Cristina Domínguez Cristina Domínguez
Martes, 05 de Mayo de 2020
No hubo Semana Santa, el mercado de los sábados lleva semanas ‘cerrado’, los peregrinos han dejado de pasar y las fiestas de San Juan no prometen

La hostelería de Sahagún ve imposible 'subir la trapa' y prevé pérdidas de más del 50% en su facturación

Reclaman más apoyo al sector

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No hubo Semana Santa, el mercado de los sábados lleva semanas ‘cerrado’, los peregrinos han dejado de pasar y las fiestas de San Juan no prometen. La crisis sanitaria está pasando factura a la hostelería de Sahagún, un sector que emplea a cerca de un centenar de personas, y que ya cifra el desplome en más de un 50% sobre la caja anual. 
 
A la falta de ingresos se suma la incertidumbre, la inconcreción de las medidas que tendrán que adoptarse ante la ‘nueva normalidad’, la reacción del público y el incierto escenario que se presenta de cara al verano con un previsible descenso del turismo. 
 
Detrás de cada barra, una historia personal que marca sin duda el impacto del COVID-19: Los que tienen el local alquilado, los que tienen el local en propiedad, los que tienen terraza, los que no la tienen, los que todavía están pagando inversiones, los que ya se han visto liberados de éstas, los que tienen cargas familiares, los que tienen empleados, los que pueden tirar con comida a domicilio, los que no tienen cocina, los que tienen caseros solidarios, los que no… condicionantes que acrecientan o mitigan el dramatismo de una crisis global en la que el sector turístico será el último en recuperar la normalidad. 
 
 
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“No hubo Semana Santa, que aquí es puro oxígeno. El mercado de los sábados supone comprimir en tres horas tres días de trabajo, sin peregrinos, sin veraneantes y sin gente de los pueblos… como no hagamos caja en verano será complicado aguantar. Necesitamos esos cuatro meses buenos y fijar la mirada en 2021. Yo ahora no me puedo bajar de la barca, toca achicar agua e intentar no hundirse”, explica Simón, de Casa Simón, refiriéndose al Año Jacobeo y a la celebración de Las Edades del Hombre el próximo año en Sahagún. “Pero la gente está muy perdida”, apostilla.
 
Qué escenario ofrecerá el verano y en qué medida se podrá emplear el interior de los establecimientos, de qué forma se comprometen las ayudas al sector si se ‘levanta la trapa’, qué pasará con los ERTEs… muchas preguntas y pocas respuestas mientras pasan los días y va asomando el sol. “Considero que abrir ahora es arriesgado y que habría que esperar para hacer más fuerza entre todos. La gente va a tener miedo, por lo tanto, no vamos a facturar y no nos podremos hacer cargo de los pagos de alquiler, personal… particularmente no abriré todavía”, comparte Sara, desde La Trébede
 
Bar Plaza, en la Plaza Mayor, tampoco abrirá las puertas por ahora pero sí continuarán con el reparto a domicilio. “Tirar únicamente con la terraza es inviable”, comenta Alberto, “hasta que no se permita la apertura normalizada del interior…”. “Las pérdidas son tremendas, y si a eso le añades que tenemos que seguir pagando las cuotas y la renta esto se hace insostenible. Habría que abrir de forma normal y que cada uno cumpla con las distancias y las medidas de seguridad. Pero para eso la gente tiene que tener conciencia y ser respetuosa. Cada uno tiene que poner su granito de arena”, añade su vecino Sergio (hijo) del bar Sergio’S
 
 
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En La Roldana, a los pies del santuario de La Peregrina, ya están de preparativos. Ellos sí abrirán sus puertas en los próximos días, pero consideran la medida “escasa para salvar cuentas” especialmente para los que no tienen terraza. “Tendrían que haber ampliado la apertura del local, con limitación de aforo; además, las reuniones de hasta 10 personas ya estarán permitidas, por lo tanto, podían haber sido más flexibles”, explica Cristina
 
