la espalda del elegido que agachado tiene que escuchar la siguiente estrofa musicalizada a ritmo de dulzaina y tamboril: “Triste y desconsolada en una cama estoy, pasando los tormentos mayores ayer que hoy, ¿cuál será el mayor tormento?, ¿cuál será el mayor dolor?, ¿cuál será el mayor tormento de mi triste corazón? ¡Viva laaa floooor!
El borro y la chaparrilla
Otra tradición del lunes de los pastores de Joarilla es correr el borro, el nombre que recibe un cordero que se suelta para que los niños lo atrapen y que servirá de cena para los cofrades de ese mismo día. Después de la cena llega ‘la Chaparrilla’, nombre que recibe una ronda que les lleva casa por casa de los vecinos cantando coplillas inventadas casi sobre la marcha que recogen anécdotas recientes en tono jocoso e irónico. Todo en la fiesta es tradición.
Y Jandro se acuesta ese día satisfecho de que su profesión aún no haya muerto del todo, que la tradición de su pueblo no ha desaparecido y que los pastores de Joarilla seguirán bailando el año que viene la danza de las cachas por la gran devoción que tienen a la Virgen del Rosario y porque la vida continúa.
![[Img #20036]](http://sahagundigital.com/upload/images/10_2019/7137_dsc_4472.jpg)
La escena tiene lugar en los portales de la iglesia de Joarilla de las Matas el domingo 15 de septiembre a la una de la tarde.
-Papá, cómo se te ocurre venir andando con lo que llueve.
-No querrás que me quede en casa. Esto se me seca rápido.
Las que echan la bronca son las hermanas Ana Rosa y Mónica, hijas de Alejandro García Mencía, Jandro para todos. El pastor se quita con cuidado el pellejo de oveja que cubre su torso y lo pone a secar en un banco de la iglesia, debajo del coro. En la camisa blanca que lleva debajo se puede leer en la espalda: ‘Cofradía Virgen del Rosario’. Es la cofradía que marca la tradición de la fiesta de Los Pastores de Joarilla de Las Matas, declarada de Interés Turístico Provincial, aquella que desde 1833 existen textos documentados sobre cómo debe desarrollarse la fiesta, la tradición que se sigue al pie de la letra.
![[Img #20037]](http://sahagundigital.com/upload/images/10_2019/7290_dsc_4519.jpg)
Volvemos a los portales. Sigue lloviendo. Jorge, el párroco, negocia con algunos de los vestidos de pelleja, zajones y portadores de cachas si al final podrán salir a danzar o si hay que suspender. Hablan Juan Carlos, Ignacio, Ricardo -Cadín-, Emiliano y Luisito ‘El Rubio’ o el taxista. No está nada claro. “¡Todo un año esperando para esto!”. Se baraja la posibilidad de dejar a la Virgen del Rosario debajo de los portales para que no se moje y que los pastores realicen ‘la Baila’ un poco afuera. Entonces se obra el milagro: para de llover. Se organiza todo con prisas: la cruz delante, luego los pastores y pastoras... siguen los dulzaineros que ponen ritmo al baile, continúa la imagen de la virgen portada por cuatro devotos, el cura y concluye el resto del pueblo. Se dará la vuelta a la manzana de la iglesia, justo lo que da tiempo a realizar dos rondas de golpes de las cachas sobre el varal que baila en el centro, una vara que portó durante muchísimos años un auténtico ‘pata negra’, Fermín.
Ahora es Enrique, uno de sus hijos, el que va vestido con el peculiar pellejo de oveja negra que simboliza la distinción dentro del grupo. Cuando acaban el resto de pastores de golpear el varal -porta la bandera de León-, grita un “¡Viva la Virgen!”, al que responden todos con un seco “¡Viva!”
Los 83 años de Jandro le acreditan como el hermano mayor de la cofradía y eso le da el privilegio de llevar el símbolo de la misma junto a la talla de la virgen cuando sale a la procesión. A Luisito le lleva sólo poco más de un mes de edad. Ambos nacieron cuando se estaba fraguando la Guerra Civil Española. Jandro sabe de qué va todo esto, practicó la profesión de pastor durante toda su vida, al igual que lo hiciera su padre y varios de sus hermanos. Es una voz autorizada. En su rostro, en su tímida mirada se pueden adivinar millones de patadas dadas en el campo cuidando el rebaño en compañía de sus careas; las arrugas surcadas por el viento del secarral del sureste de la provincia; el sudor correr por su cara en los días de calor cuando tocaba ordeñar y había que meterse literalmente debajo de las ovejas para extraerlas la leche con la que poder sobrevivir.
