Del Lunes, 06 de Octubre de 2025 al Viernes, 10 de Octubre de 2025

Botánica
La gente de los ríos
“Árboles y arbustos dioicos de hoja caduca. Inflorescencias unisexuales en gatillos o amentos. Son de floración precoz, de enero a marzo. Fruto capsular y unilocular con semillas muy pequeñas acompañadas de una pelusa algodonosa muy característica con dispersión anemocórica. Propios de riberas y sotos en suelos húmedos donde se multiplican muy fácilmente por estaquillas.” (Lit. Guía de árboles y arbustos de Castilla y León).
Tras este párrafo puramente botánico se esconden los habitantes más antiguos de nuestras riberas, los Populus. Es curioso el significado etimológico del género al que pertenecen, Populus significa ‘gente’ y es cierto que cuando a este árbol se le permite su crecimiento natural asemejan a personas estiradas y desafiantes que defienden las aguas que acompañan.
Este grupo botánico alberga a chopos y álamos, en forma arbustiva o en porte arbóreo. Son dioicos, que significa que hay plantas machos y plantas hembras; las inflorescencias son unisexuales, es decir, hay flores masculinas, rojizas, y flores femeninas, verde blanquecinas, ambas colgantes, en gatillos o amentos. De abril a mayo liberan las semillas, que son muy pequeñas (dos milímetros) coronadas por largos pelos algodonosos que forman la pelusa de los chopos, la cual invade plantíos y riberas.
Esta pelusa, conocida erróneamente como polen, en principio no es alergénica como muchos creen ya que realmente son las semillas, aunque bien es cierto que junto con este algodón puede ir polen perteneciente a otras plantas produciendo molestias; estos filamentos le sirven al árbol para la dispersión anemocórica de sus semillas, por el viento.
La forma vegetativa de reproducción, no sexual, es mediante estaquillas o trozos de raíz o tronco. Los conocidos vulgarmente como ‘hijos’ a los pies de los adultos pueden desarrollar nuevos individuos. Esta forma de propagación es una ventaja adaptativa en un medio en el que las riadas son frecuentes arrancándose material y siendo transportado a otros lugares.
Se les conoce como chopo o álamo según la especie o el territorio en el que se asiente, en la zona podemos encontrar varias especies pertenecientes al género:
Populus alba L., es el álamo blanco, su copa es cónica de color plateado con tronco y ramas de corteza cónica, las hojas tienen el haz verde y el envés níveo y aterciopelado.
Populus nigra L., es el chopo del país o chopo lombardo (variedad italica) presenta un porte columnar pudiendo superar los 36 metros; este chopo fue traído hace varios siglos de Italia procedente de Asia Central.
Populus x canadiensis Moench, es el chopo canadiense o híbrido, alcanza 10 metros en 10 años y su tronco es mucho más recto y menos ramoso que los chopos autóctonos. Muy utilizado en plantaciones comerciales, apreciado en carpintería, pasta de papel, cajas de embalaje y para producción de biomasa.
Populus tremula L., es el álamo temblón. Es de tronco erguido y cilíndrico, corteza lisa y verdosa, las hojas con limbo redondeado y dientes laterales ondulados, el peciolo de la hoja es largo y aplanado de forma que es agitado por el viento provocando un temblor en las copas, escuchar y sentir el viento en una tembleda de álamos es una experiencia que todo aquel amante de la naturaleza no puede dejar de disfrutar y en la comarca bien cerca los tenemos.
Los álamos y chopos han estado presentes en la dinámica social de nuestra zona y como tal han sido aprovechados para diversos usos. En el caso del álamo es una madera muy apreciada para embalajes ya que soporta muy bien los golpes y apenas se astilla indispensable cualidad para cerillas y palillos de dientes.
El chopo blanco es muy apreciado como ornamental ya que tiene la peculiaridad de fijar gran cantidad de polvo en sus hojas indicado para su uso en ciudades, lo que me recuerda una noticia ocurrida hace poco en León, en la plaza del Congreso Eucarístico, donde han talado unos chopos de gran altura debido a que estaban enfermos, dicen unos, a que quitaban luz dicen otros. Que cada uno piense lo que quiera.
Este género conforma los fustes de los pendones y mayos debido a su altura y porte erguido, características indispensables para que un buen mayo sea hincado, tradición esta que se mantiene en muchos de los pueblos de la zona.
Incluso al final de su vida nos da su último regalo. Y es que, de su madera en descomposición, nacen las riquísimas setas de chopo (Agrocybe aegerita y Pleurotus ostreatus) muy queridas entre los seteros. Además cobijan gran variedad de fauna, entre sus ramas encontramos petirrojos, oropéndolas, de ellos cuelgan los increíbles nidos globosos del pájaro moscón y sus troncos son horadados por los pájaros carpinteros.
Los árboles de ribera cumplen una función muy importante de estabilización de las mismas ya que en su ausencia las riadas y trombas de agua pueden llevarse gran parte del sustrato provocando múltiples problemas, de ahí la importancia de no talarlos a la ligera o solamente por razones estéticas y sobre todo sin tener intención de repoblar.
En cuanto a las repoblaciones debería primar (que nunca lo hace) las especies autóctonas sobre cualquier otra por muy bonita que parezca. Incluso aquellas pertenecientes al mismo género ya que en este caso pueden existir hibridaciones indeseadas aunque esto ya es harto difícil por las múltiples plantaciones comerciales a orillas de nuestros ríos.
Estas ‘gentes de los ríos’ nos han acompañado siempre, nos han proporcionado cobijo, alimento, calor y magia. No nos olvidemos de las lanzas que reverdecieron y se transformaron en chopos protegiéndonos de las huestes moras...es hora de devolverles el favor.
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Juan Antonio Fernàndez | Jueves, 14 de Noviembre de 2013 a las 19:26:37 horas
Contemplarlo y ver que hay mas personas que lo admiran y expresan marabiosamente la vida y hermsura que contienen
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