“Sí, abriré. Puedo dar servicio de comida en terraza y para llevar, así que hay que empezar poco a poco y que la gente vaya cogiendo confianza a la hora de salir y tomar algo en un bar”, adelanta la empresaria.  “Yo pediría a la Administración test para la población, lo primero, para que la gente tenga esa tranquilidad que tanta falta nos hace y poder llevar a cabo nuestro trabajo lo más seguro posible. También que levantaran la mano en las zonas rurales; no es lo mismo la desescalada en sitios donde no hay más de 3.000 o 4.000 personas que en las ciudades. También pediría que tuviera en cuenta a los autónomos, que somos los olvidados del sistema”, añade la hostelera. 
 
 
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“Nosotros empezamos previsiblemente el lunes con menús para llevar, los helados y la terraza", anuncia César, de El Ruedo II. “Las pérdidas han sido notables porque se nos ha escapado la Semana Santa, ahora empezaría la temporada jacobea… Quiero trabajar y que esto pase”, confiesa el hostelero. 
 
Test masivos, carné de inmunidad, vacunas, responsabilidad personal… cada local propone fórmulas para recuperar la normalidad apelando a la sensatez de la clientela y criticando la improvisación del Gobierno central.  
 
“De momento, con estas medidas, no abriré. Además, no tenemos unas directrices claras. Estamos a la espera, a ver qué dicen, ya que están modificando las normas todos los días, es un desastre… Lo que tenemos claro es el uso de mascarillas, desinfectantes…”, adelanta Carlos, del bar Caracas, en la plaza Fray Bernardino. “Todo dependerá de cómo queden las ayudas que ahora recibimos, que los ERTEs sean flexibles o que se pueda recuperar la plantilla gradualmente. Hay que darse cuenta que nuestro negocio es ocio y tardaremos en recuperar algo de normalidad. Espero que ningún negocio de Sahagún tenga que cerrar, pero va a ser difícil. Para recuperar la normalidad, todo depende de la seguridad sanitaria que tengamos, si llega un tratamiento saldremos de esta muy pronto. Mientras tanto lo veo negro”, apostilla el empresario. 
 
“Yo, en mi caso, el lunes no podré abrir. Ni doy comidas para llevar, ni tengo terraza. Hasta el 25, al menos, no creo que pueda… y según lo que digan ya veremos. Pero cuando lo haga será con la misma ilusión que cuando me obligaron a cerrar. Los impuestos nos ahogan y sólo pido a las administraciones que dejen de tratarnos como a tontos prometiendo unas cosas y haciendo otras”, añade Esther, del bar Europa.  
 
 
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A medio gas 
El hostal La Codorniz es el único establecimiento de Sahagún que ofrece asistencia a servicios esenciales, es decir, ofrece cama y comida a los trabajadores que no han parado, pero a puerta cerrada y con unas medidas restrictivas altísimas. “En un salón de bodas para 150 personas comen 12; y de 48 habitaciones hay ocupadas 10, con eso lo digo todo”, explica Lydia. Su experiencia estos días ya releva que mientras se apliquen ajustes en cuanto al aforo regresar a la normalidad será imposible. “A este nivel abrir al público es imposible. Nosotros vamos a esperar; con 12 empleados no podemos empezar, es imposible y no es rentable. Ahora tiene que ser la Administración la que tiene que ayudarnos, tiene que dar el do de pecho y echar un cable a las pequeñas empresas. Ojalá nadie tenga que cerrar”, relata Lydia. “Ahora bien, no se nos puede pedir invertir para transformar los negocios cuando estamos bajo cero. Me viene ahora a la cabeza la ley antitabaco. La gente invirtió para adaptar sus locales y luego se prohibió… y todo eso que invertimos… para qué. Hay que tomar conciencia de las medidas sanitarias, usar el sentido común, extremar precauciones pero que nos hagan test a todos, es lo que pido a la Administración. Así trabajamos en una incertidumbre”. 
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