![[Img #20038]](http://sahagundigital.com/upload/images/10_2019/1037_dsc_4542.jpg)
Concluye la procesión. Los cofrades rodean a la patrona solicitando permiso de acceso a la iglesia. Lo hacen cantando. Es el párroco el que da ese permiso para entrar con todos los feligreses detrás. Según comienza la eucaristía vuelve a llover fuera. Se confirma el milagro. Uno de los actos más emotivos de la misa es cuando pastores y pastoras entonan el Padre Nuestro rodeando a su benefactora. Es una tradición de las más auténticas de la provincia de León.
Salta a la vista que si la Cofradía de la Virgen del Rosario resiste los envites del tiempo es porque hace pocos años que permitieron a las mujeres formar parte de la agrupación, contraviniendo los viejos estatutos que hubieron de modificarse, hasta hacerse ahora un grupo casi paritario. Mónica, la hija de Jandro, también danza.
Este año el mayordomo era una mujer, Cristina, que pasa todo el año en Valladolid, pero cuando llegan Los Pastores, es sagrado volver a ‘su’ Joarilla. Entre sus funciones, adornar la iglesia o preparar la toma de la parva del grupo y las sopas de ajo del lunes.
![[Img #20039]](http://sahagundigital.com/upload/images/10_2019/1226_dsc_4513.jpg)
Este es otro aspecto singular de esta Fiesta de los Pastores, que no concluye con el fin de semana. Tras la discoteca móvil y los cubatas llega un lunes muy bien aprovechado. La parva es tempranera. A las 8:30 empiezan a llegan los cofrades a la casa de la mayordoma con los cuerpos encogidos como si hubieran estado ‘pastoreando’. Hay que mojar las pastas y el pan en aguardiente, tradición muy leonesa a pesar de que la ‘raya’ con Valladolid (Melgar de Abajo) está a tan sólo dos kilómetros. Hay que coger fuerzas para volver a realizar la danza de las cachas por todas las calles del pueblo, esta vez ya sin los calurosos pellejos, ‘a pelo’, sólo con las cachas y vestidos con camisa blanca. Antes de acudir a la misa de difuntos, los cofrades vuelven a casa de la mayordoma para reponer fuerzas (“de la panza sale la danza”) y degustar unas reponedoras sopas de ajo.
![[Img #20040]](http://sahagundigital.com/upload/images/10_2019/1709_dsc_4545.jpg)
No hay que dejarse llevar por el pesimismo. El domingo en la iglesia ya llevaban su cacha cinco aspirantes a entrar como cofrades. Hay relevo. Son Diana, Virginia, Esmeralda, David y Mario, jóvenes que sueñan con poder bailar algún día no lejano por las calles del pueblo la danza de las cachas con el mismo orgullo que lo hacen ahora 18 pastores y pastoras.
La tristeEn plena danza de las cachas se decide dar ‘la triste’ a un o una cofrade, bien por haber llegado tarde, por haber perdido el paso en el desfile o por cualquier otra ‘falta’. Los danzantes golpean con sus manos la espalda del elegido que agachado tiene que escuchar la siguiente estrofa musicalizada a ritmo de dulzaina y tamboril: “Triste y desconsolada en una cama estoy, pasando los tormentos mayores ayer que hoy, ¿cuál será el mayor tormento?, ¿cuál será el mayor dolor?, ¿cuál será el mayor tormento de mi triste corazón? ¡Viva laaa floooor!
El borro y la chaparrilla
Otra tradición del lunes de los pastores de Joarilla es correr el borro, el nombre que recibe un cordero que se suelta para que los niños lo atrapen y que servirá de cena para los cofrades de ese mismo día. Después de la cena llega ‘la Chaparrilla’, nombre que recibe una ronda que les lleva casa por casa de los vecinos cantando coplillas inventadas casi sobre la marcha que recogen anécdotas recientes en tono jocoso e irónico. Todo en la fiesta es tradición.
Y Jandro se acuesta ese día satisfecho de que su profesión aún no haya muerto del todo, que la tradición de su pueblo no ha desaparecido y que los pastores de Joarilla seguirán bailando el año que viene la danza de las cachas por la gran devoción que tienen a la Virgen del Rosario y porque la vida continúa.









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