Del Viernes, 22 de Agosto de 2025 al Martes, 23 de Septiembre de 2025

Estará en pruebas durante las próximas horas
Entra en funcionamiento el Reloj de la Villa
Ha tenido que reforzarse el espacio para evitar vibraciones sobre la torre que lo aloja, Bien de Interés Cultural
Tras un largo periodo de silencio, el histórico Reloj de la Villa marca desde este martes las horas y los cuartos, recuperando uno de los sonidos más característicos de Sahagún.
Según explica Ramón Rodríguez de Aláiz, concejal de Cultura, "no se trata solo de que el reloj vuelva a dar la hora sino garantizar su perdurabilidad. Esto implicó, a petición de la Junta de Castilla y León, reubicar la maquinaria en un espacio amortiguado, precisamente porque los golpes del mecanismo, a lo largo de décadas, estaban repercutiendo en la propia estructura de la Torre del Reloj. Es una decisión crucial para la salud a largo plazo de nuestro patrimonio". Durante las próximas horas se realizarán pruebas de ajuste y la previsión es que este miércoles por la tarde las campanas ‘toquen solas’.
Aunque la meta inicial era que el reloj estuviera en funcionamiento en septiembre del año pasado, el meticuloso proceso requirió un tiempo adicional. "Estábamos condicionados, en parte, por la disponibilidad de la familia Montero, los sucesores (sobrinos) de quienes durante tanto tiempo cuidaron de nuestro reloj. Además, aunque la maquinaria estaba sorprendentemente bien conservada, algunas piezas críticas necesitaban ser restauradas o directamente torneadas con precisión artesanal", detalla el concejal. "Es un trabajo de orfebrería, de volver a dar vida a un corazón mecánico, y no podíamos precipitarnos. Cada engranaje, cada contrapesa, cuenta una historia y debe funcionar a la perfección". En estos momentos, los ajustes finales se están realizando para asegurar que el reloj retome su cadencia sin contratiempos.
La historia del Reloj de la Villa es un testimonio vivo del paso del tiempo y la dedicación de sus gentes. Según relata Juan Conde en su columna A las doce dadas, su adquisición se acordó en el Pleno del Ayuntamiento el 24 de enero de 1886. Aquel reloj, de horas y cuartos dobles, con badajo de bronce, pesas de plomo y una imponente esfera exterior de zinc de dos metros de diámetro, fue encargado al relojero palentino Eugenio Diez Villanueva por 3.000 pesetas. Poco después, el 18 de febrero del mismo año, un significativo evento congregó a la Corporación y a la banda de música para el ascenso de la campana, un acto que supuso un coste de 125 pesetas por el transporte y colocación, más una gratificación de 25 pesetas para los músicos.
A lo largo de las décadas, este reloj ha sido un silencioso testigo de la vida cotidiana de la villa. En los años 60, Francisco Montero, un talentoso vecino, manufacturó en bronce la corona que daba los cuartos y se encargó con discreción de su mantenimiento y reparación. Sin embargo, tras un periodo de abandono y deterioro, fueron sus sobrinos, Cesáreo y Guillermo Montero, quienes asumieron el desafío de reconstruir la maquinaria. En su taller de Coslada, y después de una labor "ardua, costosa y paciente" que se extendió por casi dos años, el reloj regresó triunfante a la villa en la primavera de 2005, volviendo a marcar las horas con regularidad. Este esfuerzo altruista fue reconocido por el Ayuntamiento, que les concedió el Puerro de Oro en un emotivo acto.
Ahora, con este nuevo capítulo en su larga trayectoria, el Reloj de la Villa se prepara para seguir siendo el latido sonoro de la comunidad, un puente entre el pasado, el presente y el futuro de este singular enclave.
Tras un largo periodo de silencio, el histórico Reloj de la Villa marca desde este martes las horas y los cuartos, recuperando uno de los sonidos más característicos de Sahagún.
Según explica Ramón Rodríguez de Aláiz, concejal de Cultura, "no se trata solo de que el reloj vuelva a dar la hora sino garantizar su perdurabilidad. Esto implicó, a petición de la Junta de Castilla y León, reubicar la maquinaria en un espacio amortiguado, precisamente porque los golpes del mecanismo, a lo largo de décadas, estaban repercutiendo en la propia estructura de la Torre del Reloj. Es una decisión crucial para la salud a largo plazo de nuestro patrimonio". Durante las próximas horas se realizarán pruebas de ajuste y la previsión es que este miércoles por la tarde las campanas ‘toquen solas’.
Aunque la meta inicial era que el reloj estuviera en funcionamiento en septiembre del año pasado, el meticuloso proceso requirió un tiempo adicional. "Estábamos condicionados, en parte, por la disponibilidad de la familia Montero, los sucesores (sobrinos) de quienes durante tanto tiempo cuidaron de nuestro reloj. Además, aunque la maquinaria estaba sorprendentemente bien conservada, algunas piezas críticas necesitaban ser restauradas o directamente torneadas con precisión artesanal", detalla el concejal. "Es un trabajo de orfebrería, de volver a dar vida a un corazón mecánico, y no podíamos precipitarnos. Cada engranaje, cada contrapesa, cuenta una historia y debe funcionar a la perfección". En estos momentos, los ajustes finales se están realizando para asegurar que el reloj retome su cadencia sin contratiempos.
La historia del Reloj de la Villa es un testimonio vivo del paso del tiempo y la dedicación de sus gentes. Según relata Juan Conde en su columna A las doce dadas, su adquisición se acordó en el Pleno del Ayuntamiento el 24 de enero de 1886. Aquel reloj, de horas y cuartos dobles, con badajo de bronce, pesas de plomo y una imponente esfera exterior de zinc de dos metros de diámetro, fue encargado al relojero palentino Eugenio Diez Villanueva por 3.000 pesetas. Poco después, el 18 de febrero del mismo año, un significativo evento congregó a la Corporación y a la banda de música para el ascenso de la campana, un acto que supuso un coste de 125 pesetas por el transporte y colocación, más una gratificación de 25 pesetas para los músicos.
A lo largo de las décadas, este reloj ha sido un silencioso testigo de la vida cotidiana de la villa. En los años 60, Francisco Montero, un talentoso vecino, manufacturó en bronce la corona que daba los cuartos y se encargó con discreción de su mantenimiento y reparación. Sin embargo, tras un periodo de abandono y deterioro, fueron sus sobrinos, Cesáreo y Guillermo Montero, quienes asumieron el desafío de reconstruir la maquinaria. En su taller de Coslada, y después de una labor "ardua, costosa y paciente" que se extendió por casi dos años, el reloj regresó triunfante a la villa en la primavera de 2005, volviendo a marcar las horas con regularidad. Este esfuerzo altruista fue reconocido por el Ayuntamiento, que les concedió el Puerro de Oro en un emotivo acto.
Ahora, con este nuevo capítulo en su larga trayectoria, el Reloj de la Villa se prepara para seguir siendo el latido sonoro de la comunidad, un puente entre el pasado, el presente y el futuro de este singular enclave.
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