Del Viernes, 22 de Agosto de 2025 al Martes, 23 de Septiembre de 2025

Cartas a Dirección
Ha nacido una peña
‘Nuevos’ vecinos de Castellanos
Soy uno de los hijos cuyos padres nacieron en la preguerra, fueron niños durante nuestra guerra civil y sufrieron como todos los españoles la postguerra. No obstante, son los padres del ‘baby boom’. Los niños que nacimos en el final de la década de los años 50 y la década de los años 60… Sí, esos que estamos a punto de jubilarnos unos, y que acaban de jubilarse otros… si es que la jubilación va a seguir siendo posible.
De las diversas historias que mis padres me contaban, y aún tengo la suerte de que me cuenten, siempre me gustaba de especial manera cuando del nacimiento de cada uno de nosotros se trataba; digo de cada uno porque las familias eran numerosas: Fulanito ha tenido otra niña… Ha nacido un zagal en casa de Pascual… Eulalia ha tenido otra meona… gemelos en casa de los Martínez… Ya somos uno más… ha nacido una niña. Como veis, no solo me cuentan de nuestra familia, que somos unos cuantos; se saben cómo hacía el día que nacimos; cómo ha sido el año en cuestión, porque la cuestión fundamental era lo bueno o profano del año, lo próspera de la sementera, si el trigo se doró a tiempo, si cogió peso…. es que la agricultura era… la vida.
Y la vida eran los niños: porque, en principio, se necesitaba la mano de obra y los niños éramos potenciales trabajadores para poder salir de una situación penosa pero esperanzadora; porque la gente, las personas, son las que traen la ilusión y, contra eso, no hay crisis que valga.
Así pensaban las gentes de entonces, ¡que envidia! Cada vez que nacía alguien era una alegría. Las crisis ya vienen de antes, no son solo de ahora. Esos niños que vinieron a llenar los pueblos, que vinimos a llenar los pueblos nos tuvimos que ir. Había en la ecuación de nuestros padres una incógnita sin despejar y sobre todo desconocida.
Ya no solo valía tener tierras para surcar, vacas que arrastraran el arado, o cuadrillas de 10, 15 o 20 para vendimiar. Llegó la revolución industrial. Sí. Aquellos tractores que trillaban solos, que araban mucho en poco tiempo, que hicieron que sobrara gente, porque con menos manos y con más máquinas se adelantaba mucho más. Y en Barcelona empezaron a hacer coches y en Bilbao había una cosa que llamaban altos hornos y que necesitaban mogollón de gente para trabajar y, desde Asturias, Ensidesa pedía gente y más gente… y también (no lo olvidemos) nuestros padres.
Hablo ahora, al menos, por mí y por mis hermanos. Querían una vida mejor para nosotros, sus hijos, y pensaron que todo aquello que con sus rudas manos sacaban de la tierra y de la ganadería iba a servir para que fuéramos a estudiar a las ciudades y así no fuéramos tan zoquetes.
Eso era la vida en los pueblos, e igual que se llenaron de aquellos niños entusiastas y seguidores de sus padres, se vaciaron y, poco a poco, se convirtieron en lo que son hoy: el reducto de aquel sueño que no queremos olvidar.
No quisiera enrollarme más sin transmitir la idea por la que me he puesto a escribir estas líneas, y que no es otra que pensar y que decir que hace mucho que no voy a Castellanos a un nacimiento, para poder decir: “enhorabuena, ha sido una niña o ha nacido un zagal”.
Nacieron dos asociaciones, que ya están casi en la adolescencia. Sí que ha pasado mucho tiempo desde el último nacimiento, pero sí han ‘nacido’ nuevos vecinos que, empadronados o no -eso a ahora no toca, al menos, por mi parte- han decidido estar y vivir en el pueblo y compartir allí todo el tiempo que quieran y que otros añoramos… Hablo de Mauro y Amparo, de Eva y Julián, y aquellos de su familia que puedan seguirlos. Debemos -debo- darles la bienvenida y mi enhorabuena. Podemos decir y digo: “Han nacido nuevos vecinos… Gracias”.
Y sí tenemos un nuevo nacimiento: Ha nacido una peña para poder jugar a lo que sea por iniciativa de nuestra gente en los entornos del bar. Creo recordar que el nombre que pensaban ponerla (no me hagáis mucho caso) era algo así como “Siempre contentos”.
Hay un nuevo nacimiento… Ha sido una peña. Dicho queda, hay que defenderla. Como siempre, como antes, hay que defender cada nacimiento como si fuera el último.
![[Img #21471]](http://sahagundigital.com/upload/images/09_2020/5436_baraja.jpg)
Soy uno de los hijos cuyos padres nacieron en la preguerra, fueron niños durante nuestra guerra civil y sufrieron como todos los españoles la postguerra. No obstante, son los padres del ‘baby boom’. Los niños que nacimos en el final de la década de los años 50 y la década de los años 60… Sí, esos que estamos a punto de jubilarnos unos, y que acaban de jubilarse otros… si es que la jubilación va a seguir siendo posible.
De las diversas historias que mis padres me contaban, y aún tengo la suerte de que me cuenten, siempre me gustaba de especial manera cuando del nacimiento de cada uno de nosotros se trataba; digo de cada uno porque las familias eran numerosas: Fulanito ha tenido otra niña… Ha nacido un zagal en casa de Pascual… Eulalia ha tenido otra meona… gemelos en casa de los Martínez… Ya somos uno más… ha nacido una niña. Como veis, no solo me cuentan de nuestra familia, que somos unos cuantos; se saben cómo hacía el día que nacimos; cómo ha sido el año en cuestión, porque la cuestión fundamental era lo bueno o profano del año, lo próspera de la sementera, si el trigo se doró a tiempo, si cogió peso…. es que la agricultura era… la vida.
Y la vida eran los niños: porque, en principio, se necesitaba la mano de obra y los niños éramos potenciales trabajadores para poder salir de una situación penosa pero esperanzadora; porque la gente, las personas, son las que traen la ilusión y, contra eso, no hay crisis que valga.
Así pensaban las gentes de entonces, ¡que envidia! Cada vez que nacía alguien era una alegría. Las crisis ya vienen de antes, no son solo de ahora. Esos niños que vinieron a llenar los pueblos, que vinimos a llenar los pueblos nos tuvimos que ir. Había en la ecuación de nuestros padres una incógnita sin despejar y sobre todo desconocida.
Ya no solo valía tener tierras para surcar, vacas que arrastraran el arado, o cuadrillas de 10, 15 o 20 para vendimiar. Llegó la revolución industrial. Sí. Aquellos tractores que trillaban solos, que araban mucho en poco tiempo, que hicieron que sobrara gente, porque con menos manos y con más máquinas se adelantaba mucho más. Y en Barcelona empezaron a hacer coches y en Bilbao había una cosa que llamaban altos hornos y que necesitaban mogollón de gente para trabajar y, desde Asturias, Ensidesa pedía gente y más gente… y también (no lo olvidemos) nuestros padres.
Hablo ahora, al menos, por mí y por mis hermanos. Querían una vida mejor para nosotros, sus hijos, y pensaron que todo aquello que con sus rudas manos sacaban de la tierra y de la ganadería iba a servir para que fuéramos a estudiar a las ciudades y así no fuéramos tan zoquetes.
Eso era la vida en los pueblos, e igual que se llenaron de aquellos niños entusiastas y seguidores de sus padres, se vaciaron y, poco a poco, se convirtieron en lo que son hoy: el reducto de aquel sueño que no queremos olvidar.
No quisiera enrollarme más sin transmitir la idea por la que me he puesto a escribir estas líneas, y que no es otra que pensar y que decir que hace mucho que no voy a Castellanos a un nacimiento, para poder decir: “enhorabuena, ha sido una niña o ha nacido un zagal”.
Nacieron dos asociaciones, que ya están casi en la adolescencia. Sí que ha pasado mucho tiempo desde el último nacimiento, pero sí han ‘nacido’ nuevos vecinos que, empadronados o no -eso a ahora no toca, al menos, por mi parte- han decidido estar y vivir en el pueblo y compartir allí todo el tiempo que quieran y que otros añoramos… Hablo de Mauro y Amparo, de Eva y Julián, y aquellos de su familia que puedan seguirlos. Debemos -debo- darles la bienvenida y mi enhorabuena. Podemos decir y digo: “Han nacido nuevos vecinos… Gracias”.
Y sí tenemos un nuevo nacimiento: Ha nacido una peña para poder jugar a lo que sea por iniciativa de nuestra gente en los entornos del bar. Creo recordar que el nombre que pensaban ponerla (no me hagáis mucho caso) era algo así como “Siempre contentos”.
Hay un nuevo nacimiento… Ha sido una peña. Dicho queda, hay que defenderla. Como siempre, como antes, hay que defender cada nacimiento como si fuera el último.
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